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“¡Esto no es Saint-Denis!” Moreno hace equilibrios con el discurso del PP sobre inmigración al adentrarse en 'territorio Vox'

El candidato del PP, Juan Manuel Moreno, con el armador de un barco pesquero y dos de sus trabajadores inmigrantes, en el puerto de Fuengirola (Málaga)

Daniel Cela

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“Aquí no hay ablación de clítoris, aquí no se matan los carneros en casa y aquí no hay problema de seguridad ciudadana. O respetan las costumbres occidentales o se han equivocado de país”. Estas palabras no están sustraídas del discurso de Macarena Olona en el Congreso de los diputados, donde defendió que “no todas las costumbres culturales son respetables”. Ni tampoco de su intervención en el debate electoral de RTVE del pasado lunes, cuando denunció que “nunca una mujer o una persona homosexual ha caminado con tanta inseguridad por las calles de Andalucía por sus políticas de efecto llamada a la inmigración”.

Es un discurso del ex presidente del PP nacional, Pablo Casado, pronunciado en un mitin en Granada junto a Juan Manuel Moreno durante la campaña electoral de las andaluzas en 2018. “Se confunden de país aquellos inmigrantes que quieran disfrutar de las ayudas sociales sin respetar las costumbres españolas, la ley o la Constitución. O respetan las costumbres occidentales o se han equivocado de país”, decía entonces Casado, con el candidato popular a la Presidencia de la Junta de Andalucía petrificado en primera fila.

El PP nacional había empezado a librar la batalla cultural con Vox, que amenazaba con sorpasarle, y eligió como campo de guerra Granada y Almería, las provincias con mayor arraigo del voto conservador, donde la ultraderecha azuza el miedo al inmigrante con bastante éxito en las urnas. En Granada, los populares y la ultraderecha sumaron más de un tercio de los votos en 2018 (34%) y en Almería más de la mitad del escrutinio (54% en las andaluzas).

Moderación frente a radicalidad

Al entrar en esta parte de la Andalucía oriental, en el ecuador de la campaña, el discurso centrista y moderado de Juanma Moreno choca con el espejo de otro PP distinto, más duro, más conservador. “En esta zona perdimos muchos votos en 2018 porque los nuestros nos empezaron a ver blandos y se fueron con Vox. Aquí es donde más trasvases hubo y hay”, explican fuentes próximas al presidente.

La caravana del candidato del PP se adentró el jueves en la provincia de Granada y el viernes entró en el poniente almeriense, un territorio donde la ultraderecha andaluza tiene más predicamento y donde más ha calado un discurso que vincula la inmigración con la delincuencia sin necesidad de aportar ningún dato oficial que corrobore este binomio. El partido de Santiago Abascal ganó en la mayoría de los municipios del llamado mar de plástico: Adra, Balanegra, El Ejido, La Mojonera, Vícar, Roquetas de Mar, Huércal de Almería y Níjar. Algunos lo llaman territorio Vox, pero antes de que existiera Vox, ya albergaba el núcleo más duro del PP. Y el más sólido.

Ese PP del que Moreno se ha distanciado en esta campaña para disipar el miedo atávico de Andalucía a la derecha y ampliar su base electoral en el centro izquierda. Pero que sigue siendo necesario en estas latitudes para taponar el trasvase de votos a Vox. La gran incógnita era ver cómo el candidato popular, hoy presidente de la Junta, modularía el discurso del PP sobre la inmigración al entrar en Granada y, sobre todo, en Almería.

El jueves, en Fuengirola, Moreno se subió a un barco que le llevó hasta el puerto pesquero junto a su armador, el patrón y dos pescadores de origen magrebí, con los que posó para una foto y se aprendió sus nombres. Allí ante los periodistas, quiso denunciar que “las artes de la pesca”, que generan un valor añadido bruto en el PIB andaluz de 380 millones de euros al año, “están disminuyendo y hay menos flota y menos trabajadores”. “La pesca es un sector que depende mucho de la mano de obra extranjera, especialmente de manos magrebíes y subsaharianas, porque a los españoles les parece un trabajo muy duro y no quieren hacerlo. Los inmigrantes son necesarios”, advirtió.

