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Christian Franco: “Aunque Santiago Segura pueda parecer casposo esas películas son necesarias, necesitamos taquilla y que la gente quiera ir al cine”

Christian Franco en la sala de proyección de la Filmoteca Mario Camus de Cantabria.

Olga Agüero

Santander —

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Ha vibrado con Indiana Jones, con el replicante de Blade Runner corriendo por las azoteas. Se ha emocionado con John Wayne mirando al azul infinito mientras lava su caballo, con Matthew McConaughey en Interstellar. Las referencias cinematográficas y literarias surgen a cada paso en la conversación con Christian Franco (Langreo, 1979), director desde hace dos años de la Filmoteca de Cantabria Mario Camus, cuando habla del libro 'Historia del cine en España' que ha escrito junto a Juan Carlos de la Madrid. El primer volumen de lo que aspira a ser una trilogía de la historia social del cine narrada desde el punto de vista de los espectadores, no de las películas. No es la primera incursión editorial de este asturiano doctor en Historia del Arte que ha firmado títulos como 'La liga de los teclistas barbudos' y 'El presunto emperador de Manchuria'. Rendido admirador del cine del falangista Neville y enemigo declarado de la elitista Ley Miró “orientada a rascar premios en festivales” porque “también hay un cine popular que funciona en taquilla y que lleva gente a las salas”, considera que el cine español ha logrado reconectar con el público de una manera muy fuerte. Como su precedesor, ha renunciado a que la Filmoteca exhiba películas comerciales actuales para competir con salas privadas. El papel que tiene que jugar una Filmoteca es otro -subraya- “no es estrenar Superlópez y poner nueve pases para reventar la taquilla”. En paralelo reconoce que no se puede construir una infustria únicamente alrededor de las películas que van a Berlín o que van a los Goya o a los Oscar.

Su faceta de historiador y cinéfilo confluyen en su obra literaria. Presenta estos días un estudio sobre la historia del cine en España hasta 1931. No sobre la historia del cine español, precisa. ¿Por qué? ¿Que enfoque tiene?

Juan Carlos de la Madrid y yo somos de la misma escuela, muy atenta a todo lo que tiene que ver con historia del cine y con historia del arte, a toda la repercusión, a todo el contexto en el que se origina y se viven las películas. Es fruto de este enfoque que hemos venido desarrollando en nuestra trayectoria como investigadores y que nos inculcaron nuestros maestros. De manera natural nosotros nos diferenciamos de otras historias del cine, no hacemos una historia de las películas sino que tratamos de hacer una historia sobre todo el conjunto de cuestiones que rodean al cine. Cómo era la naturaleza el espectáculo, cómo se difundió el cinematógrafo en los primeros tiempo, cuyánto costaban las entradas, la legislación vinculada al cine, los cambios tecnológicos, la recepción que tienene esas películas. No nos importan tanto los películas en sí mismas, no es una historia del estilo cinematográfico, sino que es una historia del cine en España. Esa es la diferencia y el cambio que damos al enfoque. Es una historia social del cine en España. Centramos mucho la mirada en el espectador y no solo en las películas como se hace tradicionalmente. Otros investigadores han hecho cosas pero hasta ahora no había una historia global del cine en España que es lo que nosotros estamos haciendo. Este libro es el primer hito de un proyecto que se va a extender durante varios años. En principio nuestro proyecto es que abarque un total de tres libros que nos permita recorrer toda la historia del cine en España hasta la llegada del streaming que cambia un poco el paradigma.

En otro de sus libros reivindica la figura de Edgar Neville a quien considera uno de los directores más relevantes en el cine español. ¿Qué le atrae de su cine?

