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“La recuperación económica solo será de calidad si sale adelante la industria”

La catedrática de Economía, Sara de la Rica.

Eduardo Azumendi

Para Sara de la Rica, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco e investigadora de Fundación de Estudios de Economía Aplicada, la única posibilidad de que la recuperación económica sea de calidad es que la industria se recupere. “Dado el nivel de competitividad e innovación que se le exige en este mundo tan globalizado, arrastrará a otros sectores de servicios cualificados”. En caso contrario, su temor es que la creación de empleo provenga en su mayor parte de un sector servicios que “hasta ahora tiene un problema severo de baja cualificación”. De la Rica, profunda conocedora del mercado laboral vasco, auguira que 2015 será un año “donde se vean cifras positivas de creación de empleo”.

¿Cómo ha sido la evolución laboral en Euskadi en 2014?

Creo que podemos caracterizar 2014 como el año en el que la destrucción neta de empleo ha tocado a su fin. Sin embargo, todavía no hemos atisbado el momento en el que la creación de empleo arranca sólidamente para pensar en que se consolida la recuperación económica.

En su último informe refleja una población ocupada cada vez más envejecida y, por lo tanto, ejerce de tapón para los jóvenes; más parados universitarios y de larga duración.

Es cierto que Euskadi tiene un problema acuciante de envejecimiento, pero la razón por la que la población ocupada está tan envejecida es sobre todo una consecuencia de que los despidos se han centrado en trabajadores con contratos temporales, que son más jóvenes. Dado que la mayoría de estos trabajadores han sido despedidos y que la creación de empleo no acaba de consolidarse nos encontramos con una población ocupada donde predominan los trabajadores con contratos indefinidos, cuya protección frente al desempleo es mayor.

¿Habrá creación de empleo en 2015? ¿De qué tipo y en qué sectores?

Sí, creo que 2015 será un año donde se vean cifras positivas de creación de empleo. El descenso de los precios del petróleo y los bajos tipos de interés contribuirán a que nuestro PIB crezca en magnitudes suficientes para crear empleo de modo significativo. Sin embargo, es muy importante ver cómo salimos de esta crisis, qué sectores actúan de tractores de la economía. Mi esperanza es que la industria se recupere, comience a crear empleo sólido y de calidad, y dado el nivel de competitividad e innovación que se le exige en este mundo tan globalizado, que arrastre a otros sectores de servicios cualificados. Esto permitirá que la recuperación económica sea de calidad, tanto en el capital humano que emplea como en la tecnología que utiliza. Si la industria no se recupera, me temo que la creación de empleo provenga en su mayor parte de un sector servicios que hasta ahora tiene un problema severo de baja cualificación.

Los empresarios se aferran a la contratación temporal y precaria, desconfían de la evolución de la economía. En Euskadi, solo siete de cada 100 contratos son indefinidos.

Es cierto y esto es preocupante. Confiemos en que esta contratación tan precaria sea temporal mientras se atisba todavía gran incertidumbre sobre el futuro. Está claro que Euskadi no puede apostar por esta contratación tan precaria, que resulta muy barata, pero que no permite a las empresas a medio y largo plazo contar con la calidad de la mano de obra que precisa. El modelo productivo de Euskadi no puede basarse en servicios poco cualificados para los cuales ni la cualificación ni la formación continua es necesaria. Pero es cierto que hasta el momento esto es lo que hay, una precariedad incluso mayor que la observada en el resto del Estado y esto es preocupante. Además, si Euskadi va por detrás del resto en condiciones laborales, los mejores trabajadores (especialmente los jóvenes) se marcharán. Ya estamos observando de hecho muchos de nuestros mejores jóvenes que van bien a Madrid o al extranjero ante mejores ofertas laborales.

Está surgiendo un nuevo de tipo de trabajador y tal vez de clase social: el trabajador pobre.

Sin duda. Un aspecto muy importante de esta crisis es el aumento que se ha producido en la desigualdad salarial entre aquellos afectados por despidos y aquellos que han podido mantenerse en sus empleos. Los que han perdido un empleo se enfrentan en primer lugar, a dificultades importantes para encontrar otro empleo. Pero además, una vez que lo encuentran, el salario que reciben es sustancialmente menor, en parte porque la retribución por hora trabajada es menor pero también porque se les contrata por muchas menos horas. Y esto es especialmente grave para los jóvenes. En media, pierden cerca del 30% de su salario total en el nuevo empleo. Por esto comenzamos a observar muchos jóvenes con dos y tres empleos simultáneamente, todos ellos con unas condiciones laborales enormemente precarias. Así, me temo que no aguantarán mucho tiempo, sobre todo los que tienen suficiente cualificación.

Los empresarios suelen justificar sus reticencias a contratar en que el problema no está en la entrada en la empresa, sino en la salida. Es decir, el pago de indemnizaciones y las trabas judiciales que impiden la flexibilidad de las empresas.

El pago de indemnizaciones por despido y las trabas judiciales están sin duda lastrando la contratación estable de los trabajadores, no solo ahora, sino también antes de la crisis. Además, los contratos indefinidos tras la reforma de 2012 todavía sufren de notable inseguridad jurídica. Yo soy partidaria de que la contratación indefinida sea más flexible, con menores costes de despido (graduales con el tiempo en la empresa) y con mayor seguridad jurídica para que los empresarios no teman los contratos estables, que debieran ser la norma y no la excepción. Pero junto a esta flexibilidad los trabajadores deben de contar con una rápida activación mientras están en el desempleo y a su vez con prestaciones por desempleo. Para esto es necesario que las instituciones responsables de las políticas activas de empleo se consoliden como agentes activadores, para lo cual hace falta una apuesta decidida que está por ver, al menos en cuanto a su dotación presupuestaria.

