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La debacle del Banco Popular: cronología de una crisis

Ángel Ron.

Marta Garijo

El relevo en la cúpula del Banco Popular llega en medio de una crisis que ha llevado a un desplome de la acción del 70% en lo que va de año y en la que los rumores de mercado llevan tiempo casando a la entidad con otros rivales. Este miércoles, la guerra interna, recrudecida en los últimos días, se ha saldado con la salida del presidente, Ángel Ron, sustituido en una reunión de urgencia por el hasta ahora vicepresidente mundial de JPMorgan, Emilio Saracho. El nombramiento será sometido a la aprobación de la junta de accionistas que se celebrará en el primer trimestre de 2017, fecha a partir de la cual cesará Ron de sus funciones y las asumirá Saracho.

Es el último episodio la crisis de la entidad, que vive inmersa en dudas sobre su rentabilidad y que este año tuvo que anunciar una ampliación sorpresa de 2.500 millones para mejorar sus cuentas. Un movimiento que ha ido acompañado de un ERE para despedir a 2.600 personas y un proyecto para lanzar un banco malo y quitarse el ladrillo de encima. La acción, que ha llegado a hundirse a niveles de 1987, llegó a tocar los 39 euros por acción en 2007 y estos días ha cotizado alrededor de los 0,7 euros. Tras el anuncio del relevo, ha vivido la mayor subida desde 2012 con un repunte del 13,66%.

Ron llevaba como presidente del banco desde 2004, cuando Luis Valls renunció a la presidencia (que compartía con su hermano Javier) en favor del que era entonces consejero delegado, un hombre de la casa que había comenzado su carrera profesional en Galicia con 22 años (entonces, tenía 42). Después de la renuncia del hermano que quedaba en la dirección en 2006, Ron se hizo con el control del banco  y a partir de ese momento hubo cambios de estrategia que los analistas señalan como el origen de la crisis de hoy. La compra del Banco Pastor, la alta exposición al ladrillo y el abandono de un perfil que había sido tradicionalmente muy conservador llevaron al banco a la situación actual. Estos son los últimos hitos de una crisis que el mercado anticipaba.

La última ampliación

El banco anunció en mayo una ampliación de capital sorpresa para tratar de mejorar su balance. En un entorno de tipos de interés mínimos y con cambios en la forma de contabilizar algunas partidas, el banco buscaba reforzarse, pero lanzaba al mercado señales de que algo no iba bien. Paralelamente a este anuncio, la prensa económica publicaba una posible unión con Sabadell.

La ampliación de 2012 para evitar ayudas públicas

Las pruebas de resistencia de la banca de 2012 arrojaron un resultado negativo para Popular, que evidenció necesitar 3.223 millones de euros. Para evitar las ayudas públicas, con lo que ello conllevaba de posible pérdida de control y estigma en los mercados, el banco decidió realizar una ampliación de capital por 2.500 millones. Lo que se presentaba como una solución definitiva para su futuro no resultó ser tal, como han demostrado los acontecimientos posteriores.

La guerra interna

Las tensiones entre los consejeros críticos y afines a Ron se han intensificado en los últimos días, paralelamente al desplome de la acción. Por un lado, la conocida como sindicatura de accionistas, un grupo de familias cercano al Opus Dei que tiene un 9,6% del capital social, no apoyaba la defenestración de Ron. El grupo crítico, encabezado por el mexicano Antonio del Valle, que es el primer accionista individual de Popular con un 4%, se ha alzado con la victoria, al menos de momento, porque el futuro del banco pinta complicado y muchas apuestas pasan porque sea comprado por otra entidad. Del Valle, según la prensa especializada, estaría tratando de vender el banco.

El peso del ladrillo

El problema más grave del Popular ha sido su exposición al ladrillo. En el balance cuenta con 34.000 millones en adjudicados. La entidad tiene ahora en marcha el conocido como “Proyecto Sunrise”, un nombre bajo el que tiene previsto crear un banco malo, después de que haya intentando salir en solitario durante la crisis de este problema. Parte del problema deriva de la digestión de activos tras la compra de Pastor en 2011, que se produjo ya en plena crisis y sin recurrir, como hicieron luego otras entidades, a ayudas públicas como esquemas de protección de activos para protegerse de posibles imprevistos que pudieran esconder los balances de las entidades compradas.

El ERE

La entidad anunció un expediente de regulación de empleo, que finalmente alcanzará a 2.600 trabajadores mediante prejubilaciones y otras bajas voluntarias. Según ha informado el banco, este recorte de empleo supondrá un coste de 375 millones, pero a cambio espera ahorrarse entre 175 y 200 millones anuales.

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