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CIENCIA
Mateo Rejón, el joven físico andaluz premiado por un prototipo para la exploración lunar: “La Luna nos enseña los misterios del sistema solar”

Mateo Rejón es un brillante físico de apenas 24 años nacido en Granada.

Álvaro López

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Mateo Rejón es un científico brillante. Nacido en Granada en 1999, acaba de alzarse con el tercer premio de un certamen que pone a la exploración lunar en el objetivo. El satélite natural de la Tierra es una de las grandes obsesiones del ser humano para seguir desentrañando su propio pasado y mirar hacia el futuro. Por ello, es relevante que este joven andaluz haya participado en un proyecto, galardonado, que consigue crear un prototipo esencial para explorar la Luna.

El prototipo, que se ha alzado con el tercer galardón del Over The Dusty Moon Challenge celebrado en Colorado (Estados Unidos), es una cinta elevadora de cinco metros de altura y unos dos y medio de anchura que consigue trasladar regolitos de un punto a otro de la superficie lunar. Para entenderlo, los regolitos serían, en una comparación muy básica, la arena o la tierra que hay en el suelo que pisamos. Un elemento que hay que mover para poder hacer diversas operaciones en la Luna como generar ladrillos para construir con ese mismo elemento y de paso para evitar que estos regolitos generen polvo al ser manipulados, lo que sería extremadamente peligroso para los humanos que estuviesen operando en la superficie lunar.

Mediante el uso de un tornillo de Arquímedes, que se utiliza precisamente para la elevación de todo tipo de materiales, el equipo en el que trabaja Mateo Rejón ha conseguido que este utensilio sea capaz de transportar verticalmente el regolito y depositarlo en otro punto. “De todos los prototipos que se han presentado al concurso, nosotros fuimos los que logramos transportar mayores cantidades”, admite este físico granadino.

Conocer el universo

Nacido en Granada, pero criado en Cenes de la Vega, Mateo Rejón tuvo de niño el mismo sueño que la mayoría: conocer el universo. De hecho, ha sido durante sus prácticas en el Centro Europeo de Astronautas de la Agencia Espacial Europea cuando ha podido desarrollar junto a ocho compañeros este prodigio tecnológico. Su fascinación por todo lo que tenía que ver con ello le fue indicando un camino de pura intuición que hoy le ha convertido en uno de los mejores científicos de su generación. De esta forma, ha participado en un desafío organizado por el Colorado School of Mines (una de las mejores universidades del mundo en minería) y Lockheed Martin (principal subcontrata de la NASA, que participa directamente en el programa Artemisa).

Graduado en Física por la Universidad de Granada (UGR), se decidió por esta carrera tras darse cuenta de su facilidad para las matemáticas. “He de decir que he sido muy afortunado con los compañeros y profesores que he tenido siempre porque es una disciplina muy dura, sobre todo al principio, pero nos hemos apoyado mutuamente”. Su currículum académico es tan excelente que hace un año fue uno de los pocos elegidos por La Caixa para ser uno de sus becados y estudiar Ingeniería Aeroespacial en la Universidad TU Delft (Países Bajos). “Yo no me lo podía creer cuando me escogieron. Creo recordar que la proporción de becados era de uno por cada once solicitantes. Fui muy afortunado”. Y en Países Bajos es desde donde ha estado trabajando todo el curso junto con un equipo internacional para presentarse al desafío científico que le ha ubicado como un joven prometedor en el campo de la física.

Las posibilidades de la Luna

Inquieto por naturaleza, conoció a sus compañeros durante una estancia veraniega, hace ahora un año, en Colonia (Alemania). “Siento que he cumplido un sueño de niño”. Además, adentrarse en la exploración lunar le permite hacerlo en un ámbito que es la obsesión de muchas agencias espaciales a nivel internacional. “Vamos a ir a la Luna y se está haciendo un esfuerzo conjunto por volver cuanto antes”. Por ese motivo, proyectos como el suyo cobran tanta importancia. “La Luna es como una cápsula del tiempo que nos permite conocer nuestro origen, pero también nos da la oportunidad de obtener recursos que en la Tierra ya no están. La Luna también nos enseña los misterios del sistema solar”.

El hecho de haber generado un equipo interdisciplinar ha estado detrás, en gran medida, del éxito cosechado. Ingenieros materiales, mecánicos y físicos han ido sorteando los desafíos que se han ido desarrollando desde finales de 2022, cuando asumieron el reto. “En enero nos confirmaron que participaríamos en el desafío”. Fue entonces cuando, reconoce, “la cosa se puso seria”. No diría que se han organizado de forma jerárquica, sino que han sido compañeros “muy responsables” entre ellos, algo esencial para investigar “distintos conceptos” para hacer el prototipo lo más atractivo a nivel presupuestario. “Suele ser algo esencial”.

No en vano, en la ambición humana de querer seguir conociendo el espacio, el satélite natural terrestre juega un papel esencial por el que muchos países están apostando a nivel internacional. “Será una escala en la exploración del universo. Una especie de gasolinera para hacer los viajes más cortos o para conocer mejor el entorno”. Algo que no será posible hasta que el ser humano empiece a visitarla de forma asidua, construyendo y generando una base lunar. “También es una oportunidad para el desarrollo económico de la mano de una transición verde”.

La exploración lunar enfrenta grandes desafíos que “no se pueden resolver sólo con las tecnologías que existen en la Tierra”. Entre otros motivos, porque todo cuanto se utilice en el espacio ha de ser “ligero y de muy poco coste”. Es esencial que se reduzca “muchísimo” el dinero que se emplea para estos proyectos para que puedan ser viables. Algo de lo que saben bien en el equipo en el que ha trabajado Mateo Rejón puesto que el prototipo lo han hecho fruto del interés científico. “Yo, por ejemplo, le dedicaba el tiempo que me dejaba el TFM”.

Sin remuneración

“No hemos tenido ningún tipo de remuneración por hacer esto, salvo una consultoría de Munich que nos pagó 5.000 euros para facilitarnos el proyecto”. Dinero que no da para grandes lujos en un equipo de nueve personas (tres españoles, tres franceses, un italiano, un islandés y un alemán). “La experiencia de lo que hemos vivido es increíble. Durante el desarrollo han ido surgiendo problemas que hemos ido resolviendo y uno siente satisfacción cuando ve que las cosas van avanzando”. Considera que, simplemente por el hecho de haber sido seleccionados para participar, Over The Dusty Moon Challenge ya ha ganado: “A veces pienso que estoy en Holanda y que hace unas semanas estaba en Colorado presentando este proyecto y no termino de creérmelo”.

Pensando en el futuro, Mateo Rejón tiene como objetivo prioritario acabar su TFM y empezar a pensar hacia dónde quiere enfocar su trayectoria profesional. “De momento siento que tengo que parar un poco, aunque tengo claro que quiero seguir en el extranjero durante algún tiempo”. Su deseo a medio plazo sí es volver a Granada porque es donde está su familia y porque echa de menos su tierra, pero siente que, de momento, sus sueños están precisamente lejos de la superficie terrestre y que esa conquista pasa por seguir pensando en grande. Trabajando en la exploración espacial.

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