Yo llegué a Neville como cinéfilo a finales de los 90, con el centenario. Me atraía mucho. Cuando planteé el tema de mi tesis mi director Vidal de la Madrid y yo vimos que era una figura importante que estaba por estudiar, faltaba un analisis crítico sobre su biografía. Estuve diez años trabajando sobre Neville, tuve que viajar a Estados Unidos para ver archivos. Fueron muchos años dedicándole muchas horas de mi vida. Neville es un cineasta extraordinario, mayúsculo. Todavía a día de hoy a veces ponemos alguna película suya en la Filmoteca y la gente reacciona con sorpresa viendo lo que este hombre hacía en los años 40 en España. A principios de noviembre en un encuentro de Filmotecas que hubo en San Sebastián presenté 'La torre de los siete jorobados'. A la gente le resultó fascinante enfrentarse a esa película, te mezclaba jorobados que falsificaban moneda en el subsuelo de Madrid, un humor castizo y la ironía que rodea a su cine. Es una película del año 1944 que te rompe los esquemas sobre lo que esperas del cine del franquismo. Eso es lo que hace tan atractivo el cine de Neville. Me lo pasé muy bien haciendo su tesis, por sus películas y por su obra como escritor. Es un miembro de la otra Generación del 27, la generación de los humoristas, que es la auténtica generación. Porque en la Generación del 27 como tal no hay tanto vínculo generacional, pero la otra generación entre los humoristas es un grupo mucho más homogéneo, son todos de una generación parecida: Jardiel Poncela, Miguel Mihura... Han resistido muy bien el paso del tiempo y siguen siendo muy divertidos a día de hoy.

En términos cinematográficos, ¿cualquier tiempo pasado fue mejor? 

No diría tanto, pero si es verdad que en la evolución del cine se producen dientes de sierra. A nivel de narrativa cinematográfica las cumbres que alcanzamos el pasado siglo en algunos aspectos no las hemos superado. Antes del cine sonoro el lenguaje cinematográfico se había desarrollado de una manera extraordinaria y muy estimulante, con las vanguardias cinematográficas. A nivel de lenguaje cinematográfico quizá podemos decir que no hemos vuelto a llegar al nivel de perfección de las cotas que se alcanzaron en los útimos años del mudo. Pero cada época tiene su cine y la nostalgia es muy mala consejera. Hay mucho cinéfilo pata negra que desprecia todo lo que no sea lo que él vivió en su juventud. Lo que mamas en tu juventud cuando construyes tu identidad te marca de una manera muy fuerte y te parece que lo que viene después es filfa. Pero no creo en eso. Creo que cada época tiene su cine y que hay cineastas actuales que me resultan muy estimulantes y que me gusta mucho lo que hacen. No debemos despreciar los que hacen las nuevas generaciones porque no es justo. Como historiador trato de ver las cosas con cierta perspectiva, no me gusta hacer juicios de valor muy tajantes sobre el último cine porque nos falta la perspectiva del tiempo. Muchos criticos encuentran dos o tres obras cumbres cada año que al cabo de cuatro o cinco años nos se acuerda nadie de ellas, y en cambio otras películas que a lo mejor pasan bajo el radar resulta que luego tienen más influencia.

No hemos vuelto a llegar al nivel de perfección de las cotas que se alcanzaron en los últimos años del cine mudo

Usted mantiene en paralelo una labor de investigación y divulgación. Hace poco dio usted una conferencia sobre el Fantaterror, un género cinematográfico de los años 60 y 70 en España. ¿Qué género o qué tipo de cine define a la sociedad española actual?

