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La Axarquía: un destino idílico para los amantes del vino

Viñedos en La Axarquía.

Nacho S. Corbacho

En La Axarquía, las lomas se suceden una tras otra. La comarca está claramente marcada por una geografía accidentada donde la montaña ejerce de protagonista. Y en la que, entre olivos, mangos y aguacates, la viña tiene un hueco cada vez mayor. De fondo, siempre el azul del Mediterráneo en el horizonte y la brisa corre suavemente. Un viento constante a lo largo del año que es una bendición para el viñedo orientado al sur en Moclinejo: consigue evitar prácticamente cualquier enfermedad de las cepas. Sanas y con muchas horas de sol, de ellas se obtienen uvas de la mejor calidad. Son de la variedad moscatel de Alejandría y de ellas se extraen algunos de los más interesantes vinos de la bodega Dimobe, una de las que se puede visitar en esta comarca al este de la provincia de Málaga y que controla casi 40 hectáreas de viñas.

Desde Moclinejo también se observan parcelas donde otros viñedos que se encaraman a la montaña en pendientes casi imposibles. Lugares donde la presencia de las mulas se hace esencial para una vendimia que se realiza entre agosto y septiembre cada año. Y entre los que se intercalan paseros en los que se asolean las uvas para obtener vinos dulces o pasas con denominación de origen.

La vista permite entender las características específicas del vino en La Axarquía, marcada por el pico de La Maroma y sus 2.000 metros de altitud y la cercanía del mar. El suelo es pizarroso y se mezcla con arcillas arenosas, dando a los vinos toques minerales e, incluso, matices salados en la variedad autóctona romé, por la que distintos viticultores luchan para que se mantenga viva. En la comarca se elaboran vinos de las denominaciones de origen Málaga y Sierras de Málaga, así como pasas bajo la denominación de origen Pasas de Málaga.

Moclinejo, a unos 30 minutos de la ciudad de Málaga, se convierte en una estupenda primera parada en la ruta para conocer los mejores caldos axárquicos a lo largo de un camino que discurre a través de carreteras sinuosas y pequeños pueblos blancos de origen árabe.

Las instalaciones de Dimobe se ubican en pleno corazón del pueblo: allí donde se respira vino y se puede conocer la forma tradicional de elaboración en la comarca, así como descubrir su apasionante historia. Cerca de cumplir los 90 años, esta bodega ofrece un recorrido por las estancias originales en las que nació a comienzos de los años 20 del año pasado. En ellas se pueden observar aperos, vieja maquinaria y las primeras barricas de la bodega, que datan de 1875. También las salas donde envejecen hasta 50 años vinos de variedad moscatel y Pedro Ximénez o en las que descansan las primeras 4.000 botellas de vino espumoso elaborado con una base de moscatel de Alejandría, el único de la provincia con doble fermentación. Zumbral, Lagar de Cabrera o Piamater son algunas de las marcas bajo las que se etiquetan las alrededor de 80.000 botellas de vino que produce anualmente esta bodega, muy solicitado en restauración y hostelería y con denominación de origen (DO) Málaga y Sierras de Málaga.

Desde Moclinejo, la carretera serpentea en dirección a Almáchar y El Borge por unos terrenos salpicados de cortijos y donde los paseros son la esencia de cada casa. El primero con dos mil habitantes y el segundo con apenas un millar, son dos buenos ejemplos del urbanismo y la arquitectura de la zona: calles estrechas, cuestas, casas blancas; y una tranquilidad reinante que invita a pasear con calma. Más adelante, Cútar se encarama a una loma rodeado de almendros y los cada vez más numerosos ejemplares de mangos y aguacates, cultivos subtropicales de la zona que siguen al alza. Benamargosa da paso a una carretera que, con paciencia, recorre la ruta del aguacate en dirección a la zona más montañosa de La Axarquía a los pies de La Maroma.

En Sedella, de apenas 600 habitantes, se levanta otra de las bodegas más interesantes de la comarca: Sedella Vinos, proyecto vitivinícola personal del ingeniero agrónomo y enólogo Lauren Rosillo. Cuenta con un precioso y pequeño edificio blanco que se confunde con el entorno ubicado en la parta más alta de una loma. Está rodeada de sus propias viñas frente al pueblo y supone otro buen ejemplo de las pendientes y accidentes orográficos donde las cepas crecen en la comarca.

Rosillo llegó a La Axarquía en 2006, conoció la uva romé, se enamoró de la zona y puso en marcha el proyecto. En 2008 descorchó la primera botella y hoy produce entre 6.000 y 8.000 botellas anuales que se exportan a siete países y que se acaban en apenas seis meses.

Con apenas dos hectáreas, este pequeño proyecto lanza al mercado dos variedades de tinto ecológico a base de uva romé, ambos exquisitos y con denominación de origen: Sedella, envejecido en barricas usadas de roble francés durante 12 o 18 meses; y Laderas de Sedella, más joven y que pasa un año en ánforas de barro y cemento. Ambos tienen toques florales, minerales y yodados, con un claro reflejo del carácter del entorno en el que crecen unas viñas con experiencia: las más antiguas tienen ya 76 años. La bodega se puede visitar con reserva previa en su web, en un recorrido de unas dos horas donde conocer con más detalle este proyecto, la zona y catar los vinos con tapas basadas en productos del lugar.

