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LOS DISCOS DE LA SEMANA

El gran regreso del espíritu de Depeche Mode

Luis J. Menéndez

Depeche Mode

SpiritSonyELECTROROCK★Spirit

8/10

No puede ser fácil mantenerse casi cuarenta años en la brecha como grupo, la mayoría de ellos manteniendo el estatus de banda de estadio, y no traicionar tus principios. Con sus momentos altos y bajos, a pesar de que ya hace mucho tiempo que no esperamos sorprendernos con una nueva colección de canciones de Gahan, Gore & Fletcher, a Depeche Mode siempre tendremos que agradecerles (y reconocerles) eso. Sus últimos tres trabajos, con Ben Hillier a los mandos, mantenían el tipo y hasta ofrecían alguna canción estimulante, pero en líneas generales también tuvieron mucho que ver con esa sensación generalizada de que, aún siendo fieles a sí mismos, de los Depeche Mode siglo XXI no cabía esperar otro disco capital. Y tal vez Spirit tampoco termine de serlo, pero al menos apunta maneras.

Algo habrá tenido que ver la aportación del Simian Mobile Disco James Ford. A priori su bagaje como productor en trabajos de Arctic Monkeys, Florence + The Machine, Klaxons o Foals podría dar a entender que Depeche Mode profundizarían todavía más en su decimocuarto álbum la vena techno-rock que progresivamente ha ido adquiriendo su música. Nada más lejos.

La propuesta sonora de Ford para Depeche pasa por un retorno a los presupuestos de Violator: atmósferas nocturnas; guitarras tratadas como un elemento electrónico más; ritmos pesados, industriales, minimalistas; hallazgos sonoros que casi valen por sí solos toda una canción.

El mejor ejemplo de todo esto lo encontramos en Cover Me, un medio tiempo que arranca con una guitarra a medio camino de Morricone y Eno, para progresivamente avanzar de forma inquietante con una secuencia electrónica que sugiere paisajes de autopistas futuristas. En cierto modo esos paisajes sirven también de inspiración de un disco opresivo, que se debate entre la observación del entorno  –“dónde está la revolución que nos libre de aquellos que nos oprimen”, se preguntan en Where’s the Revolution- y los acostumbrados apocalipsis sentimentales made in Dave Gahan.

La sensación final es que, a falta de alguna canción realmente memorable que situar a la altura de lo mejor de su repertorio, y pese a que una duración 'clásica' -los 40 minutos de un disco de vinilo- le habría sentado mucho mejor, Spirit es en líneas generales lo mejor que los británicos han publicado en lo que llevamos de siglo XXI.

Adult

Detroit House GuestsMute / [PIAS]ELECTROROCK★Detroit House Guests

7/10

A Nicola Kuperus y Adam Lee Miller -dúo artístico y sentimental con centro de operaciones en Detroit y más conocidos como Adult -les descubrimos en plena eclosión electroclash, aquel movimiento musical que en los albores del siglo XXI reivindicaba la herencia del punk electrónico en el contexto de las pistas de baile. Nausea (Ersatz Audio, 2000), su primer álbum, fue de hecho uno de los discos más atractivos y definitorios del género.

Aquello cayó en el olvido casi tan rápido como surgió para dejar paso a otras tendencias más o menos fugaces, pero Adult han seguido publicando discos de forma regular y explorando las posibilidades de su sonido desde puntos de vista cada vez un poco más experimentales.

Su sexto álbum y el primero publicado de la mano de la histórica discográfica Mute se presenta ahora con la etiqueta de “el disco colaborativo de Adult”. Devotos de la generación post-punk, el grupo tiene ahora la oportunidad en este Detroit House Guests de rendir tributo a la vez que aprender de una serie de nombres que claramente han influido en su música: Michael Gira (Swans), Douglas J McCarthy (Nitzer Ebb), Sharon Funchess (Light Asylum), Robert Aiki Aubrey Lowe (90 Day Men, ), Lun*na Menoh y Dorit Chrysler.

El planteamiento inicial era tan sencillo como interesante: Adult invitaban a esos seis músicos a su casa-estudio de Detroit para que les ayudaran en la grabación del disco y, a cambio, convertían la visita en un tour turístico por la deprimida ciudad a orillas del lago Michigan con una serie de eventos de bienvenida.

Aunque, más allá de las aportaciones de los invitados, a la hora de hacer balance el peso de estas composiciones sigue recayendo claramente en la pareja, que conduce estas doce nuevas composiciones hacia un electro siniestro y por momentos abstracto, aunque todavía bailable.

 

Jóhann Jóhannsson

ArrivalDeutsche GrammophonBanda sonora★Arrival

8/10

Desde que allá por el cambio de milenio comenzaron a aparecer una serie de compositores que provenían del mundo de la electrónica y firmaban piezas cercanas a la música clásica –se les bautizó 'neoclásicos' y publicaban sus primeras composiciones en sellos como Type, Fat Cat, 4AD, Miasmah o 130701- parecía claro que su desarrollo profesional pasaba por la incorporación al mundo de las bandas sonoras.

El soundtrack de la cinta de ciencia ficción de Denis Villeneuve, La llegada, reúne a los dos nombres a los que mejor les han ido las cosas en ese sentido: Jóhann Jóhannsson (es su tercera colaboración ya con Villeneuve, y trabaja en la cuarta, la secuela de Blade Runner) y Max Richter (Vals con Bashir, Sarah, Shutter Island y un largo etcétera).