Es de dificil de decir por qué ¿de qué hablamos? ¿qué es lo que nos defien como sociedad? Una vez entrevisté a Juan Gómez Jurado y venia a decir que el trhiller era el gran género de la novela española. A mí el cine que me resulta más estimulante de los últimos años es el cine policiaco español. Me parece que define muy bien lo que es la sociedad. Pero ocurre que la sociedad es muy diversa. Habrá quien diga que lo que nos define es el cine de Carla Simón, de Alauda, Ruiz de Azúa. Habrá quien hable de que determinadas comedias como por ejemplo La cena es lo que nos define. No lo se. Somos una sociedad demasiado diversa como para encontrar un único cine que nos defina. Sí que creo que estamos en un momento en el que, en estos quince o veinte últimos años, el cine español ha logrado reconectar con el público de una manera muy fuerte, que era una conexión que se había perdido a raiz de la irrupción de la Ley Miró. A mi juicio, la gran culpable de la desafección que sienten dos o tres generaciones de españoles en relación al cine español. Porque la Ley Miró se cargó el cine de género por completo. Ese cine fantaterrorífico, ese cine policiaco, ese cine de humor que llevaba gente a las salas y que podía potenciar la construcción de una industria cinematográfica, se la cargó en favor de un cine presuntamente de calidad que tenía que servir como promoción del cine español en festivales. Pero, al final, cuando la cuota de pantalla del cine español baja un 37% en seis años, que es lo que provocó la Ley Miró, pues evidentemente es una ley fallida que provocó una desafección muy grande del espectador español respecto a su cine. Yo creo que eso lo hemos superado. De hecho, las cifras de este último otoño indican precisamente eso, que el cine español está tirando del carro en taquilla. Y eso es muy importante.

Franco con el cineasta Rodrigo Cortés en una conversación en la Filmoteca de Cantabria Mario Camus.

Pero no se puede vincular el éxito en taquilla con el éxito del cine. El número de espectadores no siempre es proporcional a la calidad de la película. ¿Cómo se puede vertebrar esta relación?

Es que necesitamos todo. Necesitamos éxito y necesitamos calidad. Ese fue el gran error de la Ley Miró. Si quieres tener una industria cinematográfica no puedes construirla únicamente alrededor de las películas que van a Berlín o que van a los Goya o a los Oscar. También hay un cine popular que funciona en taquilla y que lleva gente a las salas. Si tienes un cine que logra millones de euros en taquilla, va a tirar de la industria.

En Asturias hay mucho debate ahora sobre la identidad del cine asturiano, hay una corriente muy fuerte que apuesta por un cine asturiano ya no rodado en asturiano, políticamente implicado... para mí eso es un error. La sociedad es diversa y el cine tiene que recoger esa diversidad. No me vale una industria que subsiste porque se ponen sus películas en cuatro casas de cultura y van a un festival. No, no. La industria tiene que conectar con el público porque sino estás abocado a desaparecer. Cuando se hizo aquella apuesta netamente política tan marcada del cine español en los años 80 muy orientada a hacer proselitismo o a rascar premios en festivales hizo que la gente le diera la espalda porque también tiene que dar ese punto de evasión, también tienes que ir a ver a Manolo Summers al cine no solo a Pilar Miró.

Si queremos tener una industria tenemos que tener de todo y necesitamos A todo Tren, Padre no hay más que uno 4 y Torrente 8. Y también Los domingos

Si queremos tener una industria tenemos que tener de todo y necesitamos A todo Tren, Padre no hay más que uno 4 y Torrente 8. Y también Los domingos. Necesitamos todo, que haya diversidad y que haya películas con una mirada netamente comercial que tiren del carro porque sin esas películas que tiran el carro lo que hacemos es construir un cine destinado a vivir de subvenciones y no un cine que genere riqueza industrial que es lo que necesitamos.

El cine cántabro necesita poder hacer cine en Cantabria y para eso tenemos que tener un respaldo empresarial no únicamente incrementar las ayudas, tenemos que construir una industria. La gente tiene que poder vivir aquí sin desplazarse a Madrid o Barcelona para poder hacer cine. Eso se está conseguiendo muy poco a poco con mucha paciencia, con un sector muy vivo y muy directo que está sabiendo encontrar manera, que está dispuesto a dar la batalla. El cine español tiene que tratar crear una industria, ese tejido industrial es lo que va a dar valor a nuestro cine.