Junto al pueblo de Sedella se encuentra Salares, uno de los municipios más pequeños de Málaga, con poco más de 200 habitantes y ejemplos de las distintas culturas que han pasado por la Axarquía: aún se conserva un precioso puente romano y también el alminar de la antigua mezquita, del siglo XIII y hoy torre de la iglesia.

La carretera continúa hacia Árchez, entre cuyas casas blanqueadas destaca el ladrillo rojo del alminar mozárabe de su iglesia y donde se encuentra la bodega Ribera del Mudéjar, con vinos típicos de la comarca sin denominación de origen. Es en este pueblo donde la ruta se desvía hacia la localidad de Canillas de Albaida, cuyo término municipal está completamente incluido en el Parque Natural Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama. Desde allí, las mil y una curvas viajan ahora en dirección a Cómpeta, uno de los pueblos más cosmopolitas de la comarca: el 40 por ciento de sus poco más de 3.000 residentes procede del extranjero y es fácil escuchar varios idiomas en un paseo por su precioso casco histórico.

Poco antes de llegar a Cómpeta, se encuentran las instalaciones de las bodegas Almijara, nacida en 1993. Allí elaboran dos tipos de vinos bajo la marca Jarel y con DO. Una variedad es Jarel naturalmente dulce y la segunda Jarel seco y afrutado, ambos con un cien por cien de uvas moscatel de Alejandría e incluidos en las denominaciones de origen Málaga y Sierras de Málaga. En sus instalaciones tradicionales se puede conocer la forma de elaboración de sus vinos y, también, participar en catas.

Desde Cómpeta, la carretera A-7206 se dirige hacia el sur, donde se encuentra Sayalonga, En el paraíso del níspero se levanta, mimetizadas con el entorno, las instalaciones de la bodega Bentomiz. Se trata de una iniciativa puesta en marcha en 2003 por Clara Verheij y André Both, dos holandeses que habían llegado una década antes a Sayalonga. Amantes de la gastronomía y el buen vino, dejaron sus respectivos empleos para desarrollar este proyecto, cuyo edificio principal fue construido por el propio André, Ingeniero Civil de profesión. Hoy es un espacio abierto, luminoso, lleno de sorpresas y donde cada ventana se convierte en un auténtico cuadro vivo gracias a los paisajes que rodean al edificio. Y

Allí elaboran seis variedades de vino con uvas procedentes de la treintena de hectáreas de viticultores locales que controlan en la zona, además de una hectárea y media en propiedad. Con una producción media de unas 50.000 botellas, sus vinos se embotellan bajo la etiqueta Ariyanas y en apenas una década han conquistado más de una veintena de restaurantes con estrella Michelín de todo el mundo, con el Celler de Can Roca a la cabeza, que desde 2011 incluye Ariyanas blanco seco en su menú degustación. Además, también elaboran tinto, tinto dulce y dos dulces, que conviven con una propuesta muy especial: Ariyanas romé rosado, elaborado con uva romé, tinta y autóctona de La Axarquía. Todos con denominación de origen.

En las instalaciones se celebran visitas y catas, muchas de las cuales acaban en almuerzo o cena gracias a la estupenda cocina con la que cuentan desde hace poco más de un año. El propio André Both está a cargo de los fogones, con un menú elaborado en colaboración con el chef Juan Quintanilla (del restaurante Sollum, en Nerja) que incluye sorpresas de temporada que maridan a la perfección con los vinos o que los usa directamente para cocinar, como las carrilladas en vino tinto Ariyanas. Además, en la bodega se organizan periódicamente diversas actividades, como el concierto que el guitarrista Daniel Casares (con quien colaboran con frecuencia) celebró allí el pasado mes de septiembre.

La carretera desciende entre curvas y ciclistas esforzados en dirección a Algarrobo, y más tarde llega a la costa en Caleta de Vélez entre un mar de aguacates y donde se encuentra uno de los mejores puertos pesqueros de la provincia. Desde allí y apenas a un paso, la ruta culmina en la capital de la comarca: Vélez-Málaga, la mayor ciudad con casi 80.000 habitantes.

En la localidad se encuentra la bodega Jorge Ordoñez, que nació en Almáchar en 2004 pero se trasladó en 2008 a territorio veleño debido al crecimiento de su producción. A pesar de su juventud, se trata de una de las bodegas más internacionales de la provincia de Málaga, ya que el 85 por ciento de su producción (con denominación de origen) se exporta al norte de Europa, Estados Unidos o países como Hong Kong. Con Botani como marca de cabecera, también cuenta con cuatro propuestas de vinos moscatel dulce y naturalmente dulce que son muy solicitados fuera de las fronteras españolas. Caldos que dejan un perfecto sabor de boca para finalizar esta ruta por los vinos de La Axarquía.

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