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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Susana Díaz y Teresa Rodríguez apaciguan su relación mientras PP y Cs se destrozan como alternativa

Juan Marín, Susana Díaz, Juanma Moreno y Teresa Rodríguez en el primer debate de cara a las elecciones andaluzas.

Daniel Cela

Hubo dos debates electorales en Canal Sur Televisión: el que perdieron las derechas y el que ganó Susana Díaz (casi sin moverse) por incomparecencia de Teresa Rodríguez y porque los otros dos rivales se neutralizaron el uno al otro.

El primer cara a cara televisado entre los cuatro principales aspirantes a gobernar en Andalucía ha visualizado este lunes dos claves para adivinar qué ocurrirá el 2 de diciembre, cuando se abran las urnas: la tensión visible entre PP y Ciudadanos, que quieren gobernar juntos, pero se anulan como alternativa de Gobierno; y la pugna casi invisible entre PSOE y la coalición Podemos-IU (Adelante Andalucía), cuyas candidatas han optado por enfrentarse con guante blanco. Y esta imagen de docilidad entre Díaz y Rodríguez es una fotografía sorprendente para todo aquel que haya seguido sus broncas, desencuentros y choques dialécticos a lo largo de estos tres años y medio de debate parlamentario.

La pax romana entre las dos dirigentes de izquierdas anticipa la necesidad forzosa de un entendimiento postelectoral, habida cuenta de que no habrá mayorías absolutas el 2D. Díaz y Rodríguez se han acercado hoy más que nunca, incluso han salido al plató con la misma equipación electoral, verde y blanco andaluz, como si ya jugaran en el mismo equipo. El fair play entre las dos candidatas no permite concluir, a las claras, que pactarán sí o sí tras las elecciones, pero sí que las dos quieren alejarse en esta campaña de cualquier posición obstruccionista. La tibieza de Rodríguez y el bronco forcejeo de Juanma Moreno (PP) contra Juan Marín (Cs) ha dado lugar al que probablemente haya sido el debate electoral más cómodo para la presidenta andaluza, teniendo en cuenta que todos los demás aspiran a quedarse su puesto.

El formato de debate era tan rígido y acartonado como lo han pactado sus protagonistas. Con esa herramienta imposible ha trabajado la moderadora y periodista de Canal Sur, Mabel Mata, que ha conducido con acierto un cara a cara denso, a ratos ajetreado, pero muy alejado del ruido y la furia que prometía esta campaña electora.

La presidenta de la Junta ha empezado la carrera electoral acusando a sus rivales de querer “bloquear” el Gobierno, como ocurrió hace tres años, y ha terminado este debate diciendo que “a la izquierda y a la derecha del PSOE hay dos bloques que ofrecen bloqueo e inestabilidad”. La candidata de Adelante no le ha dado excusas para dar por imposible su relación con la “otra izquierda”. A este debate no ha comparecido la Teresa Rodríguez aguerrida que ha jugado a sacarle los colores a la socialista en esta legislatura. La gaditana ha enmudecido aquel grito bronco -“¡El cortijo apesta! ¡Con el PSOE ni muerta!”- que los socialistas han replicado luego hasta la saciedad para justificar su divorcio permanente con Podemos.

Coincidencias sociales

El primer bloque del debate ha evidenciado las coincidencias entre Díaz y Rodríguez en materia socioeconómica. Las dos han defendido, ante las críticas de Moreno y Marín, las medidas que incluye pacto entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el proyecto de Presupuestos Generales de 2019. Aunque la líder de Podemos ha afeado a la presidenta de la Junta que en estos tres años “no haya querido sentarse con nosotros”.

El líder popular se presentó con la promesa de una rebaja fiscal total, su gran promesa electoral: “Quédese con estas siglas: BMI: Bajada Masiva de Impuestos”. Rodríguez le respondería más tarde con otras siglas: “SMI, Salario Mínimo Interprofesional”, en alusión a la medida estrella del pacto entre Sánchez e Iglesias. “¿Por qué se preocupan por los que heredan un millón de euros y no por los que cobran menos de mil euros en Andalucía, que son el 60% de los ciudadanos?”, le reprochó la líder de Podemos a Marín.

También en el bloque sobre el modelo territorial, las dos candidatas han ido de la mano, incluso han respondido al unísono a las reiteradas apelaciones del portavoz de Cs al problema catalán: “Catalunya, Catalunya, Catalunya. El problema de este país no es el catalán, es el andaluz. Lo que rompe este país es la desigualdad, son las cosas del comer”, cortó Rodríguez a Marín.

En esta parte del debate, el candidato del PP ha sabido significarse más al sacar un libro de texto de Educación para la Ciudadanía -asignatura optativa en 5º de Primaria- en el que se define a España como “un Estado plurinacional”, término difundido por Podemos. “Diga si usted cree que España es plurinacional”, le inquirió varias veces Moreno a Díaz, hasta que ésta respondió, sin profundizar mucho, que no era esa su idea de Estado. “Todo el mundo sabe mi idea de España. Fui de las primeras en apoyar al Rey. La primera en levantar la voz de Navantia, yo no levanto el teléfono para pedir permiso a nadie”, apuntó.

