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¿Por qué Día de la Hispanidad cuando queremos decir Tercer Día de las Fuerzas Armadas?

El entonces príncipe Felipe, en una pasada celebración del 12 de octubre. \ Efe

Bernardo Navazo

Hoy domingo 12 de octubre, Día de la Fiesta Nacional o Día de la Hispanidad, se celebra “la construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política” y la efemérides histórica de “un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos”.

Y, sin embargo, llama la atención que el acto principal de la jornada (y aquel que más se promociona) sea un desfile militar.

Es decir, que hoy 12 de octubre un hecho político y cultural como es la narrativa de la formación de España y de la comunidad iberoamericana se celebra, principalmente, con un desfile castrense del que conocemos todos los detalles (que 52 aeronaves participarán en la exhibición aérea, que 3.000 militares y 43 vehículos no blindados desfilarán por el centro de Madrid, que tendrán lugar sendos homenajes a los caídos y a la bandera, que se loará apropiadamente al Ejército del Aire en el 75º aniversario de su creación, que el presidente de la comunidad autónoma de Galicia estará presente) pero que fagocita la presencia del resto de países iberoamericanos.

Y esta sobrerrepresentación militar cuando ya los Ejércitos cuentan con su propio “Día de las Fuerzas Armadas” a principios de junio o con la “Pascua Militar” cada 6 de enero.

Son así tres las diferentes ocasiones a lo largo del año en las que el Ministerio de Defensa se permite un baño de multitudes (aunque siempre con mensajes y por motivos diferentes) que sólo artificialmente se dotan de sentido por un apoyo incondicional y acrítico a las Fuerzas Armadas.

El porqué de estas incoherencias en la proyección de la imagen pública del Ministerio de Defensa tienen que ver, tengo para mí, con una incoherencia más profunda con la que convive el departamento de Pedro Morenés, el de una institución del siglo XIX en pleno siglo XXI.

Historia de dos Ministerios

Así nos cuentan que el Ministerio de Defensa cuenta con un presupuesto de 6.000 millones de euros, emplea a más de 130.000 personas entre personal civil, cargos altos y medios y efectivos de tropa y marinería, impulsa una industria tecnológica avanzada y competitiva a nivel internacional y se enorgullece de ser una institución democrática y moderna que defiende al país de un conjunto de riesgos y amenazas a los que se enfrenta.

O, al menos, esa es la versión oficial.

Pues lo cierto es que ya sabemos bien que esa narrativa no es del todo exacta: gracias a diferentes trucos extrapresupuestarios el Ministerio de Defensa aumenta su presupuesto cada año en un 50 % de espaldas a la opinión pública, existe una lista amplia de excesos y escándalos en el departamento de Pedro Morenés relacionados con la compra pública de armamento que aún no ha visto la luz, sabemos de situaciones de abusos y acoso laboral a los que la justicia militar no ha hincado el diente, aparecen en los últimos meses y por primera vez casos de corrupción (en Albacete, en Getafe, en el buque Juan Sebastián Elcano) demasiado grandes como para ser silenciados dentro del Ministerio y, sobre la industria del sector, lo más exacto sería decir que resulta muy difícil pronunciarse, pues los trabajos de investigación realizados sobre ellas son cualquier cosa excepto objetivos.

La narrativa de un Ministerio de Defensa transparente y abierto, que convive con una democracia del siglo XXI y es incompatible con la corrupción se muestra, al indagar, equivocada. Existe un Ministerio de Defensa del que nos hablan y otro Ministerio de Defensa que nos ocultan.

Y lo anterior sin matiz alguno al hecho de que nuestras Fuerzas Armadas realizan, en el agregado, una labor vital para cualquier comunidad política: proporcionan seguridad y defensa ante una lista muy real de riesgos y amenazas y cumplen con profesionalidad nuestros compromisos en materia de defensa con el resto de socios y aliados.

Pero ese deseo de ocultar sus vergüenzas y las prácticas de muy dudosa integridad que empezamos a conocer lleva año tras año a la cúpula del ministerio de Defensa a presentar un discurso público deslavazado. Y aprovecha cualquier oportunidad existente (el Día de la Hispanidad, el Día de las Fuerzas Armadas, la Pascua Militar) para trasladar un mensaje algo infantil sobre el Ministerio en el que no existe mención alguna a las múltiples zonas grises que presenta.

Tres celebraciones militares, mensajes incoherentes, loas acríticas, problemas reales en el Ministerio que son silenciados… El resultado de este estado de cosas es que tenemos unas Fuerzas Armadas que gozan de una muy buena imagen pública, pero de las que la ciudadanía es totalmente desconocedora en lo relativo a su papel en el siglo XXI y a sus claves principales.

Quizá el Ministerio se queja de la incomprensión que siente por parte de la sociedad española. Lo cierto es que poco hacen por ponerle remedio.

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