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Carta con respuesta es un blog del escritor Rafael Reig. Dejad vuestros comentarios en este blog sobre vuestras preocupaciones políticas, sociales, económicas, teológicas o de cualquier índole, y él os responderá cada martes.

A todos nosotros

Rafael Reig

Los terroristas del ISIS son malos, nadie puede discutir eso. Y culpables de sus actos, tampoco admite discusión. Pero eso no quiere decir que todos los demás seamos buenos. Los asesinatos de París son crímenes espeluznantes. Pero eso no quiere decir que no haya otros criminales.

Francia es la cuna de la Ilustración y la capital del laicismo, es cierto, pero también ha sido una potencia colonial. En los países ricos hay democracia, es cierto, pero también han derrocado democracias por la fuerza, desde Chile hasta Irán, para imponer a tipos como Pinochet o el Shá de Persia. ¿Quién controla la industria farmacéutica, responsable de tantas muertes al día? ¿Quién controla la venta de armas, en la que España cada día ocupa un puesto más importante? ¿Es un embargo de alimentos o de medicamentos un acto terrorista? ¿Lo es el control de precio de las materias primas?

España es buena, sin duda, no faltaba más, pero tanto Javier Solana como José María Aznar bombardearon sin mandato de la ONU. Y si a eso vamos, ¿el famoso mandato de la OTAN es una patente de corso?

Y por cierto, ¿quién creó y financió el ISIS? Hubo un tiempo en que Estados Unidos apoyaba a cualquiera que se autoproclamara rebelde al régimen sirio. ¿Qué responsabilidad tienen en la creación y financiación del ISIS la CIA y el Mossad? ¿Era una buena idea engordar a los islamistas para quitarse de en medio a Bachar el Asad? ¿Tan buena como engordar a Saddam Hussein para quitarse de en medio a Jomeini? ¿Tan buena como engordar a Bin Laden para quitarse de en medio a la Unión Soviética en Afganistán? ¿Seguimos? ¿Tenemos más buenas ideas, mejores todavía, a punto de surgir de nuestras cabezas pensantes?

Lo que quiero decir con estas preguntas es: ¿todo el problema se reduce a un grupo de chiflados sedientos de sangre sin más instigación que su ciega fe en Alá? Son efectivamente un grupo de chiflados, etc., pero ver sólo eso es un poco miope. Y por lo tanto, poco efectivo.

Un día antes de los atentados en París, hubo también dos atentados del ISIS en Beirut que causaron 40 muertos y más de 200 heridos. No salió en portada, nadie aseguró cariacontecido que “hoy todos somos libaneses”, en su perfil en redes sociales nadie puso una bandera libanesa con un crespón negro. Si a nosotros, que somos buenos, unos muertos nos importan más que otros, ¿por qué ellos, los malos y terroristas, no iban a proceder igual?

Desde luego que, frente al terrorismo, hace falta una reacción policial, quizá también militar, pero no sólo eso. También tendremos que mirar qué es lo que hemos hecho y hacemos, y qué es lo que vamos a hacer. Para eso, no basta con dejar hablar a los políticos: habrá que preguntarles a las empresas de armas, a las petroleras, a las farmacéuticas, a los bancos, a los servicios secretos. A los que deciden, en otras palabras. Preguntemos a nuestros propios malos. Porque buenas palabras las tienen también los malos (o quien las pronuncie en su lugar).

De momento, Hollande ya ha tirado bombas, ha dicho que esto es la guerra y ha pedido una alianza o cruzada contra el enemigo común. No es venganza, dice nuestro ministro. No ni poc, dirían en Piles.

Rajoy también ha hecho lo mismo, pedir unidad contra el terrorismo, salvo que el terrorismo actúe, por ejemplo, en Beirut, cosa que al parecer tiene mucha menos importancia y no requiere que se una nadie.

Si nosotros tenemos que unirnos en la guerra contra el terrorismo islámico, ¿qué tendrán que hacer las víctimas de los bombardeos de Estados Unidos, como el del hospital de Médicos sin Fronteras en Afganistán, a principios de octubre?

Como dice Marco Aurelio (y repito con demasiada frecuencia): “La mejor manera de defenderte es no parecerte a ellos” (Meditaciones, VI, 6).

Mi pregunta a todos nosotros, los buenos, las víctimas, es: ¿intentamos no parecernos a ellos, los malos, los terroristas, no en las palabras, sino en los hechos? ¿O de nuestros hechos sólo son responsables también unos cuantos chiflados sedientos de sangre, instigados por su ciega fe en el beneficio empresarial, etc.?

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