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Los hospitales públicos españoles tienen menos de cinco psicólogos por cada 100.000 habitantes

Los pacientes sufren listas de espera de más de un mes para su tratamiento psicológico

Alejandro Ávila

2.120 psicólogos en los hospitales públicos para atender a los cerca de 47 millones de personas que habitan en España. Más de 2.600 si se añaden los que aún continúan su formación. Dicho de otro modo: menos de cinco psicólogos por cada 100.000 personas. Un 0,0043%. Según un informe de la Comisión de Sanidad, Política Social y Consumo de 2010, harían falta 5.000 más.

Las cifras contrastan con los 18 especialistas de la media europea o las de países como Suecia o Finlandia, donde se alcanzan los 70 psicólogos en la sanidad pública para cada 100.000 habitantes, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Más allá de las matemáticas, las cifras revelan un problema de sanidad pública: a pesar de que, según la OMS, una de cada diez personas sufre algún trastorno de salud mental, las listas de esperas para recibir atención psicológica en la sanidad pública española es superior al mes.

Los futuros psicólogos clínicos han dado la voz de alarma en un país, cuya crisis económica ha agudizado los casos de enfermedades mentales y en el que la tasa de suicidio se ha incrementado.

Raquel Pérez, impulsora de la plataforma 'Psicólogos por el aumento de plazas PIR', denuncia que “a raíz de la crisis, las plazas no han aumentado nada, pero los problemas de salud mental se han disparado”.

Los futuros PIR quieren que se convoquen más plazas. El pasado enero se presentaron más de 4.000 personas para 127 puestos. Más de 32 aspirantes por cada plaza, el ratio histórico máximo. Mientras que en otras especialidades, hay una plaza para cada dos personas (Medicina), para cada 5,42 (Farmacia) o para cada 17 (Enfermería), Psicología tiene el acceso más difícil de todas. Por eso, la comisión nacional de especialidades reclama 163 plazas para este año, pero las comunidades autónomas consideran que con 129 es suficiente. Hasta septiembre no se tomará una decisión.

Los opositores han pasado a la ofensiva lanzando una campaña de recogida de firmas a través de change.org, visibilizando el problema a través de las redes sociales y buscando soluciones políticas.

De momento, les ha dado resultados: en apenas una semana han conseguido más de 11.000 firmas, han recibido el compromiso de estudiar la situación por parte de miembros de la comisión de sanidad del congreso (PP, UPyD y CIU) y han cerrado varias reuniones con parlamentarios del PSOE. El círculo de Podemos de Psicología también les ha brindado su apoyo, junto a los colegios de psicólogos y otras asociaciones de la rama.

Abuso de la farmacoterapia

Abuso de la farmacoterapiaRaquel Pérez denuncia que, en este deterioro de la atención psicológica, “a los pacientes los atiende el médico de cabecera y les da un fármaco, de modo que no reciben el tratamiento adecuado”. Según un estudio del profesor Antoni Sicras-Mainar, “la sanidad española está tratando los problemas de salud mental casi enteramente con farmacoterapia”.

Cesar González-Blanch, presidente de la Asociación Nacional de Psicólogos Clínicos y Residentes (Anpir), coincide con el diagnóstico de la situación y ofrece dos datos: “el 30% de las consultas de atención primaria tienen que ver con psicología, pero el 90% de ellas se quedan en esa atención primaria, que no cuenta con psicólogos. De ese modo, solo un número muy pequeño de ellas llega a la atención especializada, que está saturada”.

Así solo los casos relacionados con enfermedades mentales más graves como, por ejemplo, la esquizofrenia, se atienden por especialistas, mientras que enfermedades más comunes como la depresión o la ansiedad acaban siendo tratadas con fármacos, a pesar de que es el tratamiento menos indicado. Las 'pastillas' sustituyen a la psicoterapia.

González-Blanch insiste en que “se subestima la importancia de los problemas de salud mental pese a que es uno de los tres motivos principales de bajas laborales de media y larga duración”. El psicólogo recalca que las sesiones de terapia deben tener una frecuencia semanal, de modo que si esa frecuencia es, por ejemplo, trimestral “es como usar una infradosis de un fármaco”. No sirve de nada.

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