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Todas lo fueron y todas podemos serlo

Barbijaputa

“Asesinada una periodista de EL MUNDO de Burgos a manos de su ex marido”. Este es el titular que hemos podido leer hoy en El Mundo debido al nuevo feminicidio que sumamos a la lista de 83 mujeres asesinadas por un hombre (35 de ellas a manos de su propia pareja o expareja).

La crónica, además del contundente titular, incluye una foto del –todavía presunto– asesino y su nombre completo. Además, describen la trayectoria laboral de la mujer: “Yolanda Pascual Expósito, de 50 años, llevaba vinculada a El Mundo-El Correo de Burgos desde su fundación, hace 13 años. En la actualidad, desempeñaba la función de jefa de sección”. Es un crónica y también es un pequeño reconocimiento a su labor para con El Mundo y la sociedad.

Esta crónica es una crónica digna, y el tratamiento de la noticia demuestra repulsa y dolor: describiendo quién era Yolanda, qué hacía, cómo el ayuntamiento y su alcalde han comunicado su rechazo a la violencia machista; informando de cómo todas las personas que trabajan en los medios asociados a El Mundo se concentrarían a las puertas de sus redacciones en señal de protesta... éste es el tratamiento que el feminismo espera de absolutamente todos los feminicidios. Titulares que no suavicen la realidad, artículos que muestren hartazgo, repulsión y rechazo.

La misma información que hoy nos muestran de Yolanda y que nos hace conocerla un poco más, en otros casos no se tardaría más que unos minutos en recopilar. Porque nos duele Yolanda aunque no la conociéramos, no tanto como a los que sí, eso seguro, pero nos duele y nos indigna, nos llena de ira que otro hombre más se haya creído dueño de la vida de una persona sólo porque era mujer. Nos duele ella y nos duelen todas. Y nos duele porque nosotras hemos entendido que hoy es Yolanda y mañana puede ser nuestra compañera, nuestra amiga... o podemos ser nosotras mismas.

Necesitamos que todos los medios se conciencien y sientan la misma ira que hoy, la misma ira que nos lleva en el feminismo a echarnos a la calle a protestar, que nos hace escribir artículos feministas, que nos hace difundir masivamente en nuestras redes cada nuevo femincidio, que nos hace gritar que basta ya.

Necesitamos a los medios como aliados, justamente como hoy, que traten las noticias como si hablaran de personas y no de números, que hablen de quién era la mujer que un hombre decidió asesinar, qué significa su pérdida para su entorno, para sus compañeros y su comunidad, con crónicas que hagan entender a la sociedad que le han arrebatado la vida a una mujer, a una madre, a una hermana, a una trabajadora, que no es sólo se trata de unas siglas, de un cuerpo hallado muerta en algún lugar, de que no sólo es “otra más”, sino de que era una mujer con una vida. Una vida como la tuya, como la mía, como la de los mismos señores de los medios: ni menos importante ni menos dolorosa.

Necesitamos a los medios tan involucrados como hoy, que sientan como propia la pérdida de cada mujer asesinada, aunque no la conozcan. Los medios y sus periodistas tienen el poder de ayudar al feminismo a concienciar a la sociedad, de dedicar esfuerzos y espacios a contenidos feministas y a formar a sus redacciones con perspectiva de género, esa perspectiva que ahora sólo son capaces de desarrollar si conocían a la víctima.

Señores de los medios de comunicación: honren a Yolanda como se merece, y traten cada asesinato como está claro que saben hacerlo. Usen el lenguaje correcto: el lenguaje no es inocuo, la misma Yolanda así lo denunció hace sólo unos meses. Escúchennos, léannos. Pueden hacer mucho para que haya menos Yolandas, menos Anas y menos Marías, pueden y deben hacerlo para que sus parejas y exparejas no decidan eliminar vidas porque sí, porque quieren y porque pueden. Pueden hacer mucho bien contra este mal, pueden trasladar el dolor de cada pérdida a cada lector, pueden concienciar desde sus páginas, pueden convencer de que la culpa jamás es de ellas, pueden informar y formar a otras mujeres que estén leyéndoles sobre cuáles son las salidas a una situación de maltrato.

Involúcrense, formen a sus redacciones con perspectiva feminista, exíjanles a sus periodistas crónicas que quiten el aliento, que hagan suyo el dolor y hagan que el lector lo sienta. Si hoy consiguen soliviantar a sus lectores con artículos y crónicas políticas y deportivas, y ayer lo consiguieron con las víctimas de ETA, hoy pueden hacerlo con el machismo. Sólo tienen que dejar de tratar cada feminicidio como quien escribe la lista de la compra y hacerlo como si todas fueran Yolanda, porque sí, todas lo fueron y todas podemos serlo.

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