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Moreno confía a Ciudadanos la captación de votantes del PSOE que nunca apoyarán al PP: “La trinchera ideológica aún es grande”

Juan Manuel Moreno, presidente andaluz y candidato del PP, entre Macarena Olona (Vox) y Juan Espadas (PSOE), durante el primer debate electoral.

Daniel Cela

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Las cuentas que maneja Juan Manuel Moreno para cuadrar la “mayoría suficiente” que le permita gobernar Andalucía sin Vox incluyen muchos diputados del PP, pero también un puñado de escaños de Ciudadanos. Su socio de Gobierno es también su principal competidor por el voto de centro derecha, pero si algo ha dejado claro esta campaña en los primeros seis días es que PP y Ciudadanos no juegan a hacerse daño. “Hay espacio para los dos en esa franja del centro izquierda que se está quedando vacía, porque muchos votantes del PSOE están decepcionados con su partido”, explican fuentes de la dirección del PP.

Ciudadanos está lastrado por una crisis reputacional que ha pulverizado sus expectativas para las elecciones andaluzas del 19 de junio. Todas las encuestas publicadas, y las que manejan en el Palacio de San Telmo, radiografían un fuerte éxodo de votantes hacia el PP andaluz, que prácticamente fagocitaría a su socio de Gobierno. Pero a Moreno nunca le ha interesado que Ciudadanos desaparezca ni como partido ni como concepto. Aunque su campaña esté centrada en su marca personal -Juanma presidente- y esconda todo lo posible las siglas del PP para ensanchar su base electoral por el centro izquierda, la papeleta sigue siendo la del PP.

La estrategia de Moreno no es un simple “pacto de no agresión” con su vicepresidente y líder regional de Ciudadanos, Juan Marín. El PP está insuflando oxígeno a los naranjas y orientando su campaña para ayudarle a retener un puñado de escaños, entre tres y seis diputados, que podrían convertirse en claves para sortear un hipotético Gobierno de coalición con Vox. “Hemos calculado un trasvase de votos del electorado socialista desencantado, gente que nos ve con buenos ojos, que cree que no lo hemos hecho mal y a los que Juanma les cae bien. Pero hay un tipo de votante del PSOE que nunca va a coger una papeleta del PP. La trinchera ideológica es todavía muy grande para ellos. Sin embargo, sí podría votar a Ciudadanos”, explican fuentes próximas al presidente andaluz.

En busca del votante del PSOE

En cada acto, en cada mitin -y va a dos por día- Moreno siempre repite la misma historia: acaba de pararle un andaluz o una andaluza en la calle para contarle que nunca ha votado al PP, o que siempre ha votado al PSOE, pero que ahora le apoyará a él, porque le da confianza. Como esos andaluces de los que habla el presidente, los populares calculan entre 90.000 y 100.000.

Para 'repartirse' el voto prestado del centro izquierda, Moreno y Marín también se han repartido los roles durante la campaña. En el debate electoral de RTVE, el pasado lunes, fue donde más se evidenció la estrategia de ambos candidatos, que traían pactada de casa. El presidente andaluz advirtió previamente a Marín que “tenía todo el camino despejado” para librar un pulso con Macarena Olona, consciente de que la líder de Vox cargaría duramente contra él. Y así fue.

Moreno se parapetó tras su perfil institucional y rehuyó el enfrentamiento directo con el resto de candidatos, centrándose en positivar su gestión y hacer balance de los tres años y medio de Gobierno. No perdió la serenidad pese a “todos los palos” que recibió, porque ese era el principal objetivo en el debate. Marín, en cambio, hizo uso de un registro más combativo, especialmente duro contra Olona, y ahí encontró un espacio propio que le permitió diferenciarse de Moreno y verse jaleado por los suyos. Los dos podían defender su gestión, pero solo uno de los dos podía permitirse plantar batalla a Vox.

Desde el principio, la estrategia del presidente andaluz va dirigida a penetrar en el espacio tradicional del centro izquierda, aprovechando la extrema debilidad del PSOE, la falta de conocimiento de su candidato, Juan Espadas, y la desmovilización del voto progresista. El CIS reflejaba un trasvase de votos de casi el 10% de votantes socialistas dispuestos a prestar su apoyo a Moreno, al que reconocen una buena gestión durante la pandemia. Un estudio de Thinking Heads, publicado el jueves, amplió ese porcentaje al 16,6%.

Tipología del votante de Vox

En el equipo de campaña de Moreno, unos miran a la izquierda y otros a la derecha, para no perder de vista que el votante natural del PP también está en Vox. Pero la balanza está claramente inclinada hacia un extremo. “Por cada voto que perdemos de Vox, ganamos diez del PSOE”, dice uno de los hombres fuertes del presidente. La diferencia entre lograr 43 diputados o lograr 47 está ahí, en esa bolsa de indecisos y desencantados del centro izquierda, por eso el rumbo de la campaña no va a cambiar.

