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Naranjas, campaña récord pero sin calibre ni color

Naranjas del Valle del Guadalquivir

Fernando Vicente

Como cada año, en el valle del Guadalquivir acaban de empezar a recogerse las primeras cajas de naranjas de una campaña que se espera sea record de producción. En total, cuando acabe se habrán recolectado casi 2 millones de toneladas de cítricos, lo que supone un 10,4% más que el año pasado y más de un 20% más que la media de las últimas cuatro campañas.

Sin embargo, el año no se augura bueno, y no porque el exceso de oferta vaya a tirar de los precios para abajo. Sino porque esa misma climatología que ha llenado de frutos los árboles ha impedido después que se desarrollen con los estándares de calidad que priman en los mercados. Unos estándares que se basan en lo que en el sector resumen con “las tres Cs”. Por orden de importancia, el Calibre, el Color, y el Comer.

“Nosotros llevamos ya casi dos semanas recogiendo y falta calibre y medio. Es cierto en Andalucía hay muchas unidades en los árboles, pero falta un calibre o calibre y medio en todas las variedades”, explica Jaime Parias, uno de los principales productores de naranjas de Andalucía, y por tanto del país.

Parias, con más de tres décadas en el sector, se ha especializado en la naranja extra temprana de alta calidad, con el objetivo de llegar primero al mercado y garantizarse buenos precios. Pero este año reconoce que no va a ser así: “Estamos en una situación sumamente incomoda, que supone mucho dinero de menos. En la variedad Olonule, que estamos recogiendo ahora, por ejemplo, un calibre son 30 pesetas menos por kilo” (en el campo se sigue usando la peseta).

Precios bajos

Esa es una variedad cara, de calidad, cuya merma en el precio por falta del tamaño es mayor que en otras variedades. Pero en cualquier caso el sector se va a ver abocado a bajar sus precios si quiere conseguir que los compradores entren. Sobre todo porque el gran productor de cítricos del páis, el Levante, si ha disfrutado de lluvias en los últimos tiempos.

Como siempre en el campo, la lluvia es la gran responsable. Con el otoño avanzado, ya en noviembre en términos agrícolas, sigue sin caer una gota y no hay perspectivas de caiga a corto plazo. Además, la merma en el calibre no se debe sólo a la falta de agua para su engorde final, sino al mes de marzo, que rompió las estadísticas de lluvia y frio y ya provocó una reducción en el tamaño del fruto que la falta de lluvia no ha permitido rectificar. “Para las variedades no tempranas aún hay tiempo para que llueva, pero ya no vamos a estar en calibres competitivos” con las naranjas de Valencia y Murcia, pronostica Parias.

La segunda C de la calidad de los cítricos, el color, por el que también se valora la fruta en el mercado, tampoco va bien este año. Para que las naranjas cojan el color que les corresponde necesitan el frío de las noches de otoño. Y este año las temperaturas mínimas se resisten a bajar. “Estamos pasando las de Caín, es como correr con un garbanzo en el zapato. Este año estamos en inferioridad de condiciones con respecto al Levante”, afirma Parias para concluir que “tendremos que bajar los precios para que nuestros clientes entren”.

Tercer sector agrario andaluz en empleo

El de los cítricos es un sector intensivo en mano de obra, especialmente en la época de la recolección. Según los últimos datos aportados por la Consejería de Agricultura andaluza, genera 14.000 empleos directos, lo que lo sitúa en el tercer puesto de la agricultura andaluza por volumen de empleo. Además sus 681 millones de euros de valor de producción equivalen nada menos que al 7% de toda la producción agraria regional.

A pesar de estas cifras, sin embargo, Agustín rodríguez, el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores en Andalucía (UPA), no duda en definir el sector como “un gigante con los pies de barro”. Mientras, su homónimo de la coordinadora de Organizaciones Agrícolas y Ganaderas (COAG), Miguel López, asegura que “hay un ambiente de desanimo generalizado”. Desde la tercera gran organización, la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), su responsable para la provincia de Sevilla, Eduardo Martín, también coincide en asegurar que el sector “está sumido en una crisis estructural”.

Si el consenso es total en el diagnóstico, en la causa la coincidencia también es plena entre las tres organizaciones: el hundimiento de los precios como consecuencia de un sector desestructurado.

Efectivamente. Se trata de un sector muy atomizado en el que la subida de la producción se debe en gran parte al aumento de las extensiones de naranjos como consecuencia de la llegada de inversores no profesionales procedentes de los grandes beneficios del ladrillo. De hecho, según las cifras de la Consejería de Agricultura, el 605 de las explotaciones de cítricos tiene menos de 2,5 hectáreas, siendo la explotación media de 9 hectáreas.

Baja exportación

Una producción atomizada y desorganizada es incapaz de unirse para defenderse de los compradores. Cada cual acaba bajando el precio con tal de vender lo suyo. Eso al menos es lo que aseguran las organizaciones agrarias que aportan como prueba la evolución de los precios en las últimas campañas. Con unos costes medios de producción de 0,17 euros el kilo, la pasada campaña el precio de la naranja en árbol oscilo entre los 0.10 y los 0,14 euros.

Pero la prueba fundamental es la de las cifras de exportación. Si el Levante exporta en torno al 50% de su producción, en Andalucía apenas si se exporta el 20%. La cifra que no se conoce es que porcentaje de ese 50% que exporta el Levante procede de los muchos kilos que cada campaña compra a granel en Andalucía para exportarlos a través de sus redes comerciales.

De ahí que todas las asociaciones agrarias coinciden también en solicitar lo mismo a la Junta de Andalucía, ayuda para organizar y unificar a los naranjeros andaluces.

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