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En primera persona

Testimonio de mujeres atrapadas en Afganistán: “Prefiero que mis hijas mueran antes que caer en manos de los talibán”

Dos mujeres afganas contemplan el paisaje en Kabul, capital de Afganistán

Sara / Amina / Roya / Marjan / Elham / Tamana Begum / Sahar / Safia / Hava / Angela / Khatera / Fatima

Herat —

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Somos un grupo de mujeres que escribimos desde Herat, una ciudad muy antigua, fundada por Alejandro Magno y famosa por la belleza de sus monumentos y sus parques, pero que para nosotras será nuestra cárcel. Los talibán controlan toda nuestra provincia, han cerrado la frontera con Irán y no podemos escapar ni por tierra ni por aire, porque el aeropuerto está cerrado.

Todas las ciudades de nuestro país están sitiadas por los talibán, que controlan el resto del territorio. Mucha gente querría escapar de las ciudades, sus tiroteos y bombardeos, pero no pueden hacerlo y por eso están viviendo en las calles o en tiendas de campaña improvisadas. Comienzan a escasear los suministros, tanto para la gente como para el ejército, al que también le faltan municiones.

En las zonas ya definitivamente controladas por los talibán han cerrado 176 escuelas. Se ha prohibido el acceso de las niñas a la educación, y muchas de ellas son casadas a la fuerza a partir de los 15 años. Se reparten a las mujeres como botín de guerra, las violan y las azotan en público por sorprenderlas sin burka. Mientras, los niños son reclutados a la fuerza como soldados. Ese será el destino que nos espera si cae en sus manos nuestra ciudad. 

Por eso, antes de que se apaguen nuestras voces y desaparezcan nuestros rostros, queremos enviaros estos mensajes, ocultando nuestros verdaderos nombres, para intentar no desaparecer definitivamente en el olvido.

Sara

Desde Bamian

Estoy muy preocupada por mis tres hijas. No tenemos sitio al que huir. La gente nos dice: “Cuando los talibán tomaron los distritos de Saighan y Kahmard, entraron en todas las casas por la fuerza y contaron el número de vestidos para saber cuántas mujeres vivían en cada casa”. Cuentan que los talibán se llevan a las mujeres y a las niñas a la fuerza. Prefiero que mis hijas mueran de una manera digna antes de que caigan en sus manos.

Amina

28 años, periodista en Herat, huida a Europa en 2020

Me siento segura en Europa, pero estoy conmocionada por las noticias que me van llegando. No puedo dormir ni concentrarme en nada. No sé si estoy viva o muerta. Me avergüenzo de mí misma y me siento totalmente inútil.

Roya

23 años, estudiante en la Universidad de Herat

El único recuerdo que dejan tras de sí los talibán es su violencia y el trato inhumano a las mujeres. Volverán a convertir otra vez en sufrimiento toda nuestra vida cotidiana. La comunidad internacional debería saber que si no los detiene, algún día tendrá que lamentarlo.

Marjan

19 años, estudiante de Bellas Artes en Herat

Acabo de leer el libro La última chica de Nadia Murad (la activista yazidí que lucha en defensa de los derechos humanos y que ganó el Premio Nobel de la Paz en 2018). Lo que cuenta Nadia de los horribles crímenes cometidos por ISIS en Irak es muy semejante a lo que están haciendo los talibán, sobre todo en la esclavización de mujeres y niñas, a lo que los islamistas llaman jihad-ul Nikah.

Creo que la comunidad internacional, sobre todo EEUU y los demás países libres que respetan los derechos de las mujeres, deberían pensar un poco en los talibán y no permitir que tomen el poder en Afganistán y conviertan a 16 millones de mujeres y niñas en sus esclavas.

Elham

21 años, estudiante de Económicas en una universidad privada de Herat

El retorno de los talibán acabaría por destruir la economía del país, ya de por sí muy empobrecida. Lo único que saben es cometer atrocidades, pero no tienen ni idea de cómo se gobierna un país. La comunidad internacional no debería dejarnos totalmente abandonadas. Por lo menos deberían presionar muy en serio a los talibán e impedir que se constituyan en un nuevo Estado, porque será un Estado plenamente terrorista con el que tendrán que enfrentarse.

Tamana Begun

24 años, maestra

Si nadie para a los talibán, mis sueños se irán conmigo a la tumba. El mundo debería saber que las mujeres afganas jamás hemos sido las responsables de ninguna guerra, sino siempre sus víctimas, y las víctimas de todos los conflictos y todas las formas de violencia ejercidas por los hombres.

