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El guirigay por la Alcaldía de Granada salpica la imagen de estabilidad de PP y Ciudadanos en el Gobierno andaluz

Luis Salvador, alcalde de Granada, y Juan Marín, vicepresidente de la Junta, en una imagen de archivo.

Daniel Cela

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La crisis de gobernabilidad de Granada ha salpicado a los socios del Gobierno andaluz -PP, Ciudadanos y Vox- que coinciden en el atolladero “complicado” en el que se encuentra inmerso el Ayuntamiento, pero señalan como principal responsable al otro. El pacto que el pasado sábado hizo alcalde al candidato naranja, Luis Salvador, con los votos de PP, Cs y Vox no estaba ni está escrito “en ningún documento”.“En ese momento, para nosotros era preferible tener un alcalde de Cs en Granada a uno del PSOE. No sabemos si Cs hubiese hecho lo mismo, pero preferimos arriesgarnos”, admite el portavoz parlamentario del PP y miembro de la comisión negociadora de los pactos municipales con Cs, José Antonio Nieto.

Ahora, las tensiones que no existen o que no se ven entre los socios de la Junta de Andalucía hacen saltar chispas en Granada, arrojando una “mala imagen del partido” y una sensación de “inestabilidad” que perjudica a la triple alianza PP-Cs-Vox. Los socios han mandado a sus dirigentes locales un llamamiento para que cierren “cuanto antes” un acuerdo de legislatura por escrito.

El pacto de Granada se fraguó a última hora del viernes, apenas 12 horas antes de la constitución del Ayuntamiento, y fue auspiciado desde la dirección nacional del PP en Madrid (que maniobra para echar a su líder provincial, Sebastián Pérez) en línea directa con el propio Luis Salvador, y sin tener encuentra el difícil encaje personal de los dirigentes locales de PP, Cs y Vox en la capital granadina. “Se odian a muerte”, dice un dirigente de la ejecutiva regional popular. El único objetivo común y claro a esas alturas era impedir un Gobierno municipal socialista liderado por el anterior regidor, Francisco Cuenca.

El coste político de investir alcalde a alguien sin ningún documento programático firmado se visibiliza a las pocas horas de que Salvador tomase posesión: el PP asegura que el acuerdo con Ciudadanos consistía en repartirse los cuatro años de legislatura, los dos primeros con un regidor naranja, los dos siguientes con un alcalde popular. Ciudadanos lo niega: Salvador sería alcalde los cuatro años. Esta discrepancia entre los socios no sólo ha empañado la imagen de la ciudad de Granada ante sus vecinos, indignados por que su Alcaldía se decidiera en Madrid. También ha salpicado al Gobierno andaluz de Juan Manuel Moreno Bonilla, que hace de la estabilidad y la confianza su principal aval político de cara a los mercados, los inversores y los agentes sociales.

Moreno y el vicepresidente de la Junta, Juan Marín (Cs), han trabajado juntos para exportar su fórmula de alianza a otros territorios, pero reconocen que en Granada “no ha funcionado”.El PSOE y Adelante Andalucía (Podemos-IU) se han cebado este martes con la Junta, acusando a los socios de usar la capital de Granada como “cambalache”, “moneda de cambio”, “un espectáculo lamentable”, “puro mercado”, “un circo”. La portavoz de Adelante, Ángela Aguilera, ha asegurado que se trataba de “un pacto para sentar determinado culo en determinado sillón de poder”. El portavoz socialista en la Cámara, Mario Jiménez, ha extrapolado la crisis de PP, Cs y Vox al conjunto del Gobierno andaluz, sostenido en una relación cuyo única razón de ser era “echar al PSOE”.

El guirigay de versiones sobre el acuerdo de Granada se complica con un tercer agente: Vox, cuyos votos han sido imprescindibles para hacer alcalde al candidato de la tercera fuerza más votada, con sólo cuatro concejales. Ahora el partido de extrema derecha amaga con una moción de censura que tumbe a Salvador si no le dan acomodo a sus concejales en el futuro Gobierno. Desde las direcciones regionales de PP y Cs se ha llamado al orden a los dirigentes locales, que han creado una comisión provincial de trabajo para tratar de sellar un acuerdo que desatasque la crisis antes del próximo martes. El problema de fondo, admiten dichas fuentes, es que existen “odios personales, no políticos” que enfrentan a los tres candidatos locales que han pactado estar juntos en un Gobierno, “cuando ni siquiera pueden estar juntos en una habitación”.

El regidor actual, Luis Salvador, fue un antiguo dirigente del PSOE de Granada, que ahora pilota Ciudadanos, que al principio de la pasada legislatura apoyó la reelección del veterano alcalde del PP José Torres Hurtado, y a mitad de dicha legislatura lo dejó caer votando una moción de censura que entregó el poder a Francisco Cuenca. “Nadie, ni siquiera los de su partido, se fían de Salvador”, dice uno de sus compañeros. Su versión del acuerdo que le hizo alcalde el pasado sábado no concuerda con la que relata el PP, pero tampoco con la que cuenta Ciudadanos. Su relación con el candidato y presidente provincial del PP, Sebastián Pérez, es complicada, pero nada comparable a la que Pérez mantiene con Onofre Miralles, el candidato y líder local de Vox. Miralles es un ex dirigente del PP que guarda un profundo rencor personal a Pérez, su antiguo compañero, y que ahora milita en la fuerza de extrema derecha. Ni siquiera se cogen el teléfono para desatascar este entuerto, a pesar de que la dirección regional del PP trata de interceder con Cs para que acepte la participación de Vox en el futuro Gobierno de Granada, algo similar a lo que se ha logrado en el marco del debate de los Presupuestos andaluces. “Califican a los de Vox de todas las maneras posibles, pero luego te sirven para entrar en el Gobierno. Eso no tiene sentido”, se queja Nieto.

Nieto formó parte de la comisión negociadora entre PP y Ciudadanos para tratar de cerrar acuerdos de gobiernos municipales, posicionándose desde el principio como socios preferentes. El PP ha logrado 189 alcaldías en Andalucía, 134 de ellas por mayoría absoluta, y el resto (en su mayor parte) serán cogobiernos con los naranjas solos o con otros. Esa predisposición a extrapolar a las capitales y grandes ciudades la fórmula del Gobierno andaluz tropezó en Granada y en Jaén, donde se ha fraguado una alianza entre PSOE y Ciudadanos. No obstante, es en la capital granadina donde la falta de sintonía está haciendo un ruido mayor que perjudica a la imagen de los partidos que sustentan la Junta de Andalucía. Aunque los socios tratan de mantener distancias, el vicepresidente Marín ha defendido públicamente una versión sobre el acuerdo de Granada, y minutos después la secretaria general del PP andaluz, Dolores López, ha defendido la contraria.

Ambos grupos admiten que la imagen que traslada Granada es “bochornosa” y no les beneficia. Lo que más une ahora a PP y Cs es el convencimiento de que los grupos de izquierda van a hurgar en sus diferencias para tratar de desestabilizar todos los gobiernos donde mantienen una alianza, solos o con Vox, empezando por el de la Junta. El portavoz parlamentario Sergio Romero, ha optado por desviar el foco de la crítica a quienes critican desde fuera esta situación, es decir PSOE y Adelante. “Lo lamentable es que hubiera seguido gobernando el bipartidismo en Granada”. Romero asegura que esta crisis “no va a repercutir en absoluto en el Gobierno andaluz”.

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