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Retratos políticos de juventud

Aitor Guenaga

Bilbao —

Cuando el actual lehendakari dio sus primeros pasos en el mundo de la política organizada, Íñigo Urkullu tenía apenas 15 años y el PNV aun no era un partido legal. Las influencias en el seminario de Derio (Bizkaia), el entorno familiar, las actividades relacionadas con la cultura vasca actuaron como catalizadores para cruzar la línea. “Para mi Euskadi es algo que he mamado en casa, desde mi infancia, en una familia nacionalista”, se ha retratado a sí mismo el ahora presidente vasco.

La efervescencia nacionalista, los estertores del franquismo, las ansias de libertad, el discurso seductor que para parte de la juventud de la época podía tener ETA, todo hacía de la participación en la política un sugerente cóctel entre la juventud. Koldo Bilbao es el actual responsable de EGI, los cachorros del PNV. Él también se ha socializado en la política con la familia y el entorno de amistades. “Tenía 17 años cuando di el paso, a los 22 ya era responsable de zona y de algunas áreas”, relata. Es muy consciente del grado de desafección y rechazo que arrastra la política tradicional. Y más entre la juventud de hoy en día.

Varios datos revelan que el contexto ha cambiado, y mucho, en las últimas décadas: el 80% de los jóvenes vascos con edades entre 15 y 29 años cree que los gobernantes y los políticos no se preocupan mucho de lo que piensa la juventud. De hecho, la política genera sentimientos de desconfianza (58%), aburrimiento (36%), indiferencia (31%), irritación y solo el 16% de los encuestados muestra interés por la cosa pública y solo un 4% está entusiasmado. Si nos fijamos en la horquilla de edad más alta, la sensación de desconfianza e irritación crece aun más, según el último retrato de juventud del Gabinete de Prospección Sociológica, presentado a finales de 2012.

“Los jóvenes nos piden transparencia, nos exigen que alcemos la voz contra nuestros dirigentes cuando en el partido se producen comportamientos que, aunque puedan no ser ilegales, son incompatibles con una forma decente de hacer política. La corrupción no está haciendo mucho daño”, admite Bilbao, que ahora tiene 26 años.

Para Jon Ruiz de Infante, responsable juvenil en un partido de nuevo cuño como Equo-Euskadi, la experiencia es muy diferente. Parte con la ventaja de no tener el lastre que arrastran los partidos tradicionales. No niega los datos sociológicos, pero su experiencia cuando va a dar charlas o se acercan a la universidad es que “nos encontramos mucha gente joven interesada en la política y en querer cambiar las cosas. Existe ese hartazgo entre los jóvenes, pero sobre todo de los partidos tradicionales y su forma de trabajar nada horizontal. Todo en ellos es muy piramidal, por eso precisamente la gente joven se engancha con nosotros o con movimientos como el 15-M”, explica.

Fin de ETA

Otro de los elementos que ha modificado las relaciones entre la organizaciones juveniles ha sido la decisión de ETA de octubre de 2011 de abandonar definitivamente su estrategia terrorista. Y sobre todo ha facilitado a los partidos constitucionalistas operar de una manera más normalizada en el tejido asociativo, en la universidad y en los foros donde se mueve la juventud. “Se ha notado y muchísimo”, admite Alain Coloma, responsable de Egaz, la organización juvenil de los socialistas vascos. “En la calle tenemos una mayor capacidad de actuación. Esa sensación de trabajo en la trinchera ha ido desapareciendo. No quiero habla de bandos, pero la decisión de ETA ha abierto muchos ojos en muchos lados. Y gente que antes no se nos acercaba, ahora colaboran, les apetece”, comenta el líder de las juventudes socialistas.

Este “nuevo tiempo” que se vive en Euskadi ha permitido también sacar la cabeza a los militantes de Nuevas Generaciones, el brazo juvenil del PP. “Ya los jóvenes no llegan a nuestras sedes con la cantinela del qué dirán mis padre y mis amigos si me vieran aquí”. Su líder en el País Vasco, David Hernández, suelta sin ningún tipo de miedo reverencial a otras organizaciones con más tirón entre los jóvenes que su partido en Euskadi tiene la “organización más moderna y con el discurso más acertado y el más centrado del PP en toda España”. Y aunque admite que la crisis y la situación económica le pesa mucho más al que gobierna, ve al PP como una formación que ha sido “severa con la corrupción” y a sus juventudes como una estructura que “condicional el mensaje del partido”.

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