Sahar

26 años

Con los talibán avanzando hacia las ciudades y escuchando el trato degradantes al que someten a las mujeres, soy totalmente incapaz de dormir. Si ese grupo terrorista entra en mi ciudad, matarán a algún miembro de mi familia y me azotarán en público por llevar zapatillas de deporte y no burka. Prefiero ya no preguntar al mundo qué está haciendo por Afganistán.

Safia

26 años, Bamian

Soy estudiante desde los 16 años. Mi sueño habría sido ser profesora de universidad algún día, pero la vuelta de los talibán supondrá para mí el encarcelamiento en mi propia casa y mi muerte, poquito a poco. El mundo no puede ignorar la amenaza que representan los talibán para las mujeres.

Hava

25 años, Herat

Le suplico a los que gobiernan todos los países que han ayudado a Afganistán en las últimas dos décadas, y a todas las personas que respetan los derechos humanos y los derechos de las mujeres en particular, que vean el documental de Saira Shah Detrás del velo y se den cuenta de cuántas mujeres sufren una auténtica muerte civil y una pérdida total de la dignidad. Al acabar de verlo, piensen, por favor, qué se debería hacer con los talibanes.

Sabemos que el Estado afgano está pagando el precio de su tolerancia con los talibán durante dos décadas, pero piensen que hay millones y millones de mujeres que no han tenido nada que ver con todo este sinsentido de guerra continua y violencia. A ellas solo les ha tocado sufrirlas.

Angela

18 años, estudiante de bachillerato

Cada día cuando me despierto, en lo primero que pienso es en hacer mis ejercicios de taekwondo, soñando que algún día pueda representar a Afganistán en unas Olimpiadas. Miles de chicas tienen los mismos sueños que yo, y quiero que todo el mundo sepa, y sobre todo que Antonio Guterres, Secretario General de la ONU, se imagine lo que supone que un grupo armado entre en tu ciudad por la fuerza y anuncie por radio, televisión e internet que a partir de ese día las niñas jamás volverán a ir a la escuela y que nadie tendrá ya derecho a soñar y poder llegar a ser lo que le habría gustado ser. A usted, señor, ¿qué le gustaría poder hacerle a ese grupo?

Khatera

26 años

Soy mujer y además soy hazara y tengo un pequeño negocio. También he cursado un grado de Sociología. Y todas estas cosas que yo soy, son para los talibán un problema, un pecado y un crimen. Este es mi caso y el de millones de mujeres afganas. Tengo que cuidar a mi madre y por eso no puedo huir de Afganistán. Sé perfectamente que la toma del poder de los talibán supondrá el fin de mis sueños, de mis planes y, quizá, de mi propia vida.

Suplico a la comunidad internacional y a todos los países que respetan los derechos humanos, y en particular los derechos de las mujeres, que reflexionen sobre lo que va suponer el triunfo de los talibán. Me gustaría pensar que la comunidad internacional nunca tendrá que llegar a decir “hubiésemos podido prevenir todos los crímenes y las atrocidades perpetradas por los talibán, pero decidimos marcharnos”.

Fatima

30 años, profesora de Historia en un instituto

Tras la retirada soviética de Afganistán el país sufrió un sangrienta guerra civil y cuando los talibán tomaron el poder entre 1996 y 2001, los miles y miles de hombres caídos en la guerra habían dejado miles y miles de mujeres viudas. Los talibán les prohibieron trabajar y por eso el hambre y la más absoluta de las miserias llevó a miles de ellas a ejercer la prostitución en las condiciones más degradantes.

Esas prostitutas fueron arrestadas y lapidadas en los espacios públicos, pero sobre todo los viernes en los estadios. Temo que la historia vuelva a repetirse y por eso suplico que alguien los detenga antes de que sea demasiado tarde.

Nosotras somos: Sara, Amina, Roya, Marjan, Elham, Tamana Begum, Sahar, Safia, Hava, Angela, Khatera y Fatima. Sabemos que es casi seguro que nadie pueda ayudarnos, pero ¡por favor!, recuerden que nosotras también hemos vivido una vez. Cuando hayamos desaparecido en el silencio, ¡por favor!, relean estos restos de nuestros pensamientos y nuestros sentimientos.

Herat, Afganistán, agosto de 2021.

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