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Radiografía de la juventud andaluza a los veintitantos: la mitad, en paro o estudia, y dos de cada tres viven con sus padres

Imagen de archivo de un aula de universitarios

Consuelo Durán

Nacieron en 1994 y este año cumplen un cuarto de siglo: la mitad o sigue estudiando (43,7%) o está en paro (14,1%), y la mayoría (68,3%) continúa viviendo con los padres si bien esperan independizarse en un par de años. Son los resultados definitivos de La encuesta de estudios y transiciones al mercado laboral en Andalucía que acaba de publicar el IECA después de haber estudiado a estos jóvenes en 2010 y volver a preguntarles en 2018 para ver cómo han evolucionado sus vidas. Han sido 2.573 entrevistas telefónicas por toda Andalucía.

Este estudio ofrece una radiografía de los jóvenes de veintitantos en Andalucía pero es también una apuesta novedosa dentro de los organismos públicos de estadística en España, en la línea de lo que se lleva haciendo tiempo en Escocia con los millenials, por ejemplo. El IECA se ha estrenado con un estudio de cohorte como explica su jefa de servicio Iria Enrique. “Teníamos muchas expectativas cuando en 2010 hicimos la primera fase y lo hemos conseguido”, celebra.

Eligieron los nacidos en 1994 porque entonces, en 2010, estaban terminando la ESO, “un momento crucial para el futuro profesional”. Ocho años después han conseguido contactar con más del 70% de los entrevistados en 2010, y no renuncian a poder hacerlo con más: “Lo ideal es poder enlazar todos esos datos”. Y es que no se trata de usar paneles, como otras encuestas, sino de hablar con la misma gente.

En la misma línea, explica que la estadística está apostando por “la integración de los registros administrativos” y en este terreno el IECA quiere aportar información sobre trayectorias vitales. “El objetivo es seguir a una población a lo largo de su vida en momentos cruciales porque eso aporta información biográfica que permite evaluar a largo plazo otros efectos. Una determinada información que obtengamos ahora sobre su educación, por ejemplo, más adelante nos permitirá ver si influye en temas sanitarios, familiares, satisfacción en la vida...”, cuenta.

De momento, el estudio revela que menos de la cuarta parte (24,3%) tiene trabajo a tiempo completo; otro 13,0%, a tiempo parcial; y solamente el 2,9% es empresario. Como el objetivo es conocer cómo ha sido la trayectoria de estos jóvenes en distintos aspectos de su vida, se marcan tres hitos temporales: la situación al finalizar la ESO (de 15 a 18 años), a la mayoría de edad y con 23 y 24 años, que era lo que tenían en 2018, cuando se realizó el segundo estudio de campo y cuando incluso una mínima parte de los encuestados (7%) ya eran padres.

De los 15 a los 18 años

Comenzando por el momento final de la etapa de estudios de secundaria (entre los 15 y los 18 años), los datos muestran que el 80,5% de los jóvenes de la generación de 1994 completó los estudios obligatorios y siguió estudiando. El resto, o bien no los terminó (12,8%), o bien los acabó pero optó por dejar de estudiar (6,7%). Se percibe ya en esta etapa una constante de género que se reproduce durante toda la educación: la mayor presencia de mujeres en las aulas. La entrada de ellas en el mercado laboral es también más tardía, precisamente por prolongar sus estudios. Entre los que optaron por seguir estudiando, ellas suponen siete puntos más. La principal razón por la que los jóvenes afirman que no continuaron los estudios es la desmotivación, seguida por la necesidad de poder empezar un proyecto de vida con autonomía económica.

Con la mayoría de edad

Para hacer balance de la primera disyuntiva que surge tras finalizar la etapa de estudios obligatorios, la encuesta hace una parada en los 18 años para contemplar con más nitidez cómo empezaron a cristalizarse los itinerarios que siguieron los entrevistados. La escena en este sentido es parecida a la anterior: más de las tres cuartas partes continuaba estudiando, e incluso uno de cada cuatro lo compaginaba con una primera incursión en el mercado laboral.

En la veintena

El tercer momento es ya pasados los 18 años. Entre los que han obtenido un título de ESO o inferior, la mitad está trabajando. Por el contrario, entre los que tienen estudios de ciclo formativo superior o son universitarios la situación mayoritaria es todavía la de estudiante, prácticamente la mitad. Destaca también que el porcentaje de los que ha terminado niveles de estudios postobligatorios en las ciudades (76,4%) es mayor que en el mundo rural (65,9%) y que en áreas de densidad intermedia (68,3%).

Por otro lado, el estudio revela que entre los que han realizado ciclos formativos de grado medio, uno de cada cuatro tuvo su primera experiencia laboral tras cumplir la mayoría de edad, sobre todo con contratos temporales o a tiempo parcial. En la mitad de los casos no duraron más de seis meses. Eso sí, un buen número revela como abusos más comunes el trabajar sin contrato y cobrar en negro.

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