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Catalunya, una oportunidad
Nos hemos creído tantas cosas. Lo último, que vivíamos por encima de nuestras posibilidades, recién, que, en chino, crisis era igual a oportunidad. Lo dicen después de muchas investigaciones de nosotros mismos, mucho bigdata aliñao, seguros de que no sabéis chino mandarín y porque, aunque se nos estén meando encima, saben que diremos que chispea. Pero, bueno, cojámosle la palabra: la crisis de Catalunya es una oportunidad, pero, ¿para qué ? La verdad es que en este empeño, vamos a poder contar poco con los “independing” catalanes, sus líderes me refiero, pero qué le vamos a hacer, sumemos por donde podamos.
Caminaba con mi compadre Manolo León, historiador, por El Arenal de Sevilla hablando de estas cosas. Un barrio que fue como hoy, Wall Street y Harlem juntos. Decíamos que sobre el siglo XVI, el personal plurilingüe, pecador heterodoxo y plurichorizo sevillano no sabía que ya estaban en la era moderna. Como no sabemos ahora que estamos cambiando, que estamos en un tiempo finisecular. El fin de la transición y, quizá, con él, el fin de la derecha matriculada de PP (han habido otras matrículas, AP, UCD, ahora toca C's). Un paisano, tertuliano de verdad, de barra, no un impostor de noches sabatinas, se nos acercó y con buen criterio y mejores formas, nos dijo: no se entusiasmen, la señal del cambio de ciclo será la caída de Cebrián; en fin, sigamos, aunque confieso que creía que empezó con la abdicación de Juan Carlos.
Los catalanes han hablado y ahora qué. La respuesta se la da Rajoy. Un desequilibrio patente, sin apenas representación en Catalunya, deslocalizado, diría. Sí, porque este señor se ha instalado, además de en la impericia, en la impostura. Nietzsche hablaba iracundo de la impostura clerical pero, ésta, la suya, es la impostura de los mandarines. Habla, prosopopéyicamente en nombre de las mismísimas esencias del estado. Rajoy y su delegada Soraya, practican el doble yo, en palabras de Bourdieu: una hipocresía institucional, son ellos mismos, su partido y, además, el estado.
Para ello, en un momento grave de pobreza institucional del estado, lo controlan todo, a los intelectuales orgánicos, a los poderes fácticos, o son controlados por ellos -que en ello consiste la interdependencia de la reproducción del poder nacional que justifica un estado solo para unos pocos-. Soraya Sáenz de Santamaría, por delegación, ejerce el poder delegado y construye el suyo propio para perpetuarse, controla a los medios de comunicación y, estos, a sus vez, agradecidos, han conseguido el milagro de la desaparición. Siendo la responsable de lo que ocurrió en Catalunya, antes y luego del 155, no aparece, no es responsable de nada. Mantiene empresas mediáticas y a sus beneficiarios perpetuos y eso se paga. Sabiduría de barra de El Arenal.
El estado responde, tras las elecciones, acelerado, después de que la vicepresidenta dijera que “los hemos descabezado”; va a ser difícil comprender y hacer comprender más allá de los Pirineos, otra cosa distinta de la ósmosis de los poderes del estado, su corrupción institucional.
Bourdieu decía que lo que más altera los fundamentos de los dominadores es que se cuestionen las estructuras profundas del poder. Casi todos los analistas coinciden en que los resultados de las elecciones catalanas conducen a un vuelta atrás, si no es tarde.¿ Referéndum?, tal vez. Pero, ¿no se dan cuentan?, lo que está en juego no es Catalunya, son las estructuras profundas, fundamentales del estado. Si hay un referéndum en Catalunya, por qué no otro para la monarquía , ¿entienden?
Catalunya podría ser una oportunidad, lo fue en otras ocasiones. Joaquín Costa se desgañitó con los regeneracionistas, muchos catalanes entre ellos; querían otra España y abominaban del españolismo. No pudo ser. Pudo el poder, ese que tiene los cojones en el cerebro, o que embiste en vez de pensar y reina en las praderas mesetarias.
¿Dónde estás España?
No te veo en ninguna parte
¿No oyes mi voz atronadora?
¿No entiendes esta lengua que te habla entre peligros ?
¿Has desaprendido a entender a tus hijos ?
Adiós, España.
Es de la Oda a España, de Joan Maragall, en 1898, podría ser de hoy, como las palabras de Unamuno: “Merecemos perder Catalunya, esa cochina prensa madrileña está haciendo la misma labor que con Cuba”.
No se enteran, no oímos, difícil para quienes hablan con los testículos. Decía Unamuno a Azorín, “ la independencia es un medio, no un fin”, ¿dónde están los grandes regeneracionistas catalanes? Esperemos que no se hayan rendido. No nos dejéis solos.