En Francia hay industria y se hacen comedias que van a reventar la taquilla y otras cosas. Nosotros, si queremos eso, tenemos que tener de todo. Aunque Santiago Segura nos pueda parecer casposo esas películas son necesarias porque además del dinero de taquilla necesitamos que la gente quiera ir al cine, que eso se está perdiendo.

Ahora mismo aún no sabemos las cifras a falta de cerrar el año, pero apunta a que vamos a tener una pérdida de espectadores respecto al pasado de dos o tres milllones. Tranquilamente podemos estar en esas cifras. Vamos a perder espectadores. No nosotros en la Filmoteca -que vamos a crecer- sino el conjunto del sector. Hay demasiada competencia, demasiadas pantallas y nuestra industria necesita de esos pelotazos.

¿Por qué al mundo del cine se le identifica más con la izquierda? ¿es algo que somo asoma en las galas de los Goya a través de algunas reivindicaciones o existe un cine comprometido?

Es una cuestión generacional que se deriva de una reacción hacia lo que fue el franquismo, sin más. Es verdad que, durante años, determinadas sensibilidades políticas no supieron ver lo que era el cine español y se vertieron algunas críticas injustas hablando de cine subvencionado y ciertas cosas. Fue un error de nuestra clase política. Viene un poco de ahí. Una ceguera que hubo años atrás unido al factor generacional. Aquel gobierno de Aznar se equivocó y fue un error. No creo que ahora mismo los partidos políticos piensen en esos términos. Creo que todo el mundo valora el potencial de nuestra industria del cine. Pero ese tipo de cosas al final calan mucho.

Creo que hay una generación muy marcada de cineastas de izquierdas que sucedió al franquismo pero ya no hay tanto peso político dentro de nuestro cine

¿Es el cineasta español de izquierdas? Se han cometido algunas injusticias. El otro día hablábamos de la figura de Nieves Conde porque pusimos El inquilino en la Filmoteca. Un autor fundamental, falangista. Camisa vieja. De hecho, tenía una posición marcadamente opuesta a lo que era el régimen de Franco desde el Hedillismo. Cuando llega la democracia a Nieves Conde se le veta completamente, no puede volver a dirigir. Un tipo que aún tenía recorrido. Se queda sin ventana: nadie le producía una película, nadía exhibía sus películas, había un completo rechazo a su cine. Y estamos hablando de un cineasta fundamental. Se han cometido injusticias por todos los lados. El contexto sociopolítico marca mucho.

¿Si hay sector de izquierdas en el cine? Creo que hay veces que se ha podido ver así por circunstancias coyunturales. No diría que ahora mismo hay un sector más de izquierdas o más de derechas. Creo que hay una generación muy marcada de cineastas de izquierdas que sucedió al franquismo y que era signo de los tiempos pero ya no hay tanto peso político dentro de nuestro cine. A los directores jóvenes no les veo un posicionamiento político tan marcado como el que pudo tener en su momento la generación de los Saura y toda esa generación que vivió el franquismo. La propia efervescencia de los tiempos marcaba cierto posicionamiento político.

Al hilo de la memoria histórica, ¿cree usted que el cine español ha sabido narrar suficientemente su historia reciente de la Guerra Civil, la dictadura o la transición? ¿se han visto reflejadas con acierto en la historia reciente de nuestro cine?

Un poco lo mismo. Ha habido una reacción a todo lo que supuso durante la dictadura el cine de cruzadas, la visión de aquellos años. Por reacción o por contraste el cine que se ha hecho en democracia sobre la Guerra Civil tiene una mirada marcadamente a favor de la República. Hay estudios especificos sobre el cine de Guerra Civil y se ve claramente cómo cambia la posición de los cineastas antes y después de la muerte de Franco. Ahí sí que hay una posición muy marcada. Ahora se va a estrenar Frontera, una película con un planteamiento muy interesante. Habla sobre un fenómeno particular: la llegada de judíos a través de la frontera francesa y cómo determinadas autoridades franquistas colaboradoras con los nazis tratan de impedirlo a la vez que otras autoridades hacen lo contrario. Al final, nuestra mirada sobre aquellos años de la Guerra Civil y la Dictadura también está marcada por el momento desde el que miramos.

