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Sin techo pero con historia

Una empresa de Barcelona ofrece rutas turísticas guiadas por personas que han vivido en la calle. /Juan Barbosa

Javier Muñoz

Mientras un grupo de turistas japoneses armados con el último modelo de cámara réflex y ataviados con el uniforme oficial del buen viajero -gorra para protegerse del sol incluso en días lluviosos, mapa tamaño XXL y mochila pegada al pecho- contemplan las bellezas de la Catedral de Barcelona, otro grupo, mucho menos numeroso, observa una esquina que a simple vista carece de cualquier interés histórico o artístico. Liderando este segundo grupo encontramos a Juan, un gaditano de 51 años y pelo canoso que ejerce de guía. Una dicción perfecta en alemán y el desparpajo propio de su Cádiz natal le permiten combinar bromas y explicaciones con los visitantes. La esquina que ahora les está enseñando -entre el Pla de la Seu y la calle Santa Llúcia- fue su casa durante más de 3 años. Y es que Juan, al igual que los otros guías de la empresa Hidden City Tours, ha sido durante muchos años un sin techo.

Tras una vida dedicada al marketing, Lisa Grace, fundadora de la empresa, fue despedida de la multinacional para la que trabajaba tras solicitar la jornada reducida por maternidad. La idea surgió en un viaje a Londres, donde vio un anuncio en el que se ofrecían rutas turísticas guiadas por ‘homeless’. “Fue entonces cuando pensé que tanto Barcelona como yo necesitábamos algo así. Estaba cansada de ayudar a tener más a los que ya lo tienen todo; necesitaba ayudar de verdad a alguien”

En plena polémica sobre la masificación del turismo en la ciudad –véase el caso de la Barceloneta y los pisos turísticos ilegales– esta agencia se presenta como alternativa al turismo multitudinario. Alejada de las grandes zonas turísticas, su máxima es ofrecer grupos reducidos que permitan la interacción constante con el guía que, en definitiva, se convierte en protagonista. Ramón, José, Juan y el resto del equipo han recibido una formación de más de 80 horas, pero sobre todo aportan un valor añadido incalculable a sus rutas: “¿Quién mejor para enseñar una ciudad que alguien que ha vivido en sus calles?” se pregunta Lisa. Es por esto que las visitas guiadas combinan explicaciones históricas de los lugares más emblemáticos del casco antiguo con vivencias personales de los guías en esas mismas calles.

“La plaza Sant Felip Neri fue uno de los objetivos de la aviación franquista durante la Guerra Civil. En uno de los bombardeos fallecieron más de 200 niños que se refugiaban en los subterráneos. Muchos años después fue mi casa. Muchos sin techo elegimos esta plaza porque justo en la calle de encima hay un centro para toxicómanos donde a primera hora de la mañana nos dejan ducharnos y nos dan desayuno” explica Juan, que tras caer en la drogas durante su juventud en Alemania, ingresó en prisión y fue deportado a España, donde aterrizó sin familia, amigos ni recursos. La ruta prosigue por la bajada de Santa Eulàlia hasta llegar a la plaza del Pi. Allí, el contraste de varios sin techo acostados a escasos metros de un lujoso hotel provoca un silencio reflexivo de manera casi inconsciente tanto en el guía como en los visitantes.

Los dos turistas de hoy, una pareja alemana de mediana edad, miran asombrados a Juan mientras este les cuenta anécdotas de sus años en la calle. “Lo que más nos está sorprendiendo es la naturalidad con la que lo cuenta todo. Además nos ha dicho que en España hay cerca de 40.000 sin hogar, nos parece increíble”. Avanzada la ruta nos adentramos en el Raval, donde Juan saluda a un par de amigos de sus años allí y explica la transformación que el antiguo barrio chino de Barcelona ha sufrido en estos últimos tiempos.

A día de hoy ninguno de los cuatro guías de Hidden City Tours es un sin techo. “Alguno de los guías son aún personas sin hogar, porque viven en pisos de acogida o albergues, pero ninguno duerme ya en la calle”. Durante toda la conversación con su fundadora una idea se repite como un mantra: “Somos una empresa social, no una obra de caridad, nuestro éxito se mide en los puestos de trabajo que logremos crear”, y sentencia que “en las ONG se dan donaciones, el que ayuda está por encima del que tiene la necesidad, es caridad. Aquí el líder es el sin techo. Él es el que enseña y el usuario el que escucha”.

Acabada la ruta Juan les explica que en sus años en la calle aprendió fabricar carteras con tetrabriks de leche, “mantener la mente ocupada es la clave para no volverte loco y caer en todas las adicciones”. Se las enseña, les gustan y le compran tres. “Gracias al extra que me saco con las carteras, ya me he comprado algún mueble para el piso que comparto con mi chica”. Un risueño Juan se despide de nosotros mientras se enciende un pitillo y se pierde Ramblas abajo.

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