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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Los efectos de la pobreza

Imagen de la campaña de Manos Unidas "Los efectos de la Pobreza".

Laura Núñez Motilva

Manos Unidas —

Los intensos ojos verdes de Sharbat Gula, plasmados en una portada de National Geografic, recorrieron el mundo en 1985 para dar testimonio de las duras condiciones en las que vivían los refugiados afganos. Sin embargo, la verdadera prueba de sus penurias llegaría 18 años después, cuando el autor de la primera fotografía volvió a localizar a la joven, camuflada bajo una vejez prematura que había marcado para siempre su rostro.

La diferencia entre ambas imágenes ha conmocionado al mundo pero, por desgracia, no es un suceso en absoluto excepcional. Actualmente existen más de 40 millones de refugiados, que viven en condiciones que no son, en ningún caso, mejores de las que sufrió esta joven afgana. Los rostros de quienes conviven con la injusticia, el hambre, la explotación o la falta de asistencia sanitaria se han convertido en el principal escaparate de sus desgracias.

Este es el mensaje que envía la última campaña lanzada por Manos Unidas, bajo el título “Efectos de la pobreza”. La actriz Inma Cuesta – protagonista de la serie Águila Roja y de la producción española “Tres bodas de más” – ha prestado su rostro a una profunda transformación, en un spot que pone de manifiesto el deterioro al que están sometidos quienes se ven obligados a convivir con la pobreza día tras día.

De entre los males cotidianos que acosan a los habitantes de los países más desfavorecidos, Manos Unidas ha elegido cuatro de los más severos, aquellos que dejan las señales más profundas sobre sus víctimas: el hambre, la explotación, la injusticia y la enfermedad. No se trata de una elección al azar en ningún caso, pues las cifras son devastadoras para todos ellos.

Según el Programa Mundial de Alimentos, el catorce por ciento de la población de los países considerados “en desarrollo” está desnutrida, un problema que afecta con mayor virulencia a los niños. Estos también son especialmente vulnerables en el ámbito de la explotación, pues los informes de la Organización Internacional del Trabajo revelan que, en la actualidad, 120 millones de niños, entre 5 y 14 años, se ven obligados a trabajar en el mundo. Los porcentajes de niños trabajadores, como es de esperar, se disparan en los países africanos, los del Medio Oriente y los de Asia y el Pacífico.

La injusticia, por su parte, toma formas muy diversas, y ataca a todos los sectores de poblaciones entre las que la inseguridad es una constante. Así, dos millones de mujeres y niñas se convierten cada año en mercancía del tráfico ilegal cruzando fronteras internacionales, que complican la persecución de estas redes de comercio humano. Mientras tanto, la enfermedad se configura como uno de los aspectos más sangrantes para estas poblaciones, pues no solo se extiende con más facilidad entre quienes menos tienen, sino que su alto coste en muchos países es fuente de pobreza en sí misma. La Organización Mundial de la Salud asegura que, cada año, 100 millones de personas caen en la pobreza por tener que pagar de forma directa los servicios de salud. Los precios desorbitados de los tratamientos condenan a estas personas, en muchos casos, a morir en manos de enfermedades que tienen una cura muy sencilla en el mundo desarrollado, o que hubieran podido prevenirse con una simple vacuna.

Existen, en este momento, 842 millones de personas que pasan hambre en el mundo, un número equivalente a casi 18 veces la población española. Con esta campaña, Manos Unidas ha querido acercárnoslos, enseñarnos que sus arrugas y sus cicatrices no son verdaderamente suyas, sino que les vienen impuestas por las condiciones que se han visto obligados a vivir.

Junto a la campaña se ha desarrollado un simulador virtual, al que se puede acceder a través de la página de la campaña y que permite comprobar, en tu propio rostro, cómo serías de haber sufrido tú también los efectos de la pobreza. Cuatro filtros correspondientes a cada uno de los grandes males destacados por Manos Unidas (la enfermedad, la injusticia, la explotación y el hambre) transformarán tu imagen de la misma forma que lo han hecho con la de Inma Cuesta. A través de esta aplicación, podemos dibujarnos las mismas marcas que surcaban el rostro de Sharbat Gula, compararnos con la versión maltratada de nosotros mismos y ver que, como defiende la campaña, la vida pasa para todos, pero no para todos pasa igual.

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