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Los externalizados del BBVA se plantan: “Llevo más de diez años y he perdido poder adquisitivo”

Sede de Opplus en Málaga

Néstor Cenizo

30 de septiembre de 2021 20:06 h

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Opplus y Quipro, las empresas a las que BBVA encarga la ejecución de gran parte de su operativa, viven un nuevo conflicto laboral. En realidad, no han salido de él en los últimos años. El conflicto de 2018 se ha reabierto en las últimas semanas a cuenta del regreso al trabajo presencial. Los sindicatos creen que no es seguro el retorno de más de 2.000 personas a una oficina que no tiene ventanas. La empresa, por su parte, defiende que ha instalado un nuevo sistema de ventilación. La pugna ha aflorado nuevamente los agravios que dicen sufrir los trabajadores, la mayor parte de los cuales siguen cobrando lo mismo que hace diez años: poco más de mil euros al mes. El conflicto se une a los problemas que sufre el propio banco, inmerso en un ERE que afectará a casi 3.000 empleados.

El edificio Alei Center, que Opplus y Quipro ocupan en exclusiva en régimen de alquiler, es una enorme mole de 13.500 metros cuadrados en cinco plantas, en el Parque Tecnológico de Málaga, con la particularidad de que no cuenta con ventilación natural. El pasado 13 de septiembre los trabajadores volvieron, tras un año y medio trabajando desde casa. Para la empresa, el modelo presencial sigue aportando “muchísimo valor” a su producto, reforzando los equipos y reduciendo los errores. “Sin entrar en la pérdida de motivación y cultura corporativa que supone trabajar en remoto”, añade una fuente oficial.

Opplus argumenta que ha realizado una inversión “considerable” para adecuar las instalaciones y garantizar la seguridad. “Hemos mejorado el sistema de ventilación, que ahora coge el aire por un lado y lo suelta por otro. También tenemos cámaras de control de temperatura y hay una limpieza exhaustiva diaria”. Pero para los sindicatos no es suficiente. “Quieren meter a más de 1.500 personas en un edificio que no tiene ventanas. Exponer a un riesgo a la plantilla cuando el teletrabajo funciona no tiene sentido”, denuncia Melquiades Ramírez, presidente del comité de empresa.

A partir de ahora, los trabajadores trabajarán tres semanas en la sede y una desde casa. El 25%. Si no fuera así les sería imposible mantener la distancia mínima de metro y medio entre trabajadores. Además, este porcentaje permite a la empresa evitar la Ley de trabajo a distancia, en vigor desde julio, que solo se aplica cuando este supere el 30% de la jornada. Según la empresa, “la decisión no se tomó mirando la ley”.

La convocatoria de huelga del 17 de septiembre logró un seguimiento del 31%, según la empresa, mientras que los sindicatos creen que fue del 70%. Días antes, algunos directivos informaron a sus equipos de que no era necesario registrar la ausencia en la aplicación, a pesar de que esta permite grabar las ausencias por “huelga”. Cientos de personas acudieron también a una manifestación en calle Larios. Excluyendo a los temporales y a los jefes, los sindicatos creen que el seguimiento fue casi total.

En torno a 1.000 euros de nómina desde hace 14 años

Más allá de la seguridad en tiempos de pandemia, el conflicto ha vuelto a sacar a la palestra las condiciones económicas de una parte de la plantilla, que ronda los 1-000 euros de salario neto y que no ha subido ni el IPC en la última década. “Cuando entramos teníamos veinte años, pero ahora muchos tienen hijos, hipoteca…”, dice, bajo condición de anonimato, alguien con más de diez años en la empresa: “Todo ha subido. La luz, la gasolina... Aumentan los gastos y el sueldo no. Y al final no llegas. Si un mes ahorro 50 euros, me los gasto al mes siguiente”.

“Llevo más de diez años y he perdido poder adquisitivo. No pedimos cobrar 2.000 euros, sino un salario acorde al nivel de vida que hay”, comenta otro, que apenas supera los 1.000 euros a final de mes. “Yo tengo problemas para alquilar un piso, me ha tenido que avalar mi suegro”, cuenta un tercero.

Los empleados de Opplus y Quipro realizan la contratación, el mantenimiento y la finalización de productos bancarios. Manejan avales millonarios. Asumen responsabilidades vinculadas a un gran banco. Pero cobran “como parias”, lamentan.