Este viernes, en Adra (Almería), volvió a insistir en que “la población inmigrante juega un papel destacado en la economía de muchas partes de Andalucía. Gran parte del fruto rojo que se recoge en Huelva es gracias a la población migrante, y aquí en Almería, todos los trabajadores que están debajo de los plásticos de los invernaderos, con una humedad del 80%, son inmigrantes. Sin ellos, muchas explotaciones agrícolas no tendrían viabilidad, porque hay ciertas actividades que los andaluces ya no las quieren hacer”.

Para equilibrar este mensaje, Moreno echa mano del argumentario clásico del PP en materia migratoria: “La inmigración debe ser ordenada y reglada”, una consigna que ya usaba Casado y sus antecesores, y que también esgrime Vox de forma más abrupta. “El punto medio es el equilibrio entre los que quieren una inmigración absolutamente desordenada de puertas abiertas, con la que no estamos de acuerdo, y los que quieren prácticamente eliminar cualquier presencia de inmigrantes, con lo que supone de impacto económico para determinadas zonas de Andalucía”, respondió el candidato, a preguntas de los periodistas.

“Entre esos dos puntos que son extremos estamos nosotros”, añadió con los brazos abiertos, en señal de cruz: “regulado y ordenado, pero la inmigración es necesaria para el sector agroalimentario, la construcción y la hostelería”.

Sin mentar al inmigrante en El Ejido

En la tarde del viernes, Moreno llegó a dar un mitin en El Ejido, epicentro de la agricultura de invernaderos en Almería, y el único municipio donde Vox ganó las últimas elecciones en Andalucía (un 29,5% del escrutinio) y amplió su victoria en las generales (36,3%). Casi un tercio de sus 84.000 habitantes son inmigrantes de casi un centenar de nacionalidades, según el INE. El 19,94% de la población es magrebí. El acto del candidato del PP congregó a unas 300 personas en el parque municipal de El Ejido -incluido alcaldes, concejales, diputados provinciales y nacionales- y cero personas inmigrantes entre el público.

Moreno no hizo ninguna referencia directa a la inmigración durante su intervención, aunque sí habló extensamente del sector agroalimentario, que se levanta sobre las espaldas de miles de magrebíes. En Almería, la población extranjera representa el 21,8%, muy por encima de la media nacional (10,37%) y de la andaluza (8,8%). Uno de cada tres inmigrantes es marroquí.

El candidato popular viene desde el inicio de la campaña rehuyendo el cuerpo a cuerpo con Vox, pero sí desliza dardos indirectos. En El Ejido reprochó a “aquellos que hablan mal del poniente almeriense desde Madrid, sin conocer esta tierra, sin escuchar”. Fue mucho más duro y directo el alcalde, Paco Góngora, que no ocultó su indignación con Olona y Abascal, que en la precampaña vinieron aquí a presentar un informe, con datos falseados, vinculando delincuencia con inmigración irregular. “El 35% de los delitos en Almería son cometidos por inmigrantes”, dejó dicho, entonces, el líder de la extrema derecha. “¿Saben cuál es la diferencia entre Saint-Denis [en alusión a los disturbios en este barrio parisino] o El Puche o El Ejido? Que en Andalucía no se ha celebrado todavía una Champions”, advirtió Olona, durante el debate electoral en la RTVE.

“Esto no es Saint-Denis”

El regidor popular del municipio almeriense, que en menos de un año tendrá que medirse de nuevo contra Vox en las urnas, reaccionó así en el mitin del viernes: “Compararnos con El Puche o Saint-Denis demuestra el desconocimiento de qué es esto. Cuando tocan a El Ejido, tocan al poniente almeriense. ¡No vamos a permitir que hablen así de los trabajadores de El Ejido, vengas del norte, del sur o de Salobreña”, dijo, en referencia al municipio granadino en el que se empadronó Olona para registrar su candidatura a las andaluzas. “No estamos dispuesto de que todo se vaya al traste por experimentos de barra de bar de personas que no conocen El Ejido”, remató.