Yo estudié aquellos años y a una persona como fue Neville que en su momento desertó del bando republicano, se unió al bando insurgente e incluso hizo labores propagandísticas. Pero cuando entras al detalle te das cuenta de que tuvo que hacerlo porque estaba metido en un proceso de depuración muy duro, porque incluso a su pareja de entonces la detuvieron al cruzar la frontera. Hubo gente que trató de sobrevivir como buenamente pudo y que trató de sobrevivir adaptándose a los tiempos. No todos los que fueron al exilio eran buenos y los que se quedaron eran malos, ni mucho menos. Hay que valorar cada circunstancia particular en función de su contexto y hay que ponderar mucho los juicios de valor sobre la época.

Hubo gente que trató de sobrevivir como buenamente pudo y que trató de sobrevivir adaptándose a los tiempos. No todos los que fueron al exilio eran buenos y los que se quedaron eran malos

A la Filmoteca Mario Camus de Cantabria, que usted dirige, en ocasiones se le ha reprochado que proyecte cine contemporáneo. ¿Qué papel considera que juega la Filmoteca?

Establecer un diálogo continuo entre el cine del pasado y del presente. Se reprochó en el pasado que pusieron mucho cine contemporáneo y yo estaba de acuerdo. Lo que se hizo en aquella etapa no estuvo bien. No estuvo bien la manera en la que se construía esa programación, no estaba bien el tipo de cine que se ponía, no estaba bien tratar de hacer la competencia a las salas comerciales jugando con la ventaja de hacerlo desde una sala pública. Y por eso tanto mi predecesor Antonio Navarro como yo hemos adoptado otras líneas de programación. Yo estaba de acuerdo con ese reproche y creo que la programación que hemos construido ya no ha tenido ese componente. No estábamos de acuerdo con lo que se había hecho antes de 2019. De hecho, se produce ese cambio de gestión además porque hubo un problema muy grave sobre control de cuentas, sobre gente que se estaba llevando dinero de la entidad. Hubo un juicio, hubo una condena y hubo despidos por ello. Al final todo va vinculado. Si haces ese tipo de programación, con esa orientación... creo que no estaba bien. Con mis actos estoy demostrando que el papel que tiene que jugar una Filmoteca es otro. No es estrenar Superlópez y poner nueve pases para reventar la taquilla. En una filmoteca no jugamos a eso.

Una de las iniciativas que se puso en marcha fue recopilar grabaciones personales que pudieran resultar de interés ¿han recibido algunas donaciones?

El programa de recuperación de cine famliar y amateur sigue activo. Tenemos más de 900 película y todos los meses nos llega alguna película de 8 o super 8 las digitalizamos y nos quedamos con una copia para el archivo. Queremos introducir nuevos formatos de video que son muy frágiles, es uno de los ejes de la parte de archico cinematográfico que hacemos.

¿Cómo valora la aportación de la tecnología y la IA el cine?

Es un debate abierto, sobre todo el de la Inteligencia Artificial. Tecnología siempre ha habido como una manera de tratar de hacer más reales determinadas escenas y a la vez abaratar costes. Desde los trucajes de los años 20, 30 y 40 ya teníamos esos efectos especiales, esos usos más o menos ingeniosos de la tecnología. Es verdad que con el digital se ha acelerado todo pero esas películas envejecen peor. Si ves hoy las primeras películas de Harry Potter los efectos digitales cantan La Traviata, se nota mucho que es un dibujo animado montando una serpiente o una escoba jugando al quidditch. El ojo lo ve muy rápido, y al final hay otros afectos artesanales que han envejecido mucho mejor. Parque Juráisico, de 1993, ahora mismo ya no te parecen tan reales los dinosaurios, ya les ves las grietas. Pero como sigue siendo una película maravillosa te da igual. O el King Kong de 1933 original, un muñeco de trapo que se movía. Ya, pero la película es estupenda y te da igual.

