Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
Sánchez busca romper la unidad del PP para reformar la financiación autonómica
La Fiscalía pide la declaración del marido de la número tres de Ayuso y otro testigo
Opinión - Así se desmonta un bulo de Vox en directo. Por Raquel Ejerique

Día 20 en estado de alarma: 20 días no es nada, diría Gardel

La cocina de Luis y el conteo de los 20 días de confinamiento.

elDiarioand

0

Que 20 días no son nada para un confinamiento nos lo demostrará que por delante parece que nos queda otro tanto en el que deberemos desplegar la capacidad de adaptación de los niños, que asumen con una naturalidad pasmosa que no se sale, hoy tampoco, mientras cuelgan sus dibujos de arcoiris, que no dejan de ser sonrisas invertidas de colores, en las ventanas y lo aprovechan para chupar rayos de sol y hacer la fotosíntesis.

Relativizadas las horas y los días, casi da igual si es pronto o tarde, festivo o laborable, y produce cierto vértigo que el entrenamiento no desacostumbre a un aire libre, cuya calidad es del doble de buena ahora que no podemos respirarlo a cielo abierto. Porque hibernar en primavera duele más esta ciudad, pese a que ha cambiado el olor a azahar de sus calles por el de los charcos de lejía rebajada que han dejado los camiones de Lipasam.

Dosis de la triste realidad porque nos encerramos con manga larga y saldremos en tirantas, probablemente más flácidos, más peludos y más descoloridos de lo que solemos para la fecha. Habrá incluso quien tenga pánico a ese momento. Y piensa que no hay cuarentena suficiente para ver tanto mensaje, tanto vídeo y tanto meme que se le amontona en el móvil, ni para gastar tanto producto del que hizo acopio. Pero en verdad se pregunta para qué salir, si todavía no va a poder abrazar. (La ventana de Olga)

No tengo tiempo

De pequeño, me encantaba perder la noción del tiempo cuando llegaban las vacaciones de verano. 

Los días  iban cayendo, uno tras otro, sin tener conciencia del tiempo que iba pasando, lo que acrecentaba mi sensación de libertad absoluta. La única referencia en aquellos veranos en blanco y negro de mi infancia llegaba los domingos, cuando mi madre nos repeinaba y nos vestía de limpio para ir a misa de 12. En estos días de reclusión he perdido de nuevo la noción del tiempo, aunque no la he ganado en libertad.

Decía Gardel  que veinte años no es nada, así que 20 días es un soplo. De hecho, tengo sensación de que el tiempo pasa rápido y, eso mismo, es lo que percibo en mi familia  y amigos. No sé en qué día vivo y tampoco importa mucho. Me vuelve a sorprender la capacidad del ser humano de acomodarse a situaciones nuevas y, aunque al principio, todos creíamos que no soportariamos estar 10 días recluidos, aquí llevamos ya 20. Y como no tengamos unos cuantos más, no termino de arreglar los cajones.

Me debato entre peinarme, asearme y escuchar la Santa Misa para tener un referente que marque el paso del tiempo o, quizás mejor, pintar con tiza 6 palitos en la pared y al séptimo cruzarlo, como si fuera el conde de Montecristo. Seguramente más acorde esto último con mis gustos  y creencias  y, sobre todo, con esta barba y estos pelos que gasto últimamente. (La ventana de Luis)

20 días de cine

Y aquí estamos. Veinte días de después. Vivos y confinados. Quién nos lo iba a decir aquella semana de nuestra vida anterior, cuando la pandemia era ya una atronadora tragedia cayendo, como el cielo de Obélix, sobre nuestras cabezas. 

Tengo dificultades para recordar lo que pasó aquellos días anteriores al 14 de marzo. Creo que asistí durante varios días a un curso de cine africano, visité por última vez a mis padres e hice una compra urgente en un Mercadona desolado. Poco más me viene a la memoria. Lo que sí recuerdo es que tenía las piernas entumecidas… creo que por un pavor desmedido.

Para mí, el sábado 14 de marzo fue uno de los peores días de toda esta cuarentena. Sé que es un pensamiento egoísta, porque los días peores para el país han venido mucho después, con centenares de personas muriendo cada día. La tragedia es tan colosal que llega un momento en el que solo puedes gestionar lo que tú sientes. Y a partir de ahí, ayudar a los demás. Aquel día, sin embargo, estaba paralizado y no era capaz de ni ayudarme a mí mismo. Me recuerdo desorientado, malhumorado, desganado y con lágrimas perennes en los ojos. 

Milagrosamente, terminó siendo el cine, mi gran pasión, lo que me ayudó a ver un poco de luz. A mi amiga y compañera Iraida se le ocurrió que creáramos un movimiento por redes sociales que se llamaría #CuarentenaDeCine. En seguida, decenas de amigos, compañeros y cineastas se animaron a recomendar películas para disfrutar durante los días de pandemia y confinamiento. Y así, hasta hoy: y oye, 20 días no son nada. Y más si son viendo cine, si son 20 días mecidos por las historias que otros inventaron para nosotros. Quién nos lo iba a decir. (La ventana de Alejandro)

A día de hoy, ya me he acostumbrado a no salir a la calle. Se acostumbra uno a todo. A no salir a tomar café al bar de siempre, ese café que no hay forma de tomarlo igual en casa, a no quedar con los amigos a mediodía para rajar de los políticos con una cerveza en la mano, a no pasear por el parque por la tarde hasta que el sol se despide y te manda para casa, a entrar en el súper sin prisas y hasta pasar 20 minutos eligiendo qué cerveza novedosa te llevas a casa…

Sí, me he acostumbrado a poner los canales de deporte y que estén poniendo la final de la Recopa que ganó el Zaragoza hace un milenio, a no coger en brazos a mi vecina Carolina, que con un añito nos tiene a toda la calle enamorados, a ducharme 15 veces al día, o quizás 16.

Sí, llevo muy bien el confinamiento. De hecho, estoy preparando mi próximo libro, que voy a llamar ‘El confinamiento y la madre que lo parió’. (La ventana de Fermín)

Etiquetas
stats