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Una comuna rompe la paz de Benaocaz: “Son educados y nada pobretones, pero no pueden acampar allí”

Camino para acceder a donde se han instalado los acampados

Francisco J. Jiménez

Grazalema —

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Benaocaz tiene censados 700 habitantes, pero no viven más de 300 en el pueblo. Todos se conocen y por eso ha causado tanto revuelo la llegada de la Familia Arcoíris, una comuna que ha acampado ilegalmente en el Parque Natural de la Sierra de Grazalema. Y no es porque causen problemas, sino porque el asunto ha tenido una gran repercusión mediática y se ha roto la paz habitual.

La Guardia Civil está trabajando en ello junto a la alcaldesa, Olivia Venegas, la única de Ciudadanos en toda la provincia. El objetivo es controlar todo lo que se pueda una situación en la que solo pueden aconsejar a los acampados que abandonen la finca El Mítano, propiedad de Rodrigo Mangana, vecino de la localidad. La benemérita ya ha propuesto varias multas por acampada ilegal y Rodrigo ha interpuesto una denuncia por la ocupación de sus tierras. Las multas debe ponerlas finalmente la Delegación Territorial de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul en Cádiz, que es quien tramita las denuncias.

“Me están haciendo mucho daño porque tengo 50 vacas y 300 cabras y no las puedo llevar al abrevadero porque están estas personas. En ningún momento les he dado permiso para estar allí porque está prohibido acampar en un Parque Natural. A ver si el Gobierno central hace algo, pero lo dudo mucho”, explica a este periódico junto al Ayuntamiento de Benaocaz. Fuentes de la Guardia Civil señalan que no pueden desalojar a la fuerza al medio centenar de personas que duerme en tiendas de campaña. Están todos identificados y no dejan pasar por el sendero que empieza en la Fuente del Téjar a nadie que no presente su documentación.

Para llegar desde allí a la zona de las Nueve Pilas, que es donde se encuentra el asentamiento, hay que andar una hora y media por un camino de gran desnivel. Y allí se encuentran desde el pasado viernes 19 de mayo. Sabían de la ilegalidad de su acción, pero siguieron adelante después de pedir permiso sin éxito tanto al Ayuntamiento como al propietario. Ya han avisado de que no se marcharán hasta el 17 de junio, cuando concluya el ciclo lunar de 28 días. El día más fuerte será el 4 de junio porque habrá luna llena y una gran fiesta.

Medio siglo de vida y unas normas muy estrictas

La Familia Arcoíris tiene medio siglo de historia y sigue existiendo con la premisa del “amor a la naturaleza por encima de todo”. Cuenta con muchos grupos en todo el mundo, pero son “grupos abiertos”, aseguran. Cualquiera puede acceder a sus acampadas, aunque hay unas normas. En Benaocaz ya todo el pueblo sabe que aquellos que han hecho el camino de hora y media hasta llegar a la acampada se han encontrado con un punto de recibimiento y bienvenida. Allí reciben un vaso de té y un trozo de bizcocho.

Y allí explican a los visitantes que no se pueden usar cámaras, móviles ni beber alcohol. El que quiera quedarse ya sabe a qué atenerse. Se financian a través del magic hat o sombrero mágico, un sistema por el que cada miembro aporta lo que puede. En este asentamiento hay algunos médicos e ingenieros. Acuden a estos encuentros porque lo consideran una vía de escape a su día a día.

Cuando acabe el ciclo lunar se irán y el siguiente lugar elegido será una ciudad de Italia que no quieren desvelar. Tienen unos scouters o exploradores que van ojeando lugares ideales que deben reunir unos requisitos como tener un punto de agua, que el entorno no sea demasiado abrupto, pero sí de un acceso complicado para estar tranquilos y lejos de las miradas de los curiosos.

Desmienten el sexo libre y las orgías

Los miembros de la comuna bajan al pueblo a comprar con cierta frecuencia y comentan que están sorprendidos de tanta repercusión mediática. Pese a estar teóricamente aislados, saben todo lo que se publica y comentan que se cuentan muchas mentiras sobre ellos. Consideran que Inglaterra y España siguen teniendo muchos prejuicios contra el movimiento hippie y ensalzan cómo se les trata en países como Francia o Alemania.

“No es verdad que practiquemos sexo libre y que hagamos orgías. Hay muchas leyendas urbanas sobre nosotros. Estamos en familia y solo practicamos naturismo. Venimos a esta zona porque su naturaleza es maravillosa”, dice una de las personas de la acampada que quiere mantener su anonimato.

Si vas sin cámaras te reciben bien y son pacíficos hasta que traspasas sus límites. Eso dicen los que han pasado algunas horas con ellos en sus celebraciones. El abrevadero destinado al ganado de Rodrigo ha sido tomado y se duchan con unas mangueras que consideran útiles en el caso de que se produzca algún incendio con sus fogatas. La Guardia Civil está muy pendiente de esa situación y varias veces sobrevuelan la zona helicópteros que hacen un seguimiento diario para apagar cualquier intento de hacer fuego.

“Les protegen más a ellos que al dueño de la finca”

Entre los vecinos hay opiniones para todos los gustos, aunque todos saben que los recién llegados incumplen una norma básica. “Lo vemos fatal. Allí tiene Rodrigo todo el ganado y el bebedero y ahora tiene que buscarles agua por otro lado. Están en un parque natural y en una finca privada. Por lo que se ve, la Guardia Civil les protege más a ellos que al dueño de la finca, que es el que paga”, lamenta Manuel, un vecino de la zona.

Inés no tiene una mala palabra para estos turistas tan especiales: “Son muy educados y nada pobretones. Bajan cada día al pueblo a hacer la compra y no han causado ningún problema. Yo creo que incluso les vamos a coger cariño porque se ve que son buenas personas, aunque es verdad que están en una zona donde no puede acampar ni el dueño de la parcela”.

El asunto de los menores

El Ayuntamiento de Benaocaz ha estado mediando para impedir que el efecto llamada de la acampada provocara una llegada descontrolada de personas. Pero quien se ha personado en el asentamiento es la responsable de Bienestar Social, Isabel Ramírez. En cuanto supo que había niños, acudió para ver en qué condiciones se encontraban.

“Vimos a dos niños. Uno estaba escolarizado, era español y se iba al colegio y después volvía. También un bebé. Otros se fueron con sus hijos cuando nos vieron. Yo les decía que no íbamos con intención de quitarles a los niños porque no tenemos la potestad. Fuimos a verlos porque son menores y ellos no se pueden cuidar en plena naturaleza y con las lluvias que ha habido estos días”, explica Isabel.

Quedan tres semanas de presencia de extraños en Benaocaz. Pero ya se están acostumbrando a verlos por sus calles e incluso aseguran que algunos de ellos, supuestamente veganos, han comprado embutidos en alguna tienda local.

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