Algunas tecnologías más artesanales están envejeciendo mejor que ciertos trucos digitales

Pero da la sensación de que algunas tecnologías más artesanales están envejeciendo mejor que ciertos trucos digitales. La IA me preocupa bastante. El otro día me mandaron por Instagram un reel de Schwarzenegger cantando una canción de George Michael con el pelo del cantante. Eso se hace en dos minutos. Me da mucho miedo. Pero no solo por el impacto que pueda tener en el cine que, al final, hay contratos, cláusulas, las productoras miran mucho el por dinero, los actores ya se están movilizando, los guionistas ya lo han hecho... se acabarán llegando a acuerdos y se acabará racionalizando todo ese uso. Me preocupa más el uso en nuestro día a día, el uso que puedan hacer nuestros hijos o sobre nuestros hijos con esas herramientas. En el cine es una herramienta que se acabará normalizando e integrando, reglando.

Las plataformas ofrecen de manera casi inmediata algunos estrenos y se ha incrementado de manera notable el consumo doméstico de películas ¿Cómo es nuestra relación actual con el cine? ¿qué tipo de espectador se acerca a las salas?

Tenemos una relación desigual con las plataformas porque no se ha regulado bien. El circuito comercial no puede poner una película de estreno en el año siguiente a su estreno, pero ya la puedes ver en Netflix a los dos meses o al día siguiente si ellos quieren. La nueva Ley del cine, que ha dado muchas vueltas, tiene que romper esas barreras, tiene que afinar mucho. Esperemos que se apruebe algún día y nos de soluciones adecuadas. El visionado de cine en salas es un bien patrimonial que tenemos que conservar. Poder ver una película con desconocidos, en una sala, compartir la experiencia con ellos. No comparto ese pesimismo que hay sobre las nuevas generaciones. Aquí en la Filmoteca tenemos gente de todas las edades y la gente viene a ver lo que le da la gana. Es el poder del público: ven lo que quieren no lo que tú le pones. Hemos tenido películas de los 90 o los 2000 que han funcionado muy bien, pero también L'Atalante. una película de Jean Vigo de 1934 con más de setenta personas en la sala y gente muy joven.

La industria no quiere hacer política cultural, quiere hacer dinero y se está tratando de amoldarse a ese cambio que se está produciendo en la naturaleza del público

Lo que sí que vemos que está cambiando es el género. Hay estudios que lo apoyan muy firmemente. Si hace años el cinéfilo tipo era un hombre de equis edad y de cierto nivel cultural, lo que vemos ahora es que quienas más van al cine mayoritariamente en todos los rangos de edad son las mujeres. Y en el rango de los 24 años por cada hombre que entra a una sala de cine entran dos mujeres. Es un fenómeno muy interesante porque también cambia los géneros populares. Si entran más mujeres ¿qué va a funcionar mejor? ¿una película de acción de Bruce Willis u otro tipo de película? ¿Por qué ahora está volviendo el musical? ¿Por qué Marvel está llegando a un ocaso y lo están intentando paliar metiendo mucha smás superheroínas? Los generos cinematográficos que funcionan en este momento. Ha cambiado el género de la cinefilia y los géneros cinematográficos que funcionan son distintos a los que funcionaban hace diez años precisamente porque está cambiando el público. La industria no quiere hacer política cultural, quiere hacer dinero y se está tratando de amoldarse a ese cambio que se está produciendo en la naturaleza del público. Soy moderadamente optimista: estamos en la batalla y aún podemos dar la batalla, sabemos que el enemigo es muy fuerte, que es muy cómodo ver una película en tu casa pero tenemos alguna opción de resistir. Quizá la generación de mis hijos cuando lleguen a adultos ya no vayan al cine nunca. Los adultos tenemos que hacer una labora de tutela de enseñarles el valor de las salas de cine, del ocio compartido.

