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Aguirre se opone a la plaza Zerolo pero bautizó colegios como Manuel Fraga o Loyola de Palacio

Aguirre inaugurando el colegio Agustín Rodríguez Sahagún en enero de 2011

Diego Barcala

Una pelea entre Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre comenzó la batalla ideológica por el control de los nombres de los centros educativos públicos de Madrid. Fue en noviembre de 2010 cuando el Gobierno de Aguirre se negó a nombrar con flores y plantas las escuelas pagadas con el Plan E al Consistorio (la partida de inversión anticrisis ideada por el Gobierno de Zapatero) e impuso nombres de zarzuelas: 'La corte del faraón', 'Doña Francisquita'…

La batalla la ganó Aguirre y la amenaza de ir a los tribunales conllevó un polémico cambio de normativa para que el nombre de los colegios que se debía consensuar con la comunidad educativa, pasara a ser una decisión del Gobierno autonómico. Con ese poder, el PP de Aguirre y González bautizó así los colegios de los nuevos barrios de Madrid completando una red escolar de homenaje a políticos conservadores: Manuel Fraga, Margaret Thatcher, Leopoldo Calvo Sotelo, Adolfo Suárez, Agustín Rodríguez Sahagún o Loyola de Palacio.

Todos los colegios bautizados por el PP en Madrid con nombres de políticos conservadores fueron inaugurados entre 2007 (por ejemplo el Loyola de Palacio) y 2013 (el Manuel Fraga), cuando la expansión de los nuevos barrios de la capital en Sanchinarro, Vallecas o Carabanchel fueron equipándose con nuevos servicios públicos. El último colegio al que le puso nombre Ignacio González fue el Margaret Thatcher. El sucesor de Aguirre explicó: “Me parece lógico que sea la Comunidad quien ponga el nombre del centro”, ante las quejas de las asociaciones de padres de alumnos.

Aunque la afición del PP por la exlíder británica no acaba ahí. En 2014, la plaza cercana a Colón que alberga el Hard Rock Café pasó a llevar el nombre de la que fuera primera ministra. El día de la inauguración, Aguirre, entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, señaló que era “de justicia el reconocimiento hacia una política tan importante que hizo tanto por la libertad”.

Ahora, el PP municipal de Aguirre ha votado contra cambiar el nombre a la plaza Vazquez de Mella, en Chueca, por el del socialista Pedro Zerolo, que luchó por los derechos LGTB y falleció en junio. “Nos oponemos por el coste que supondrá el cambio de los planos, guías y mapas de la ciudad”, argumentó el miércoles el concejal Pedro Corral sobre la nueva Plaza Pedro Zerolo.

Sin embargo, el coste del cambio de nombre del Aeropuerto de Barajas por el de Adolfo Suárez tuvo un coste de entre medio millón y un millón de euros, según estimó AENA. Aquella idea llevada a cabo a propuesta de la alcaldesa Ana Botella, no tuvo reparos económicos para el PP de Madrid.

La negativa del grupo municipal de Aguirre sorprendió a los que propusieron la iniciativa. “Creía que todo el mundo lo iba a apoyar. Después de una campaña en la que la derecha incluso había pedido disculpas por sus posturas anteriores en cuanto al matrimonio homosexual, han vuelto a demostrar que la derecha sigue siendo muy conservadora”, explica la concejal socialista Purificación Causapié.

“A veces hemos recibido quejas de los padres a los que no les gusta que su hijo vaya a un centro que se llama Manuel Fraga, pero siempre les decimos que puede no gustar pero que es legal desde que cambiaron la ley”, explica el presidente de la asociación Giner de los Ríos, que agrupa a la mayor parte de asociaciones de padres de alumnos, José Luis Pazos. “Lo más

adecuado es que sea la comunidad educativa del centro y no el político de turno el que elija el nombre del colegio. Así ha sucedido siempre y por eso en algunos colegios se ha homenajeado a profesores que llevaban muchos años enseñando en la zona o casos así“, añade.

El colegio Tarradellas

Junto a estos homenajes a políticos conservadores, Aguirre también jugó al nacionalismo español con dos nombres elegidos en pleno debate por el proceso independentista en Cataluña. El colegio Cortes de Cádiz o el Josep Tarradellas son dos ejemplos. Es frecuente que la presidenta del PP en Madrid acuda al principio del siglo XIX para defender la unidad de España. “El reconocimiento de Cataluña como nación lleva implícita la imposibilidad de que exista la nación española tal y como ha sido concebida desde las Cortes de Cádiz”, defendía en elmundo.es en 2006.

También acude a La Pepa de 1812 para confundir con el concepto de libertad. “El Partido Liberal orgullosamente se proclama heredero legítimo de aquellos españoles que en las Cortes de Cádiz lucharon contra el absolutismo, está hoy en las mejores condiciones para llevar a cabo la alternativa al Gobierno socialista”, escribió como militante del Partido Liberal a finales de los 70.

Para entender el caso de Josep Tarradellas, histórico presidente de la Generalitat en el exilio, hay que recuperar la biografía de este político de ERC. Adolfo Suárez le restituyó en el cargo de la Generalitat cuando lanzó su famoso “Ciutadans de Catalunya, ja soc aquí”. Una frase en la que algunos historiadores interpretan el inicio de la postura contraria de Tarradellas a la independencia al aludir a todos los ciudadanos de Cataluña y no solo a los catalanes.

El histórico dirigente republicano murió en 1988 como un traidor para los independentistas catalanes y de ahí que Esperanza Aguirre le homenajeara con un colegio inaugurado en 2013, con el debate catalán incendiado. “Ese caso llegó cuando también prometió que los centros de Madrid enseñarían catalán” recuerda la exdiputada de IU, Eulalia Vaquero.

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