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Cristina Campos dice que el montaje de una película es igual al de la novela

Cristina Campos dice que el montaje de una película es igual al de la novela

EFE

Madrid —

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“El montaje de una película es igual que al de las frases en una novela”, asegura la barcelonesa Cristina Campos, que se estrena en la literatura con “Pan de limón con semillas de amapola”, el único libro español seleccionado por la Berlinale para ser presentado ante los productores de cine.

La autora de esta novela editada por Planeta se dedica desde hace diez años a la dirección de casting de largometrajes y series de televisión, carrera que emprendió después de abandonar la escritura de guiones, a pesar de haber recibido premios como el que le concedió el Ministerio de Cultura en 2010 para un proyecto sobre las mujeres de la generación del 27, que finalmente no se llevó a cabo.

“Dejé de escribir guiones porque cobrar por un proyecto que luego no sale es muy frustrante”, asegura en una entrevista con Efe Campos (Barcelona, 1975), que explica que ni sabía ni que existiera la plataforma “Books at Berlinale” (“Libros en la Berlinale”), que organiza el festival de cine desde 2006 en colaboración con la Feria del libro de Fráncfort y que ha recibido alrededor de 130 obras procedentes de más de 25 países.

Allí hará el próximo 16 de febrero una presentación de su novela ante productores de cine internacionales, junto a los autores de las otras diez obras que han sido seleccionadas.

Aunque es “escéptica” y no sabe qué saldrá de la Berlinale, sí dice que, en caso de que una película se basara en su novela, el guión y la dirección deberían estar a cargo de mujeres.

Campos realizó un posgrado de guiones en la ciudad alemana de Heidelberg, donde vivió tres años, en un país donde se sintió muy bien acogida. Como sentía que “debía algo a los alemanes”, decidió incluir tres personajes de esta nacionalidad en su novela, ambientada en Mallorca.

Su formación como guionista hizo que, antes de empezar a escribir su novela, realizara una “escaleta” en la que se sucedían todas las historias que sucederían en “Pan de limón con semillas de amapola”, donde relata el reencuentro tras 15 años de dos hermanas con trayectorias muy diferentes, Anna y Marina, para vender un molino y una panadería que han heredado de una desconocida.

Campos explica que en la novela ha creado el personaje de la hermana que no tuvo, y habla de la amistad femenina recordando al grupo de amigas que la rodean, de los secretos familiares y de las mujeres que aprenden a decidir sobre su futuro.

Mientras Anna es una persona cobarde, dependiente de un marido enriquecido por la burbuja inmobiliaria, su hermana Marina es médico de una ONG y ha trabajado por todo el mundo, pero su miedo es la falta de un hogar y el no tener un lugar al que volver.

La novela de Cristina Campos empieza por el final, con un primer párrafo que, dice, le costó escribir un mes: “Anna había planeado su entierro cuidadosamente, Fue su amante, jugando con su pecho, quien encontró el trocito de muerte que se la llevaría para siempre un año más tarde. Anna, por fin, cogió las riendas de su vida”.

A partir de ahí, la autora construye una novela coral en la que aborda temas como la corrupción y la burbuja inmobiliaria porque cree que “era imposible” no hacerlo con los personajes y las situaciones tan “esperpénticas” que se ven a diario.

La dura vida de los cooperantes de las ONG, el amor, la enfermedad o la vida de un pequeño pueblo mallorquín son otros de los aspectos que aborda la novela en cuyas páginas se esconden también algunas recetas de pan olvidadas.

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