Sin embargo, a medida que la caravana de Moreno se adentra en Andalucía oriental, la disputa del voto de derechas entre PP y Vox se hace más palpable. En Granada, y sobre todo Almería, se ubica el voto más conservador, y ahí es donde se despliega la otra estrategia, la de cómo recuperar al votante que se fue a la ultraderecha.

El equipo de Moreno subdivide al votante de Vox en tres tipos: “uno que proviene del tardofranquismo”, y que ha salido de la abstención y en menor medida del PP más reaccionario; otro que “proviene del movimiento de indignados del 15M, que es un voto irracional”, capaz de apoyar a Podemos y cuatro años después a Vox. En el 15M había mucho voto ideológico de izquierdas, pero también “mucho cabreo que se ha mudado a Vox cuando ha pasado la moda de Podemos”, explican; y el tercero es el voto que formaba parte del PP y le dio la espalda “por hastío, por cansancio o porque estaban decepcionados”.

El presidente andaluz cree que los dos primeros son “difícilmente recuperables” desde una estrategia pensada, por lo que su equipo ha optado por no prestarle mayor atención. Los de Moreno se han concentrado en el tercer tipo, la recuperación del voto perdido que quiso probar la novedad de Vox, pero que ahora esperan recuperar usando como palanca “el banco de pruebas del Gobierno andaluz”. “A muchos de nuestros votantes siempre les ha pesado la carga del eterno perdedor. Ahora por primera vez tienen la oportunidad de votar al caballo ganador”, aseguran estas fuentes.

Con todo, admiten que este espectro del electorado es muy maleable, de ahí que los asesores de Moreno le hayan sugerido rehuir la confrontación directa con Vox. “Vernos pelear podría ser contraproducente, porque fomentas la fragmentación del voto en la misma base social y les obligas a elegir”. Y ahí está el difícil equilibrio que afronta el presidente y candidato popular en esta campaña. A Moreno le persigue en su ruta por Andalucía la misma pregunta, insistente, sobre su relación con la extrema derecha y la hipótesis de que finalmente terminen entendiéndose y conformando un Gobierno juntos, como ha ocurrido en Castilla y León.

No hay efecto Olona

“Voy a intentar conseguir un Ayuso, un Gobierno monocolor con apoyos puntuales de Vox”, admitió el martes en una entrevista con esRadio. Al día siguiente tuvo que matizar que serían “apoyos puntuales con todos los partidos”, y que él había mencionado a Vox, porque le habían preguntado por Vox. El miércoles, en Torremolinos (Málaga), insistió en que quiere gobernar en solitario “para no perder tiempo enseñando a otros sin experiencia cómo funciona un Gobierno”. “Nosotros hablamos de hechos, otros de eslóganes”, dijo. El jueves, en Fuengirola, dio un paso más y aseguró que solo el PP es capaz de “frenar a Vox”.

El discurso de Moreno contra el partido de Santiago Abascal se ha ido envalentonando según avanza la campaña y no por casualidad. Los tracking que realiza su equipo -encuestas diarias- le confirman que “no hay efecto Olona”; al contrario, que la tendencia de crecimiento que Vox ha mantenido en las encuestas hasta hace días se ha interrumpido al iniciarse la campaña. Abascal ha elegido a un referente nacional como candidata en Andalucía, un nombre de peso para no depositar todas sus expectativas en la marca electoral, que sigue estando robusta.

Pero los populares creen que su campaña está siendo errática, que en el debate demostró no tener conocimientos de la realidad andaluza ni de la gestión autonómica, y que su decisión de renunciar a dar mítines y tener agenda pública los tres días siguientes fue “un error sin precedentes” [Olona finalmente rectificó y anunció visitas a mercados y paseos con los electores]. Con todo, Moreno no quiere confiarse, porque cree que la estrategia de Vox siempre es “ir de menos a más”. “Lo nuestro es una estrategia serena, gota a gota, lo suyo es una estrategia sprint: concentran en los últimos días todos sus recursos y su fuerza”, advierte el candidato.

Vox sigue siendo un partido imprevisible, estuvo bajo radar durante toda la campaña electoral de 2018, y terminó dando la sorpresa logrando un 11% del escrutinio, 400.000 votantes y 12 diputados. La baja participación, acrecentada por una campaña hipotensa y por una ola intensa de calor, puede terminar afectando también al PP, pese a tener todas las encuestas a favor. Este temor ha aparecido en el discurso de Moreno en los últimos días, en los que pide enérgicamente no marcharse a la playa el domingo 19 de junio e ir a votar.

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