El último Barómetro del Centro de Estudios Andaluces (CENTRA) detalla que la inmigración es el principal problema de Andalucía solo para el 0,5% de los encuestados, cuatro décimas menos que en diciembre de 2021. En un conjunto global, la inmigración es el vigésimo segundo problema de los ciudadanos andaluces.

Vox señala a la inmigración irregular para denunciar un “aumento de agresiones, violaciones, bandas, ocupaciones y narcotráfico” en España, pero el índice de delitos cometidos por personas de origen extranjero que recoge el Ministerio de Interior, relativo a 2021, es del 5,3%. El Consejo General del Poder Judicial no vincula delincuencia con inmigración en sus informes anuales. Las ONGs que trabajan con este colectivo dan especial importancia al contexto socioeconómico en el que malviven en España. El 82% de las personas extranjeras en este país se encuentra en riesgo de pobreza o exclusión social frente al 18% de nacionalidad española.

Los ecos de Pablo Casado

La ruta de la caravana del PP andaluz hoy es la misma que en 2018. Hace cuatro años, Moreno coincidió en aquel mitin de Granada con Pablo Casado, y desde la primera fila le escuchó gritar aquello de “no hay sitio para todos los que quieran venir a España”. El ex líder nacional del PP venía de Almería, con su propia caravana, de replicar casi el mismo discurso y se cruzaron en el camino. Un día después, Moreno llegó a la capital almeriense, donde tenía prevista una reunión con empresarios locales en la sede provincial y en ese encuentro le trasladaron que el mensaje que había dejado Casado a su paso por Almería era “contraproducente” para los intereses económicos de todo el poniente, pues la economía local dependía enteramente de la mano de obra inmigrante.

Casado ya no está, pero a Moreno le persigue por toda Andalucía la sombra de Vox en esta campaña. El partido ultraderechista y su candidata, Macarena Olona, se perfilan como socio necesario de un hipotético segundo Gobierno del PP. Es lo que más preocupa al presidente andaluz, que ha decidido virar su estrategia hacia el centro izquierda, donde el caladero de votos indecisos o descontentos con el PSOE es mayor [un 16,6% de trasvase de apoyos socialistas al PP, según el último sondeo publicado].

La campaña de Moreno es plana, rehuye el cuerpo a cuerpo con todos -en especial con Vox-, y cuando ha venido hasta Almería -52 veces a lo largo de la legislatura- lo ha hecho en su rol institucional, que le facilita un mensaje centrado en la gestión y menos comprometido políticamente que el de candidato en unas elecciones.

El pacto PP-Vox

En 2019, al arrancar esta legislatura, PP y Vox firmaron un acuerdo político con una serie de compromisos que desatascaron la investidura de Moreno y, posteriormente, el primer Gobierno andaluz de derechas tras 37 años de hegemonía socialista. Uno de los puntos hacía referencia al aumento de policías y guardias civiles para controlar esa inmigración irregular, una redacción mucho más aséptica que la que había planteado la ultraderecha en su primer documento: deportar a 52.000 inmigrantes ilegales de Andalucía.

La Junta no tenía competencias para hacer esto, y tampoco para ejecutar lo que finalmente acabó firmando con Vox. “Si nos piden que pongamos algo que no depende de nosotros, sino del Ministerio de Interior y de la Policía Nacional, lo ponemos. No nos compromete en nada más que remitirle la petición al ministro, y si con eso tengo presidente y Gobierno, estupendo”, diría poco después uno de los dirigentes del PP que negoció aquel acuerdo.

Este viernes, poco antes de llegar a El Ejido, le han preguntado a Moreno si hoy estaría dispuesto a asumir el mismo acuerdo político que firmó con Vox en 2019 para ser investido presidente. “Esa opción de tener que gobernar con Vox es improbable ahora mismo, y desde luego yo voy a trabajar todos los días, hasta el último minuto, para alcanzar una mayoría suficiente que nos permita gobernar con una sola opción”, sentenció.

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