Es Jóhannsson el que en realidad firma la banda sonora, mientras que uno de los temas de los primeros discos de Richter, On the Nature of Daylight, se utiliza como (e)motivo para el arranque y el cierre del filme. De hecho el tema de Richter no se ha incluido en esta versión de la banda sonora publicada por Deutsche Grammophon, una verdadera lástima por la belleza de la pieza y porque posiblemente ese tema sea el más reconocible de toda la cinta.

Por su parte el trabajo de Jóhannsson, quien ya ha sido dos veces nominado al Oscar, se convierte en uno de los elementos decisivos de un filme que viene a ser una suerte de Encuentros en la tercera fase con dosis extra de emotividad. Teniendo en cuenta que la cinta plantea el reto de una lingüista que debe aprender a comunicarse con extraterrestres, las veinte piezas compuestas por el músico islandés se sitúan entre la quietud, la extrañeza y lo trascendente. En ellas el manejo de los drones es tan importante si no más que unos pasajes orquestales de una solemnidad cuasi religiosa, con la aportación vocal de Theatre of Voice que definitivamente sitúa el espíritu de este trabajo cerca, muy cerca, de la obra de Arvo Pärt.

 

Les Amazones d’Afrique

Républic AmazoneReal World / [PIAS]WORLD MUSIC★7Républic Amazone

/10

Aunque sólo sea por sus buenas intenciones -la consecución de fondos para un hospital en el Congo destinado a mujeres que han sufrido abusos- la propuesta de Les Amazones d’Afrique ya merece toda la atención del mundo. Si además lo que nos encontramos aquí es una suerte de supergrupo, un colectivo íntegramente formado por mujeres procedentes del África Occidental con estrellas globales del calibre de Angelique Kidjo o Kandia Kouyate y en la que están representadas diferentes generaciones que van de la leyenda malí Kandia Kouyaté a la joven rapera nigeriana Nneka, la curiosidad inicial ya se convierte en algo mucho más serio.

Íntimamente relacionado con el destino final al que irán a parar los beneficios del disco y también con el hecho de que Les Amazones d’Afrique esté íntegramente formado por mujeres, la temática de estas canciones interpretadas en diversos idiomas como el malí, francés o inglés se centra en problemas que afronta la población femenina en sus países de origen, como la ablación, la violencia doméstica o el matrimonio forzoso. Ejerce de productor el músico franco-irlandés Liam Farrell (Les Rita Mitsouko, Mbongwana Star,…) cuya principal función consiste en dar voz a todo un crisol de sonidos y tradiciones musicales diferentes y limitarse a concretar el resultado en el estudio.

 

Real Estate

In MindDomino / Music As UsualPOP★In Mind

8/10

En un momento en el que el pop de guitarras se considera poco menos que un anacronismo, Real Estate vienen a ser algo así como una banda que parece escapada del túnel del tiempo. Su cuarto disco, el más 'clásico' de su carrera, rinde cuentas con los Beatles del White Album, las melodías vocales que The Byrds perfeccionaron como nadie y el sentimiento y la energía de Big Star. Esto es, la banda comandada por Martin Courtney definitivamente se quita los complejos y se pone a la sombra de los más grandes.

El abandono de Matthew Mondanile para concentrarse en su propio proyecto, Ducktails, parece haber sido el detonante para que el grupose arrime más que nunca a esos referentes en detrimento de otros nombres más populares entre la comunidad independiente (en esencia: The Feelies) que alumbraron otros momentos de su carrera.

En ese sentido, resulta inevitable comparar no sólo su evolución, sino también la posición que ocupan en la escena musical actual con la que Teenage Fanclub vivieron a mediados de los noventa. Como a los escoceses entonces, habrá quien les acuse de meros revivalistas o incluso de cierta ausencia de riesgo. Pero el tiempo pone a cada uno en su sitio y las canciones de discos que en su momento no despertaron excesiva pasión entre crítica y público, hoy son coreadas como hits incontestables en conciertos con más público del que Teenage Fanclub habían disfrutado nunca.

No es descabellado pensar que eso mismo terminará ocurriendo en el futuro con Real Estate y más concretamente con un disco como In Mind y canciones incontestables como Darling o Two Arrows.

 

Spoon

Hot ThoughtsMatador / Popstock!ROCK★7Hot Thoughts

/10

Tras vivir la etapa más exitosa de su ya larga carrera al amparo de Anti Records, Spoon vuelven bajo el paraguas de la compañía que les dio abrigo y comida cuando todavía eran un grupo en desarrollo. Vuelven tras haber conseguido la machada de colocar sus tres últimos discos en el Top 10 de discos más vendidos en EEUU, palabras mayores tratándose de una banda de guitarras cercana en espíritu a los clásicos de la nueva ola. Ahí queda eso.

Y lo cierto es que tiene todo el sentido del mundo que Spoon regresen a Matador precisamente con Hot Thoughts. Tras las incursiones por territorios cercanos al pop sintetizado en They Want My Soul, el noveno disco de la banda de Britt Daniel en esencia vuelve a aquello por lo que les conocimos y que mejor saben hacer: un energético pop-rock en el que dominan las guitarras y los estribillos contagiosos que Dave Friedman ha potenciado con una efectista (y efectiva) producción marca de la casa. Como suelen decir al otro lado del Atlántico, “no news, good news”.

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