PP y Cs alejan el foco sobre Díaz

Hubo un segundo debate en antena. Los cuatro candidatos que se han enfrentado aspiran a ocupar la silla de Susana Díaz. Pero no fue ella el centro de la mayoría de ataques, no fue la candidata socialista la que sufrió más presión de sus adversarios, como cabría esperar, como ocurrió en 2015. La pelea más ruda se desplazó hacia el ala derecha y, en un momento dado, el enemigo común fue Juanma Moreno.

El líder del PP andaluz encajó más golpes que la presidenta. Recibió reproches, sobre todo, de Juan Marín, que avanza con un objetivo confeso y explícito de desplazar al PP y convertirse en líder de la oposición al PSOE en Andalucía, primero, y en el Congreso de los Diputados después. Moreno también recibió golpes de Teresa Rodríguez, que le hizo corresponsable de las políticas del Gobierno de Mariano Rajoy.

El forcejeo entre Moreno y Marín mostró dos realidades imposibles en un mismo espacio: querer liderar la oposición y el Gobierno. “Si le doy este folio en blanco, ¿sabe cómo me lo va a devolver?”, le dijo candidato de Cs al del PP, para luego escribir en un papel la palabra: “NADA”. El popular se quedó mudo. Un minuto después, la misma persona le ofreció gobernar juntos, algo inédito en un debate electoral en directo: “Usted y yo tenemos una gran oportunidad: le aseguro que si sumamos los escaños suficientes nos vamos a poner de acuerdo. Y si usted y yo no provocamos ese cambio, nunca nos lo perdonarán los andaluces”, dijo Marín.

Con esta idea en mente trabaja también el candidato popular, aunque todas las encuestas le niegan la suma aritmética suficiente para desplazar al PSOE del poder tras 36 años. PP y Cs se necesitan y se anulan a la vez. Marín “agradeció” a Moreno que se haya ofrecido como vicepresidente en su futuro Gobierno, algo que éste desmintió de inmediato. “Ni loco”, dijo. “Nos pondremos de acuerdo, señor Moreno Bonilla”, insistió Marín. “Que yo no voy a ser vicepresidente suyo”, le replicó éste. Y entretanto, Susana Díaz observaba en silencio desde la barrera.

La formación naranja ha salido a este debate con ánimo de marcar distancias tanto del PP como del PSOE, aunque haya sustentado al Gobierno de Díaz estos tres años y medio. Pero hay una diferencia clave respecto a 2015: entonces el líder de IU, Antonio Maíllo, salía expulsado de un Gobierno de coalición con el PSOE, con ciertos recelos a defender su papel en la Administración (Podemos había irrumpido como alternativa de la izquierda y les acusaba de aliarse con los socialistas). Ahora, en cambio, el candidato de Ciudadanos hace gala de su colaboración con el Gobierno de Díaz en estos tres años. Lejos de acomplejarse por las críticas que le vienen por aquí desde el PP, Marín le reprocha a Moreno que su formación “no haya hecho nada por los andaluces en 40 años”.

La presidenta de la Junta tomó nota. “Me alegra que saque pecho de las medidas que pactamos juntos, pensaba que ya se le había olvidado todo lo bueno que hicimos”, dijo. Díaz está confrontando con el líder nacional de Cs, Albert Rivera, personado en esta campaña andaluza como una proyección de sus aspiraciones contra Pedro Sánchez. Pero en el debate tampoco ha llegado a chocar contra Marín, aunque éste ha sacado el aguijón más de lo acostumbrado. El candidato naranja ha sido más duro de lo que lo fue jamás en el Parlamento.

En el bloque de corrupción, es cuando los candidatos han estado más beligerantes unos con otros. Aquí PP y Cs se han disputado el papel de azote del Gobierno. Los populares han defendido su función como acusación particular en los casos de corrupción que salpican a la Junta, como el fraude de los ERE o el caso Mercasevilla. Y la formación naranja ha recordado que exigió la dimisión de los ex presidentes de la Junta Manuel Chaves y José Antonio Griñán para apoyar la investidura de Díaz.

También en esta parte ha habido roces entre la socialista y la candidata de Adelante Andalucía. “Señora Rodríguez, con todo el cariño. Si estaban tan seguros de la limitación del salario, han tenido cuatro años Carmena y Colau (alcaldesas de Madrid y Barcelona) para rebajarse el salario, que cobran más que yo”, ha dicho Díaz, que ha aclarado que no cobra dietas. “Usted no tiene dietas de desplazamiento, no, y sólo 80 euros en la cuenta bancaria”, le ha replicado irónicamente Rodríguez.

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