Un único cliente, que es también el propietario

Opplus ronda los 82 millones de euros de facturación anual y pocas empresas en Málaga tienen más empleados: unos 2.200 (con ligeras variaciones según campañas), todos en las oficinas del Parque Tecnológico de Málaga. Se dedica a lo que en la jerga se conoce como backoffice: operaciones de soporte para un cliente. Pero en este caso, el cliente es también su fundador y único accionista: en 2007, BBVA creó Opplus como un “centro de operaciones de alto valor en Málaga”, del que luego desgajó Quipro.

En realidad, Opplus y Quipro solo hacen lo que les dice BBVA, con el que tienen suscrito un contrato para la prestación de “soporte operativo y contable de fondos de titulización”. Ambas son BBVA: forman parte del grupo, los correos electrónicos de los trabajadores tienen el dominio @bbva.es, y hasta ahora los empleados disfrutaban de condiciones ventajosas en productos bancarios. Sin embargo, de cara al exterior esa vinculación no es tan obvia: en la web de Opplus no hay ni una mención a BBVA. Este periódico se ha puesto en contacto con el BBVA pero el banco no ha hecho ningún comentario.

La externalización ha provocado la precarización de estos trabajadores, porque tanto Opplus como Quipro están adscritas al convenio colectivo de consultoría, y no al de banca. Cuando en 2010 el sindicato CGT pidió que se declarara que existe una cesión ilegal de trabajadores o que, subsidiariamente, se les aplicara el convenio de banca, perdió en los tribunales.

De este modo, Opplus contrató cientos de recién licenciados y diplomados, a los que formó en operativa bancaria, pero los adscribió a un convenio mucho peor. “El objetivo era no pagar por el convenio de banca, sino por el peor: consultoría y estudios de mercado”, opina Melquiades Ramírez.

Subidas salariales neutralizadas por el complemento absorbible

Denuncian no solo que se les aplica un convenio que no se ajusta a sus tareas, sino que la aplicación es cicatera. Por ejemplo: el sueldo líquido está desglosado en un salario base de unos 680 euros, un complemento voluntario personal (de hasta 340 euros) y nueve euros diarios de dieta para comer, lo que puede suponer en torno al 15% de la nómina líquida. Pero la dieta solo se cobra si se acude al trabajo: no se cobra si el trabajador está de baja médica o de vacaciones. Por eso, muchos ven reducida drásticamente su nómina en verano.

Además, durante un tiempo la empresa no cotizó por estas dietas. ElDiario.es/Andalucía reveló que la Audiencia Nacional había condenado a Opplus y Quipro a pagar 2,5 millones de euros por intentar ahorrarse en cotizaciones sobre la parte del salario satisfecho en ayudas alimentarias entre abril de 2012 y noviembre de 2013. La empresa recurrió al Tribunal Supremo y perdió.

El complemento voluntario es otro motivo de discordia. Por convenio, se trata de un complemento “absorbible” y “compensable”, lo que significa que la empresa puede utilizarlo para compensar subidas salariales por otros conceptos, como por ascenso de categoría o por el aumento del SMI. De esta forma, lo que aumenta del salario base se detrae del complemento, y el líquido queda igual. Según testimonios de varios trabajadores y los sindicatos, esto es lo que les ha ocurrido en los últimos años. “Las supuestas subidas no se ven en la nómina, solo se reflejan en la paga extra”, resume uno. Opplus defiende que, aun así, los salarios están por encima del mínimo que marca el convenio.

En 2018, el conflicto se cerró en falso porque la empresa llegó a acuerdos de eficacia limitada con algún sindicato. En esta ocasión, los sindicatos dicen estar unidos en sus exigencias de mejoras. “No es de recibo que BBVA se dedique a precarizar el sector bancario y a abusar sistemáticamente de los trabajadores. Tiene que cumplir con lo que marcan las leyes y dignificar las condiciones”, concluye Ramírez.

“Lo que más me duele es que trabajamos para un banco y hacemos trabajo de banca. Hay gestores de oficina que nos preguntan cómo se hacen algunas cosas. Por lo menos, que lo reconozcan”, lamenta alguien veterano. Esta semana la empresa se reunirá con los sindicatos, mientras dice que seguirá “escuchando, reforzando la comunicación, tendiendo puentes y fomentando el entendimiento: como hasta ahora”. 

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