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La crisis griega separa a Merkel de su poderoso ministro de Finanzas

Markel y Schäuble. Foto de archivo

Salvador Martínez Mas

Berlín —

Angela Merkel ejerce de maestra de ceremonias en la cumbre del G-7 en el hotel-castillo de Elmau. En ese apartado y lujoso rincón bávaro, la canciller estará cómodamente reunida con los hombres más poderosos del planeta. Probablemente allí tenga la oportunidad de dejar de pensar en su segundo de a bordo en el Gobierno alemán, el ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, con quien mantiene de un tiempo a esta parte notables diferencias respecto al futuro de Grecia y de la zona euro.

Puede que oficialmente no figure así, pero en la cadena de mando del Gobierno alemán, después de la canciller Angela Merkel, quien goza de más autoridad es Schäuble. Este veterano político conservador de 72 años, con escaño en el Bundestag desde hace cuatro décadas y con un par de lustros de experiencia dirigiendo ministerios, puede permitirse el lujo de ser lo más parecido a un “verso libre” en el equipo que dirige Merkel.

En diciembre de 2013, pasadas unas semanas de la última victoria de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) en unas elecciones generales, el titular de Finanzas decía “tener una edad y una posición política” que le conferían “mucha libertad”. “Ya no necesito hacer algo para ser alguien, no tengo nada que probar”, aseguraba.

Ahora parece estar dando muestras de lo contrario. Ante los interminables problemas económicos de Grecia y la falta de acuerdos entre los acreedores y el Gobierno de Alexis Tsipras, Schäuble lleva tiempo haciendo todo lo posible por restar dramatismo al “Grexit”. Ésa es la denominación que se ha dado a la eventual salida de Grecia de la zona euro.

Schäuble, a quien se ha llamado en ocasiones “el otro canciller” del Ejecutivo alemán, ha sido hasta ahora brazo derecho de la canciller elaborando la política alemana –y en buena medida europea– frente a la crisis económica en Europa. Ni su estatus ni su relevancia política han cambiado por lo pronto, pero actualmente puede estar marcando demasiadas distancias con la canciller. Habituado como está a ir un poco por su cuenta, ya está incluso preparado ante la posibilidad de que Grecia acabe dejando el euro.

“Existe un plan de acción en el Ministerio de Finanzas ante esa eventualidad”, dice a eldiario.es Olaf Boehnke, director de la oficina en Berlín del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés). Según Boehnke, iniciativas como esa no son algo que se vean con buenos ojos en el Gobierno. Así, por ejemplo, en el Ministerio de Economía, que dirige el vicecanciller y socialdemócrata Sigmar Gabriel, “no se está a favor de plantear como solución el Grexit”, sostiene este experto, que mantiene contactos habituales con los responsables de ambos ministerios.

A Merkel se le ve más cerca de los socialdemócratas que de su responsable de Finanzas en este tema. De ahí que la prensa alemana venga describiendo estos días a Merkel y a Schäuble “en desacuerdo” sobre Grecia, según los términos del diario conservador Die Welt.

Merkel, que sí contemplaría un tercer rescate a la economía griega, está en una posición que dista mucho de la línea dura de Schäuble. Tanto es así que el diario sensacionalista Bild se ha llegado a preguntar por las diferencias entre ambos: “¿Pierde Merkel a su ministro más importante?”.

Las suspicacias generadas por las posiciones divergentes de ambos exigieron que Steffen Seibert, el portavoz del Gobierno, saliera a la palestra el viernes para indicar que la jefa del Ejecutivo y su ministro “no tienen diferencias” y que trabajan juntos de forma “fantástica”.

Que Merkel y Schäuble piensan de forma distinta en materia económica europea es un asunto recurrente en los medios alemanes. En 2010, cuando comenzaron los programas de rescate a Grecia y al resto de países más afectados por la crisis, el semanario Der Spiegel ya señalaba que había “pocas evidencias de que hubiera armonía en la relación de los dos miembros más importantes del Gobierno alemán”.

Sea como fuere, Merkel “tiene miedo a la desintegración de la zona euro, y a que se pueda sentar un precedente negativo con la salida de Europa de uno de sus miembros, porque el proyecto europeo es un proyecto en el que se puede entrar pero donde no se contempla que se pueda salir”, recuerda Boehnke.

Otro miedo que se le puede presentar a la canciller estos días es que, hoy por hoy, según el responsable en Berlín del ECFR, “no existe en la CDU una clara mayoría que pueda votar en el Bundestag a favor de un tercer rescate o una quita de la deuda a Grecia”. Otras fuentes del Gobierno citadas por la prensa han señalado que de los 311 diputados de la CDU, un centenar estaría dispuesto a seguir las opiniones de Schäuble.

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