La industria metalúrgica vasca prevé una mejora del mercado para 2015, pero advierte de que faltan trabajadores para ciertos puestos. ¿Podría darse la paradoja de que si se estabiliza la recuperación se cree un problema por falta de trabajadores cualificados?

Lo cierto es que la globalización y la revolución tecnológica están cambiando el panorama productivo, y nuestra industria también se ve afectada. Las empresas necesitan trabajadores que puedan realizar nuevas competencias. Creo que en este aspecto la Formación Profesional está haciendo un enorme esfuerzo por dotar a los trabajadores de las necesidades que la industria requiere y los frutos se verán posiblemente pronto. Creo que los responsables de la FP en Euskadi están mostrando una capacidad de adaptación al futuro muy loable. Ojala otras instituciones mostraran el mismo dinamismo y capacidad de dar soluciones.

¿Cuántos años se tardará en recuperar niveles de empleo como en 2007? ¿O es imposible? ¿Nos dirigimos hacia un descenso neto del empleo humano?

Estas son preguntas muy difíciles de contestar porque la economía es una ciencia social en la que el comportamiento humano se mueve por expectativas. Y estas son muy cambiantes en el contexto en el que nos encontramos. Lo que sí parece claro es que para recuperar los niveles de empleo de 2007 es necesario que la demanda aumente de modo notable y para esto es necesario que el consumo, tanto interno como externo aumente significativamente. Aunque se ven signos leves de recuperación del consumo, dados los niveles de endeudamiento privado que tenemos, no es fácil prever una recuperación rápida del consumo y de ahí las reticencias que la mayoría tenemos en cuanto a confiar en una recuperación rápida del empleo. Por otra parte, debemos tratar de no perder el tren de la innovación y el progreso para poder aprovechar las oportunidades de producción y empleo que llegarán con ellos. Y para esto es necesario estar preparados para podernos adaptar a los cambios. Este es, en mi opinión el gran reto a medio plazo. Si no cogemos ese tren, entonces sí que habremos perdido una gran oportunidad.

En alguna ocasión ha dicho que es una crisis de hombres: el 25% ha perdido su trabajo frente al 10% de mujeres.

Esto es totalmente cierto debido a que los varones estaban empleados en los sectores más expuestos a la crisis inmobiliaria que hemos sufrido. La construcción ha perdido casi dos millones de empleos y este sector es fuertemente masculino. Además, también observamos que los varones desempleados están experimentando mayores dificultades para volver a encontrar un empleo que las mujeres debido a que muchos de ellos deben cambiar de sector, y a que el sector que está tirando más fuertemente del empleo es el sector servicios, que es claramente femenino.

¿Estamos en la puerta de un crecimiento de la desigualdad en el mercado laboral: surgimiento de empleos poco cualificados y precarios en los servicios sociales y muy cualificados y bien pagados en ámbitos como el de la tecnología?

Sin duda, al menos a corto plazo. La revolución tecnológica está produciendo que muchos empleos humanos sean sustituidos por máquinas y estos hasta ahora los realizaban los trabajadores con cualificaciones medias. Crecen empleos del sector servicios poco cualificados (atención personal), mal retribuidos y con malas condiciones laborales y también aquellos que requieren de alta cualificación y que se complementan bien con la tecnología. Estos están bien retribuidos. Si las sociedades no somos capaces, desde el sector educativo, de permitir que los alumnos vayan dotándose de las nuevas competencias que el progreso exige (creatividad, capacidad innovativa, emprendizaje) y crear además el contexto institucional que facilite desarrollar estas capacidades, entonces gran parte de los trabajadores se verán abocados a trabajar en estos empleos mal retribuidos y con malas condiciones laborales. Asistiremos a una clara dualidad laboral, de buenos y malos empleos.

¿Euskadi está en mejores condiciones para afrontar la crisis debido a su apuesta por la industria?

Espero que sí. Todavía los datos no nos permiten atisbar una recuperación de este sector pero confío en que la industria vaya recuperando la importancia que siempre ha tenido en nuestro tejido productivo y si cabe, mejorarlo. Pero no va a ser fácil: tenemos demasiadas empresas demasiado pequeñas para enfrentarse a este nuevo entorno globalizado tan exigente. El pequeño tamaño de la mayoría de nuestras empresas juega en nuestra contra y no es un problema menor.

¿Hacia qué modelo productivo hay que tender? ¿Cuál es su consejo para los jóvenes estudiantes, tienen futuro las licenciaturas relacionadas con las humanidades?

Sin duda, debemos tender hacia un modelo productivo que destaque por su calidad, tanto en el capital humano que utiliza, como en su capital tecnológico, como en su capacidad de innovación. Para esto es necesario una capacidad de adaptación muy exigente y continua por parte de empresas y trabajadores. Los trabajadores deben ser más creativos, y para esto algunos estudios de humanidades pueden ayudar a aportar esta creatividad. Pero será necesario complementar la formación de modo que se adquieran las herramientas que serán necesarias en el futuro mercado laboral – idiomas, capacidad de trabajar y aportar al grupo, capacidad de uso de las nuevas tecnologías, etc. Los jóvenes deben ser versátiles, y para ello en su etapa de formación deben ir adquiriendo diversas competencias transversales. Sí es cierto que la formación técnica, que está bastante demandada en el mercado, ofrece posiblemente mayores salidas laborales, pero también los jóvenes con ese tipo de formación deben complementarla para adquirir otras competencias.

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