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Los refugiados en Berlín viven durante meses en albergues de emergencia sin opción a una casa

Los hijos de la familia Turaani han cambiado de colegio dos veces y pronto irán al cuarto en ocho meses. FOTO: C. Negrete

Carmela Negrete

Berlín —

Annas, Hamza y Saad Turaani están sentados en la cama viendo la televisión. En alemán. Desde hace un mes asisten a la escuela del barrio berlinés de Wedding. “Están muy contentos”, asegura su madre Rajaa Turaani. Están en una vivienda que deberán abandonar en los próximos días: la administración berlinesa sufragó alquileres de apartamentos a algunos refugiados que no tenían plaza en los albergues habilitados pero, debido a una nueva ley, está dejando de hacerlo. Ocho meses después de su llegada a Alemania, se ven abocados a vivir en instalaciones de urgencia, que se eternizan para la mayoría de los demandantes de asilo.

“Solamente tenemos las maletas con la ropa porque desde el principio sabíamos que no nos íbamos a poder quedar aquí”, dice Rajaa Turaani. Vivían en un apartamento que su dueño alquila a turistas, una opción prohibida ahora por ley ante el aumento de los precios en la capital alemana y la carencia de viviendas para muchas personas, no solo refugiadas.

El senado berlinés ha introducido una nueva normativa que prohíbe el alquiler de inmuebles a turistas, excepto si cumplen unas limitadas excepciones. La norma ha entrado en vigor el pasado 1 de mayo y, desde entonces, unas 6.300 viviendas han sido registradas de forma oficial como tales. El casero de los Turaani ya no puede seguir cobrándoles el alto alquiler con las tarifas para turistas, ni la adminitración está dispuesta a seguir sufragando estos elevados gastos.

Como resultado: los Turaani, al igual que miles de refugiados, ven como única opción residir en albergues, pistas deportivas u otras instalaciones en las que comparten espacio con muchas otras personas. Si bien estos espacios nacieron como residencias temporales, han acabado siendo la vivienda habitual para miles de demandantes de asilo. Ocho meses después de su llegada, esta familia de ciudadanos sirios irá a un espacio que han evitado desde su llegada.

En realidad, Malek y Rajaa Turaani han tenido suerte desde el principio. No solo porque en Siria tenían una vida solucionada: él era policía y ella acababa de terminar sus estudios como contable. Sino porque, dentro de la fatalidad de la guerra, pudieron huir a tiempo y establecerse por un tiempo en Dubai. Y, aunque compartieron viaje, miedos y peligros con muchos otros demandantes de asilo por la ruta de los Balcanes cuando tuvieron que abadonar Dubai, a su llegada a Alemania pudieron alojarse con unos familiares.

Los albergues de emergencia están pensados para los tres primeros meses tras la llegada, pero no es solo la falta de comodidad lo que inquieta a estos padres sirios. Rajaa tiene miedo. Los medios alemanes han informado de peleas, violaciones, abusos y otros problemas de convivencia en los albergues de emergencia. La mezcla de nacionalidades, sexos y edades, unido a la estrechez y el cansancio, han convertido en habituales los enfrentamientos en estos lugares. También ha habido denuncias de malos tratos por parte del personal de seguridad.

Movilizaciones a favor de los refugiados

Mientras la familia Turaani nos cuenta su situación, tiene lugar la ocupación de un piso en el número 14 de la calle Maybachufer. Una hilera de furgones policiales y antidisturbios cortan el paso a los vecinos. Varios activistas han colgado un cartel del balcón de la casa en el que puede leerse “piso vacacional ocupado”. Frente al edificio, una manifestación espontánea en apoyo a dicha acción clama: “Las casas para quien las necesita”. Los activistas denuncian en un comunicado que “los refugiados están siendo acomodados en sitios absurdos en espacios confinados”.

Esta es la segunda acción de este tipo que se lleva a cabo en la ciudad, hace un par de meses fue ocupado de forma simbólica otro bloque en Wedding. En Berlín hay unos 20.000 apartamentos de vacaciones según datos del portal Airbnb, que se dedica a alquilarlos.

El diario neues Deutschland publicó una noticia que alarmaba del riesgo de que “miles de refugiados” se queden al raso, dado los endurecimientos para los alquileres y su normativa. En la información, Stephan von Dassel, miembro del consejo municipal de asuntos sociales, explicaba a dicho periódico que ahora la oficina de asuntos sociales ha dejado de pagar a los refugiados para albergarse en hostels y en las viviendas de alquiler vacacional que no estén registradas y aceptadas como tal. “En Berlín estamos hablando de unos 6.000 a 8.000 refugiados, si además contamos a los que viven en apartamentos vacacionales, estaríamos hablando de decenas de miles”.

Silvia Kostner, portavoz de la oficina de asuntos sociales asegura de forma tajante a eldiario.es que “nadie se queda en la calle, lo que está publicando la prensa no es cierto”. Todo refugiado que se ve sin alojamiento, recibe un lugar techado en el que dormir, insiste. “Hay plazas disponibles en los albergues y refugios de emergencia. Ningún refugiado tiene que dormir al raso”.

Una integración que “tal vez no llegue nunca”

La portavoz municipal reconoce que hay muchos impedimentos para que ese techo sea una vivienda particular en Berlín, que sufren de hecho los propios alemanes. “Puede que muchos de ellos no encuentren nunca una vivienda normal antes de que acabe la guerra”, admite Silvia Kostner. En la central berlinesa ya piensan en la hora en que los refugiados vuelvan a sus países: “Tendremos que garantizar la protección de los más débiles, como las mujeres y los menores, pero los hombres jóvenes que han venido solos deberán volver a reconstruir su país”, afirma.

En 2016 llegaron a Berlín unos 79.000 refugiados, de los cuales 54.300 se han quedado en la capital. Hasta finales de 2016, el senado berlinés quiere crear 12.500 plazas de alojamiento para desalojar todas las pistas deportivas.

La integración en la sociedad alemana también preocupa a muchos refugiados, dificultadas por la residencia continuada en centros con otros asilados. La familia Turaani ha realizado un cursillo de alemán durante tres meses, de los ocho que lleva en el país. Es la única medida integradora en la que han podido tomar parte.

El gobierno alemán, de forma pública, mantiene un discurso en el que prioriza la integración de las personas que han llegado al país en esta crisis humanitaria. Las cifras de asilados han generado también polémica: si en diciembre se anunció la llegada de más de un millón de refugiados a Alemania, ahora ha sido corregida y rebajada hasta la mitad. La justificación de este descenso es que estas personas estaban de paso hacia otro país de la UE o que han vuelto a sus países de origen.

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