¿Por qué funcionan mejor las series? ¿qué relación tiene con ellas?

Siempre han funcionado bien, lo que ha cambiado es el consumo. Ahora hay un consumo compulsivo de las series, hay más accesibilidad porque a las plataformas les interesa acumular horas de visionado. Pero las series siempre han funcionado. Como los seriales del cine mudo o las colecciones de cómic. La narración serial tiene mucha tradición y siempre ha conectado bien con el público. No es tan nuevo. Cuando era chaval veía 'Luz de luna', me chupé las diez temporadas de Friends semana a semana viendo los capítulos. SIempre ha habido mucha producción de series pero ahora se les da más foco. Con el último capítulo de 'Farmacia de Guardia' casi se paró el país. O que suponía Curro Jiménez. 

Pero ahora cineastas de pantalla grande hacen series.

Lo que ha cambiado es el momento. El piloto de Colombo lo firmó Steven Spilberg. Antiguamente las series se tomaban como una especie de preparación para pasar al cine y hau muchos cinestas que hacían series y luego pasaban al cine. Era una escuela. Ahora se están produciendo dos fenómenos: sigue habiendo cineastas que se firman en las series. Cary Joji Fukunaga dirigió 'True Detective' y luego le ficharon para James Bond. Pero también hay mucho cineasta de prestigio que dice: pues quiero probar este tipo de narración en serie. Son vasos comunicantes. Sí es cierto que a las series se les ha dado esa pátina de prestigio que no tenían en los años 80 pero ni siquiera se si la conexión con el público es mayor ahora que entonces. Estoy volviendo a ver 'Corrupción en Miami', que era un fenómeno social y dudo mucho que ninguna serie actual tenga las audiencias que tenía. Ni siquiera 'Strangers things'. Habçia menos oferta, pero el impacto social que tenían esas series era brutal y ya se hacían cosas de calidad. Yo soy 'sherloquiano' y para mí el gran Sherlock Holmes que hemos visto en pantalla es Jeremy Brett de las series que hizo la productora Granada Televisión en los años 80 y 90.

Si tuviese que elegir un personaje cinematográfico ¿por cual apostaría?

El replicante de Blade Runner, por ejemplo, me resulta un personaje fascinante. Rick Dekcard corriendo por las azoteas. Y los heroes de la infancia como Indiana Jones y compañía.

Quédese con una escena que le siga deslumbrando.

¡Hay tantas! El ascenso de Kerensky de Einsenstein me llama mucho la atención. Es uno de mis directores favoritos, Einsenstein fue casi mi primer amor. Y otra escena fantástica de Centauros del desierto. Van persiguiendo a los indios y después de una emboscada ven que los indios se van. Se dan cuenta de que los han atraido muy lejos para poder atacarlos con tranquilidad. Toda la cuadrilla se lanza a una galopada salvaje e irreflexiva para tratar de llegar a los ranchos. John Wayne se para y empieza a lavar al caballo. Les dice: no vais a llegar a tiempo y vais a matar a los caballos. Ford plantea un plano bastante particular desde el lomo del caballo y tiene detrás al actor. John Wayne se queda un momento con la mirada perdida dándose cuenta de que les van a matar los indios y no puede hacer nada. En ese plano está toda la película. Una de mis mejores películas favoritas de los últimos años es Interstellar (2014), que no deja de ser una versión espacial de Centauros del desierto. Pasa lo mismo. En el momento en que vuelven del primer planeta y Cupper, el personaje que interpreta Matthew McConaughey, empieza a ver las grabaciones de sus hijos y se da cuenta de cómo se le ha ido la vida, cómo ha perdido a sus hijos y a su familia y empieza a llorar. Es la misma idea rodada por John Ford y por Christopher Nolan. Creo que son dos de las películas de mi vida que conectan de manera muy poderosa.

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