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Este 20-N va a ser diferente

Aitor Guenaga

Solo el trabajo concienzudo termina por dar sus resultados. En los temas de la memoria histórica en España, los grupos que llevan años desenterrando la barbarie del franquismo pasan más tiempo fuera del foco que atendiendo a los periodistas. Y es ese trabajo callado, recopilando material probatorio, acompañando a aquella familia que rodea una fosa común en un paraje dejado de la mano de Dios, el que termina por dar sus frutos. Antes o después.

Es verdad que la decisión del Tribunal Supremo, en marzo de 2012, de cerrar a cal y canto la investigación de los crímenes franquistas como delitos de lesa humanidad, supuso un jarro de agua fría para todos estos grupos memorialistas que siguen leyendo esa página de la historia, mientras otros hace décadas que la pasaron con rapidez. Con rapidez y sin ningún ánimo de detenerse en ella. Por la paz un ave María.

La investigación de la juez María Servini de Cubría -la magistrada argentina que instruye la querella 4591-10, en la que se investigan los crímenes contra la humanidad ejecutados por la dictadura franquista- ha vuelto a posar la vista (y la investigación) sobre esa página. Y, de alguna manera, de un plumazo ha metido en la sacristía a todos esos que repiten como un mantra “Por la paz un ave María”. La denuncia fue presentada en Buenos Aires el 14 de abril de 2010 por Darío Rivas e Inés García Holgado. Rivas, nacido en Argentina, buscaba rescatar los restos de su padre, alcalde de un pueblo de Galicia, asesinado por la Falange. García Holgado buscaba justicia para su abuelo, detenido por “auxilio a la rebelión” y luego asesinado junto a su tío y dos tíos abuelos. A esta primera denuncia fueron sumándose decenas más. Y actualmente la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina aglutina a más de 100 asociaciones en toda España.

Su decisión de ordenar la detención internacional de cuatro presuntos responsables de crímenes contra la humanidad durante el régimen franquista -el excomisario José Ignacio Giralte González, el exinspector José Antonio González Pacheco, más conocido como ‘Billy El Niño’; el exescolta de Franco y de la Casa Real, Celso Galván Abascal, y el excapitán de la Guardia Civil Jesús Muñecas- sirve para retomar la investigación cortocircuitada del exjuez Baltasar Garzón. Aquello que peyorativamente se denominó desde algunos ámbitos como una “causa general contra el franquismo”. Los mismos que en un momento determinado clamaron contra la “causa general contra el PP” al referirse a la trama Gürtel, la (presunta) financiación ilegal del PP a lo largo de los últimos 20 años. Los mismos que, con traje de ministro, acusan en el Congreso a los portavoces de IU de no tener memoria histórica.

Unas pocas semanas antes de la decisión de la juez Servini -cuya tramitación en los juzgados españoles y en el consejo de Ministros no tiene pinta de ser pacífica, a tenor de los primeros movimientos realizados por la Fiscalía de la Audiencia Nacional- un numeroso grupo de fascistas tomó la sede de la delegación del Gobierno catalán en Madrid el Dia de la Diada. Los fascistas destrozaron parte del mobiliario, tiraron gas pimienta, mientras gritaban “No nos engañan, Catalunya es España”. En el asalto de estos camisas negras del siglo XXI, cinco asistentes resultaron heridos leves. Algunos eran diputados, otros cámaras de televisión.

Los que defienden con ardor guerrero la necesidad de no hurgar en el pasado, de no remover las tierras en las cunetas españolas, de no investigar las torturas de Billy El Niño y compañía y de olvidar los crímenes contra la humanidad de la dictadura que acabó un 20-N deberían saber intepretar estos destellos del franquismo al calor del debate sobre el futuro de Catalunya. La realidad, terca ella, se encarga de arrojar a la orilla los cadáveres que otros creyeron haber dejado bajo cinco llaves en algún baúl de la historia correoso.

La investigación de la juez argentina seguirá a su ritmo, pase lo que pase en la Audiencia Nacional. El próximo 20-N, los grupos que han acumulado pruebas de las fechorias franquistas, entre ellos la asociación vasca Goldatu, volverán a Buenos Aires para seguir acumulando pruebas y nuevos testimonios. Sin duda será una forma diferente de celebrar el 20-N.

Fue Marco Tulio Cicerón quien dijo que “la verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”. Por eso todos los grupos que llevan años trabajando por recuperar la memoria histórica y por impedir que los crímenes que se sucedieron desde aquel aciago 18 de julio de 1936 queden sepultados para siempre tienen otro motivo para marcar el próximo 20 de noviembre en el calendario.

Y lo harán en Argentina, porque todavía hoy en día una de las dos Españas les hiela el corazón.

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