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Andalucía encara la última semana con una cuarta parte de votantes indecisos

Juan Marín, Susana Díaz, Juanma Moreno y Teresa Rodríguez en el primer debate de cara a las elecciones andaluzas.

Marcos Pinheiro

La campaña electoral de Andalucía encara su semana final con ventaja indiscutible del PSOE. Adelante Andalucía trata de mejorar sus resultados de 2015 mientras se libra una batalla en la derecha, donde Ciudadanos y PP pelean por un espacio electoral en que amenaza con colarse Vox. Así lo refleja el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que incluye un dato que puede hacer que los resultados sea muy distintos tras los comicios del próximo domingo: casi un tercio de quienes afirman que acudirán a votar no sabe (o no dice) por que opción se decantará.

Los datos del CIS, publicados el pasado 14 de noviembre, pronostican que el PSOE de Susana Díaz volverá a ganar las elecciones con entre 45 y 47 escaños. PP y Ciudadanos rozarían el empate técnico con entre 20 y 22 asientos en el Parlamento Andaluz, mientras que Adelante Andalucía se quedaría con 20 -aunque con mayor porcentaje de votos-. Según esa encuesta, Vox obtendría por primera vez representación en un parlamento autonómico: ganaría un escaño por Almería.

Pero tras el reparto de escaños, el CIS incluye un dato llamativo. De los entrevistados que aseguraron que irán a votar, un 26,6% dijo que aún no ha decidido por quién. Una cuarta partes de quienes dan por seguro que irán al colegio electoral en una semana no sabe qué papeleta cogerá de la mesa.

Para Narciso Michavila, presidente de GAD3, la explicación a que un alto número de personas aún no sepa a quién votar es consecuencia del fin del bipartidismo y la fragmentación del espacio político. Señala que entonces era más fácil predecir hacia donde podría moverse esa masa de indecisos, algo que ahora es mucho más complicado.

Los indecisos dificultan el pronóstico

“Cuando vivimos en el bipartidismo, cuando llegaba el último momento, en función de donde había indecisos, sabías que se quedaría en casa en mayor medida”. Eso permitía, afirma, pronosticar que si un partido tenía una mayoría de indecisos entre sus tradicionales votantes, el otro iba a sacar ventaja en las elecciones. Ahora no se puede hacer ese pronóstico.

Michavila señala que esa cifra de indecisos, que ha subido en los últimos años, se mueven en el mismo bloque. Los hay, por ejemplo, entre PSOE y Adelante Andalucía -la coalición que integran Podemos e Izquierda Unida-. De hecho, estos dos partidos comenzaron hace tiempo una serie de movimientos con los que trataban de robar votos al contrincante con el que compiten por el mismo segmento del electorado.

Según la teoría de Michavila, también hay una buena parte de indecisos en el segmento de votantes que tienen que elegir entre PP o Ciudadanos. En esta parte del tablero la batalla se ha vuelto encarnizada. Según el CIS, los de Albert Rivera ganarían entre 11 y 13 escaños respecto a hace tres años. El PP de Casado, para quien estos comicios son su primer examen al frente del partido, se dejarían una cantidad similar de parlamentarios.

Los expertos demoscópicos ven un trasvase claro y así se está reflejando en la campaña. Ambos partidos llevan lanzándose ataques desde hace semanas, en ocasiones centrando en uno u otro partido sus discursos, resignados a que el PSOE será el ganador indiscutible, casi imbatible. Se vio, por ejemplo, durante el debate que mantuvieron los candidatos el pasado día 20. Susana Díaz salió indemne mientras Juan Marín (Ciudadanos) y Juan Manuel Moreno (PP) se atacaban sin piedad justo después de haber planteado la posibilidad de pactar para echar a los socialistas.

“Ahora hay una pasarela naranja”

“Esto nos está pasando en casi todos los países que han abandonado el bipartidismo”, afirma Michavila. “El hecho de que haya más partidos, más oferta electoral, hace que antes los movimientos eran de PSOE hacia PP, pero ahora el descontento con el PSOE tiene otras opciones y el descontento con el PP también”.

Sin embargo, Michavila no descarta que haya también votantes cruzando las fronteras de los bloques. “Ahora hay una pasarela naranja: el descontento del PSOE que no quiere irse a Adelante Andalucía, puede irse a Ciudadanos, que crece también a costa del PSOE”. Este sociólogo apunta que el hecho de que hayan gobernado juntos estos últimos cuatro años facilita ese trasvase: hay votantes que confían en que se repita ese acuerdo. En las encuestas de su empresa, señala, algunos confiesan que la candidata que más les gusta es Susana Díaz, pero votarán a Ciudadanos.

Carmen Ortega, del Centro de Análisis y Documentación Política y Electoral de Andalucía (Cadpea), hace un análisis distinto al de Michavila. Señala que la cifra de indecisos no es especialmente llamativa. “En los últimos procesos electorales en Andalucía nos daba mas baja porque por teléfono la gente se anima, confiesa más a quien va a votar que cuando entrevista personalmente. El CIS hace entrevistas personales, así que esos datos se mueven dentro de lo normal”, afirma.

Ortega sí coincide con Michavila en que esa cifra dificulta los pronósticos. “Las estimaciones no valen, porque los indecisos normalmente deciden en función de la campaña, y antes se explicaba más sobre el programa en campaña. Ahora no, no se responde a los votantes que son indecisos. Nuestra últimas encuestas señalan que un 15% decide en el último momento, el día de votación”.

“El electorado de indecisos era tradicionalmente el voto oculto, los que no querían decir a quién iban a votar, pero en los últimos estudios es electorado que no sabe a quién votar. Pueden fallar los métodos de proyección, porque va a depender de una declaración en campaña”, añade.

“No es un electorado en los extremos ideológicos”

La directora de Cadpea señala también que esa masa de indecisos “no es un electorado en los extremos ideológicos”. “Los indecisos fundamentalmente han correspondido al electorado de centro, en el centro se juega la batalla política, en España y Andalucía”, afirma Ortega.

Puede que buena parte de esos indecisos finalmente no vote. ¿Y a quién beneficiará entonces esa abstención? Pues en principio, a Susana Díaz. “Siempre he comentado que el PSOE se beneficia de la lealtad de partido, este es mi partido y lo voto, ese suelo no lo tiene ninguno, explica muchas victorias”, comenta Ortega. El PP también goza de ese suelo en Andalucía, pero en su caso es mucho más bajo.

Ese suelo, esa lealtad de voto que tradicionalmente se da en Andalucía, permite al PSOE estar tranquilo en ambos escenarios: en el de una alta participación y en el de una gran abstención. Así lo cree Ortega, que dice que el mantra de que a más votos mejor para el PSOE no se sostiene, porque afirma que la gente de los pueblos siempre acude a votar, y suelen decantarse por las opciones de izquierda: PSOE e Izquierda Unida.

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