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Iglesias, Rufián y Matute

José María Calleja

Ahora se trata de saber si el ritual de complicidades puesto de manifiesto en discursos, gestos, saludos y aplausos por Iglesias, Rufián y Matute en el debate de investidura, se quedará a vivir en toda la legislatura o formará parte sólo del acto propagandístico de la mediática jornada inaugural.

Fue Rufián el que más destacó en el empleo de un tono matón, amenazante, pura dialéctica de los puños, que pasa por alto el hecho evidente de que su ERC está encantada de colaborar con el partido burgués por excelencia, estandarte de la derecha catalana, avanzados peninsulares en la política de recortes sociales, empantanado en un régimen de corrupción identitaria desde su origen, con pijos como Mas, que no movieron un dedo desde su yate contra Franco. Han bloqueado en ERC todas las iniciativas para esclarecer la corrupción vocacional del partido de Pujol.

No sé si este joven matón conoce quién fue Heribert Barrera, prócer de ERC, xenófobo y fascista, que odiaba a los musulmanes, a los venidos de fuera de Cataluña, porque ponían en peligro la identidad catalana; que defendía un país monolingüe y etnicista, que justificaba los crímenes de Eta; vamos, un Donald Trump antes de tiempo. Míratelo, Rufián. Busca Heribert Barrera, por si no lo sabes o no te lo han contado, y verás cómo coincidía al limón con la Ferrusola en su rechazo a los que venían de fuera, con otros olores, otras ropas y otras creencias, como un peligro para la identidad católica nacionalista catalana -rezar y robar- de toda la vida.

Matute ha dado por buenos todos los asesinatos de ETA y no ha condenado ni siquiera el crimen de José Luís López de Lacalle, ejemplar miembro del PCE en la clandestinidad, encarcelado por Franco, y al que la banda le voló la cabeza cuando venía de comprar todos los periódicos. Matute, que forma parte de Alternatiba y estuvo en la Izquierda Unida del País Vasco, saludó con efusión a Rufián cuando regresaba a su escaño después de justificar a ETA. Nos explicó Matute que ETA estaba bien. Madina se indignó, como con Rufián.

Iglesias aplaudió eufórico las palabras de Rufián, y las de Matute, y le dio al andaluz renegado una palmada de conmilitón, cosa que no hizo, por cierto, Garzón, critico con lo que califica hipocresía y doble discurso de Rufián: uno para Cataluña y otro para el resto de España.

Cuando asesinaron a López de Lacalle, Arnaldo dijo que era la forma que tenía la organización -eufemismo que circunvala decir ETA- de poner sobre la mesa su opinión sobre el papel de los medios de comunicación en el País Vasco. Qué cosa esta, que das una opinión y pasan los camilleros para llevarse, muerto, al discrepante, al que has señalado con tu opinión. Socialización del sufrimiento.

Iglesias aplaudió también lo dicho por Matute, evocaba lo que dijo él en la anterior investidura, y le dio otra palmada de colega, de apoyo a sus palabras. La triple alianza.

Es evidente que los tres están unidos por los mismos odios viscerales y está claro que han inaugurado una triple A, que me temo que durará lo que dure la legislatura. O sea, cuatro años.

En el caso de Iglesias resulta muy significativo el contraste entre sus ataques a los socialistas, ceño fruncido y estacazos para hacerles la oposición, y las sonrisas de frente relajada y florete delicado, con las que baila el rigodón con Mariano Rajoy. Ya ocurrió en el anterior debate, cuando Iglesias y Rajoy dieron muestras de sintonía personal y de compartir un mismo enemigo. ¡Cómo se gustan Rajoy e Iglesias! ¡Cómo jaleaba Rajoy a Iglesias en la fiesta de la Constitución española, el 6 de diciembre del año pasado!

Esa triple alianza escenificada entre Iglesias, Rufián y Matute en la investidura de Rajoy creo que se mantendrá durante los próximos cuatro años. Tiene que ver con lo enunciado en el discurso de Iglesias, cuando se refirió a las “naciones sin estado” dentro del Estado español. La agenda de la legislatura va a estar marcada, entre otras cosas, por la urgencia nacionalista en Cataluña; muy probablemente, aunque en menor medida, en Euskadi y es más que posible que también el nacionalismo gallego, más o menos en régimen de marea, hará todo lo posible por sumarse a la ola, incentivada por Iglesias, que ha pasado de ser considerado “español” por Mas a pedir referéndum en todas partes. (Por cierto, ¿se puede ser nacionalista y de izquierdas? Yo creo que no).

Por el momento, tenemos la puesta en escena de esa triple alianza: Iglesias, Rufián y Matute. Veremos cómo queda al acabar la legislatura, pero el frente inaugural está claro: palabras, palmetazos y aplausos les unen.

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