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Corrupción: la reputación de España cotiza a la baja

Astrid Barrio

De acuerdo con el último barómetro del CIS hecho público esta semana en el mes de noviembre prácticamente se ha doblado el número de personas que considera que la corrupción es el principal problema de España (del 16 % en octubre hemos pasado al 30% en noviembre) y también han aumentado  considerablemente los que la perciben como el segundo problema. Este importante aumento que ha situado la preocupación por la corrupción en la cota más alta de la historia se explica porque en los últimos meses hemos asistido a numeroso escándalos de corrupción, y hay quien incluso quien ha hablado de un octubre negro,  especialmente por los casos de las tarjetas Black de caja Madrid y por la masiva operación Púnica, entre otros. En los medios de comunicación se ha hablado mucho de corrupción y esa circunstancia ha incidido en que cada vez más gente la perciba como un problema. Pero de ello no deberíamos deducir que en España exista un problema de corrupción generalizado.

Porque una cosa es lo que pasa y otra lo que se percibe. Esta diferencia entre lo que realmente pasa y lo que se percibe ya se puso de manifiesto hace unos meses en el primer informe Anticorrupción de la Unión Europea  que entre el 60 y el 70% de los españoles afirmaba verse afectado por la corrupción en su vida cotidiana,  una cifra que situaba  a España a la cabeza de Europa. En cambio, como vimos anteriormente,  sabemos que el índice de victimización, es decir las personas que declaran haber asistido o haber vivido un caso de corrupción es bajo, se sitúa en  España en torno a un 8 por ciento, una cifra equiparable al resto de países europeos. La gente percibe que hay mucha corrupción pero cuando se les pregunta si la han sufrido responden que no.

Este misma distorsión entre percepción y realidad se ha vuelto a constatar esta semana en el informe sobre corrupción elaborado por Transparencia Internacional, un informe hecho a partir de opiniones de expertos (concretamente empresarios y analistas).  Desde el año 2006 la percepción respecto a España ha ido retrocediendo y ha pasado de una puntación de 68 y de ocupar el puesto 23 a obtener 60 puntos sobre 100 y a situarse en el puesto 37 de un total de 175 estados,  lo que la ha situado a la cola de Europa. España cada vez tiene menos puntos y está más abajo en el ranking de países “limpios” (aunque hay que señalar que la peor puntuación y posición de la serie la obtuvo en 2013).

Puntuación y posición de España según el Índice de Percepción de la Corrupción:  (2006-2014)

Lo que sorprende de estos datos, sin embargo, es que concretamente hacen referencia a corrupción administrativa  y sabemos, al menos hasta ahora, que la corrupción en España es sobretodo de naturaleza política y que hay poca corrupción administrativa.  Los españoles no han de sobornar al médico, al policía o al funcionario para beneficiarse de sus servicios. La corrupción es algo que afecta a los políticos y  no necesariamente se encuentra vinculada a la financiación de los partidos políticos, como muchas veces se ha dicho.

Se constata,  de nuevo,  que existen diferencias entre  la percepción y la realidad, y que estas diferencias no sólo afectan a los ciudadanos sino también a los expertos. Todo ello, lo que pone de manifiesto con independencia de los hechos, es que la reputación de España, en los últimos años, cotiza a la baja.

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