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Cuando Wert no estaba preocupado por la 'españolización' de los alumnos

José Ignacio Wert, en una comparecencia parlamentaria. Foto: Efe.

Diego Barcala

El ministro de Educación creía hace apenas ocho meses que el orgullo de ser español y el de pertenecer a una comunidad autónoma convivían en armonía en España.

José Ignacio Wert no siempre ha creído en la necesidad de “españolizar” a los niños catalanes. De hecho, hasta hace apenas ocho meses pensaba lo contrario. “El orgullo de ser español convive armoniosamente con un orgullo de parecida intensidad por sentirse miembro de una comunidad autónoma”. Esa es su conclusión en el libro 'Los españoles ante el cambio' que el extertuliano radiofónico publicó para la Fundación Faes (think tank del PP) en febrero de 2012.

Durante el primer capítulo titulado 'Identidad, Nación, Autonomías', Wert analiza los datos del Barómetro autonómico del CIS de enero y marzo de 2010. De esas encuestas se desprende que el 85% de los españoles se siente muy o bastante orgulloso de serlo. El ministro reduce al 12% la cantidad de ciudadanos que manifiesta sentirse poco o nada españoles. “A primera vista, pues, el orgullo de pertenencia –que podemos confortablemente asumir como un proxy de sentimiento identitario nacional– no parece ofrecer una dimensión problemática con carácter general”, opina el que acababa de ser nombrado ministro por Mariano Rajoy.

Pese a no ver ningún problema con las identidades en España, Wert reconoce en el libro de 152 páginas que en Cataluña, País Vasco y Navarra los datos del CIS sí revelan que el sentimiento español es diferente. El sentimiento “fuerte” de identidad española por parte de los catalanes lo eleva Wert al 34,7%. Es decir, casi 4 de cada 10 catalanes considera a España “mi país”. El resto, según el barómetro del CIS, utiliza otras fórmulas que son “menos comprometidas”, según Wert.

Entre febrero y octubre, la opinión de Wert ha cambiado radicalmente al respecto. El pasado 10 de octubre manifestó en el Congreso de los Diputados que el objetivo de su estrategia política era “españolizar” a los alumnos catalanes para que se sientan “igual de orgullosos de ser españoles que catalanes”. El ministro mostró sin tapujos y sin sucesivas correcciones su opinión ante el debate identitario abierto el pasado 11 de septiembre en la Diada.

España no se rompe

Siete meses antes del clamor independentista que recorre Cataluña, Wert radiografió así los sentimientos catalanes. “La sociedad española no presenta ni mucho menos un cuadro de desintegración” comparable a Yugoslavia, Checoslovaquia o Bélgica. En este párrafo, parece que Wert se aleja de las amenazas del PP durante su periodo de oposición bajo el eslogan de 'España se rompe'. Pero sí advierte que es necesario buscar “solución” a la “dejación” que algunos españoles siente hacia el orgullo patrio.

En ningún caso, Wert vincula en su estudio la educación con la identidad nacional. De hecho, pese a reiterar en los últimos meses que los alumnos españoles están a la cola del informe PISA de la OCDE en nivel de comprensión lectora en castellano, no ha hecho hincapié en que los alumnos catalanes no son peores en conocimiento de castellano que los andaluces, extremeños o madrileños.

Wert muestra su opinión hacia el origen de la definición constitucional de España como un conjunto de “nacionalidades y regiones”. Según su opinión, el origen del sentimiento catalán, vasco y gallego “diferenciado” se muestra en la II República y llega vivo a la Transición. En ese momento, según su relato de los hechos, se decidió optar por el sistema autonómico en detrimento de un sistema británico con reconocimiento expreso a las nacionalidades históricas.

Reforma de la Constitución

Aquí aparece otra de las sorprendentes apreciaciones y advertencias que Wert parecía dar al partido de su futuro Gobierno. “Tampoco tiene mucho sentido cerrar los ojos a que ese esquema –que sin duda ha tenido virtudes y rendimientos considerables– ha aparejado nuevos problemas de integración, ha suscitado una dinámica de emulación entre Comunidades potencialmente desintegradora y, lo peor, a mi juicio, no sólo no ha resuelto las diferentes ”cuestiones“ históricamente pendientes, sino que las ha agravado”. He aquí que Wert llegó a la misma conclusión que varios líderes nacionalistas: el sistema autonómico ha llegado a su tope y “no hay que descartar” una reforma de la Constitución.

El ministro analiza las consultas soberanistas hechas hasta la fecha de publicación del ensayo (febrero de 2012) y las desprecia. Considera que sólo han participado 900.000 catalanes en las consultas y zanja el asunto: “Puestas las cosas en su sitio, no habría pues mayor motivo para inquietarse”. Eso sí, advierte del peligro de sumar a las élites nacionalistas al carro del independentismo. Algo de lo que le acusó precisamente el expresident Jose Montilla en una entrevista en eldiario.es en la que le acusa de ser “una máquina de crear independentistas”.

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