Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Día 22 en estado de alarma: un Domingo de Ramos marciano en una Sevilla mariana

En el barrio la Hiniesta han engalanado las calles, preparándose para un Domingo de Ramos que no ha tenido lugar.

elDiarioand

0

Si huele a incienso, es Domingo de Ramos. Y punto. Lo de haya pasos en la calle o no es circunstancial. En Gerena, la asociación de empresarios ha implicado a los vecinos para que coloquen incienso en sus ventanas y balcones. No en todo el pueblo, pero en algunas calles sí se percibe ese olor que avisa de que vienen los nazarenos aunque no vengan.

Esta mañana, temprano, el alcalde de El Castillo de las Guardas me manda un mensaje para decirme que en su pueblo están colocando faldones en los balcones como si fuese a pasar la ‘Borriquita’. Luego he visto que varios pueblos lo están haciendo, ya sea por idea del Ayuntamiento o iniciativa de los vecinos. Subidón moral cofrade que se cae cuando me dice un saetero que todo el año vive de lo que gana en estos días, y que no sabe de qué va a vivir su familia. Dios aprieta y el coronavirus ahoga, sí. (La ventana de Fermín)

700 procesiones al año

No va a ser el primer Domingo de Ramos que pase en camiseta. Yo no odio la Semana Santa. No, la adoro. Me encantaría, de hecho, que durara eso: una semanita. Ni más ni menos. Al César lo que es del César. Eso sí, que a mí me pille lejos. Es que vivo en el centro de Sevilla… y  escucho cornetas todo el santo año. Que yo no me quejo… es el ABC el que dice que, con 700 procesiones al año, a ver si las hermandades se van cortando un poquito. Que un año me crucé con un crucificado un 22 de diciembre.

Lo que venía diciendo. Que yo no le tengo coraje a la Semana Santa, es que en la Macarena, mi barrio, la movida cofrade se les vas un poco de las manos. Así que cuando llega el Viernes de Dolores, cogemos el coche y nos vamos lejos. Bien lejos. A Santa María del Tiétar, concretamente. Allí tienen sus dos procesiones de rigor, Domingo de Ramos y Jueves Santo, y luego, cada mochuelo a su olivo. A comer torrijas… o chuletones de Ávila.

Como decía, este año lo voy a pasar en camiseta, pero no es el primero. Un año me despisté y el Domingo de Ramos se me echó encima. Me pilló en Sevilla, sin coche… y sin la compra hecha. Así que yo salí en pantalones cortos y con mi camiseta de Astérix a por pan y leche.

Pero por el camino, me encontré a unos colegas del barrio… y me relié. Estaban tomándose una cervecita (o un par) en el bar de la esquina. Y yo, por educación, me tomé con ellos una cervecita (o un par). El caso es que a mi bolsa de la compra, mi camiseta de Astérix y a mí nos dio la hora de comer, la del café y la de la cerveza de la fresca. 

Vamos, que terminé viendo pasar la Hiniesta a medianoche en la Plaza de San Marcos. Es lo que tiene el bar de mi amigo Dani, ‘Lo que diga la Sole’, que te absorbe. Este año, eso sí, no me vuelve a pasar lo mismo: para ir a la compra, iré de estreno… con mi camiseta de El Rey León. (La ventana de Alejandro)

Modelitos desde el balcón

Este ha sido un Domingo de Ramos diferente,  no me cabe duda, como lo son todos estos días de confinamiento, que no se parecen a nada porque nunca vivimos nada parecido. Pero como todas las fechas señaladas, si  cambiamos el ritual se nos antojan raras, más diferentes. Este domingo, después de muchos años, no he ido al Postigo a comer a casa de mi suegra y a asomarme a ese balcón privilegiado, desde donde me entretengo en el ir y venir de la gente arreglada de Domingo de Ramos.

Me encanta ver los diferentes modelos que luce el personal, mucha corbata y chaqueta, mucho escote generoso, es lo que tiene mirar desde un segundo piso, niños correteando muy arregladitos, mayores con sus palmas o sus ramas de olivo....Las terrazas de los bares hasta arriba y algún turista, con su cámara de fotos, intentando pedir una cerveza, que le va a salir por un riñón con la cara de guiri que me trae.  

No he echado de menos el ritual cofrade, ya que como hijo de extremeños la Semana Santa significaba vacaciones en el campo, así que en mi primer Domingo de Ramos en Sevilla ya contaba yo los 30 años. Eso sí, he echado en falta el bajar a La Moneda a tomarme una cerveza fresquita con, posiblemente, una de las mejores tortillitas de camarones de Sevilla. (La ventana de Luis)

Etiquetas
stats