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Ángela Labordeta: “Mi apellido no me ha marcado en lo literario, pero sí en lo personal”

Portada del libro 'Donde no llegan los aviones' de Ángela Labordeta

Antonio Ibáñez

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La escritora y periodista Ángela Labordeta (Teruel, 1967) presenta su último libro, Donde no llegan los aviones, en el que se recopilan los artículos que escribió en eldiario.es durante los años 2016 y 2020. El jueves 28, a las 19:30, lo presenta en la Fundación José Antonio Labordeta de Zaragoza. Los textos están contextualizados por la propia autora y están ordenados de tal forma que permite múltiples opciones de lectura. Mantienen una unidad narrativa que lo convierten en un relato en el que la autora profundiza en alguno de los temas recurrentes de su ya dilatada trayectoria: la amistad, la memoria, las ilusiones perdidas, el entorno femenino que siempre le ha rodeado e influido, la figura paterna, el amor, la libertad, las incertidumbres ante los acontecimientos que llegan como la pandemia, la infancia o la interpretación de una actualidad que se analiza con desesperanza. También se habla de política, o mejor dicho, esta sirve de contexto para desarrollar algunos de estos aspectos que Labordeta ha explorado en su literatura desde que hace 25 años debutara con Rapitán y continuara con Bombones de licor y otras obras que la convierten en una sólida escritora de las fecundas letras aragonesas. 

La idea de recopilar estos artículos surge de la editora de Libros del Gato Negro, Marina Heredia, quien propuso a Ángela Labordeta su publicación. Los textos, en más de una ocasión, se convierten en auténticos poemas en prosa o en relatos breves. “En eldiario.es tuve libertad para no ceñirme a un espacio concreto, y cuando leí todos los artículos me di cuenta de que se podían estructurar como una pequeña novela”, asegura Labordeta. “Estaba haciendo un visionado de una España concreta, se habla mucho de la infancia, de la familia, de la soledad, de la escritura dentro de la propia escritura… Y abarca toda una vida, es una mirada vital desde los años 80, un mundo que siempre me ha obsesionado”, afirma la autora, marcada desde la infancia por ser la hija de José Antonio Labordeta y ser una de las hijas de una generación cuyos padres (el propio Labordeta, Eloy Fernández Clemente o Emilio Gastón, entre otros) impulsaron y reinventaron la configuración del Aragón moderno, tanto desde el punto de vista cultural e intelectual como político. Aquellas hijas, ya que en su mayoría eran mujeres, tuvieron que convivir con unas figuras paternas atrapadas en su propia dimensión pública, cuando, para ellas, eran simplemente unos padres que tenían que compartir con ese perfil político. 

“Algunos artículos son más líricos y otros más periodísticos, pero en todos hay una reflexión y una conclusión en la que la sensación que queda no es muy positiva, pero porque creo que no tenemos motivos para ser muy positivos. Y también hay artículos muy oníricos en los que me permito juegos literarios. Nunca quise hacer artículos de opinión al uso, por la propia libertad que me daba el formato”, indica la autora del libro, que además de novelista tiene una amplia experiencia en varios medios como articulista, un formato en el que ha sabido crear un mundo introspectivo y personal. En su prosa siempre surge una desesperanza, cierta decepción por cómo fueron las cosas -por un mundo, mayoritariamente femenino y tamizado desde una perspectiva feminista-  que es imperfecto. “Sí, hay una desesperanza, una decepción. Siempre he tenido en mi literatura esa visión pesimista, porque tengo una visión del mundo bastante negativa. No creo que podamos avanzar muy bien tal y como es el ser humano”

Ángela procede de una saga de destacados artistas y poetas. El apellido Labordeta marca, por la trayectoria de su padre José Antonio y su tío Miguel, el principal poeta aragonés del siglo XX. “En lo literario, el apellido nunca me ha preocupado hasta ahora, porque he escrito siempre lo que he querido. Pero sin duda, me ha marcado en lo personal”, señala.

Ángela está viviendo un momento dulce gracias al gran recibimiento popular que está teniendo en los cines de toda España la película documental “Labordeta, un hombre sin más”. Este trabajo, codirigido por Gaizka Urresti y Paula Labordeta con la participación de Miguel Mena y la propia Ángela en el guion, está teniendo una extraordinaria acogida de crítica y taquilla, superando todas las expectativas iniciales de una producción hecha con escasos apoyos y recursos económicos. Pocos, muy pocos documentales pueden presumir de haber superado, en tan solo un mes, los casi 30.000 espectadores. “El planteamiento inicial del guion no tiene nada que ver con el resultado final. Al principio se pensó en un relato en el que personajes famosos glosaran la relación con mi padre, pero mi hermana Paula y yo vimos que no tenía sentido hacer lo que se suele hacer siempre, queríamos llevarlo a nuestro terreno y dar una visión más personal, más íntima, desvelar una faceta más desconocida para el gran público. Gaizka lo entendió perfectamente porque vio que tenía mucha fuerza. Y luego ocurrió algo tan real como importante, la aparición del diario de mi padre, que refuerza el argumento. En ese diario está el sufrimiento, las angustias de un hombre que siempre se consideró en el espacio de las minorías, siempre se sintió un perdedor, aunque realmente fuera un ganador”. Ángela Labordeta muestra su agradecimiento por el tirón de la película, y tiene una mención especial a su madre, Juana de Grandes, que hace “un trabajo maravilloso” en el documental. “Es la gran protagonista también”. 

Precisamente, Ángela es ahora mismo junto a su madre y hermana Paula el motor que mantiene con grandes esfuerzos y mínimos apoyos institucionales la Fundación José Antonio Labordeta, el espacio que recoge el legado del autor y que tiene un espacio expositivo en el centro de la ciudad de Zaragoza. Además de realizar numerosas actividades, también tiene una muestra itinerante que llevan a aquellos lugares que lo piden. Este año, el equipo de Gobierno de Zaragoza, de PP y Ciudadanos, retiró su pequeña dotación económica a instancias de Vox, condición que puso la ultraderecha para dar su voto favorable a los presupuestos municipales. Ángela no quiere entrar en polémicas, desde su puesta en marcha, hace diez años, la fundación se ha mantenido al margen de disputas políticas y nunca ha cuestionado el incuestionable escaso apoyo institucional. “La fundación es un espacio que está ahí, que la gente visita, que sale a territorios de fuera de Zaragoza que piden una muestra itinerante y estamos trabajando. Ahora bien, qué va a pasar con la fundación, pues dependerá de lo que quieran las administraciones. De momento solo la apoya el Gobierno de Aragón, pero falta más compromiso. Veremos a partir de mayo de 2023 qué ocurre y será el momento de conocer cuál es el compromiso real y dónde quiere las instituciones que esté. El espacio expositivo está ahí y la dimensión que alcanza a través de las redes sociales es espectacular, con miles de visitas. La apuesta de la familia ha quedado clarísima durante ocho años, trabajando sin descanso con apoyos y sin apoyos, y a partir del año que viene veremos hasta dónde se puede llegar, y si no se llega o no hay compromiso, pues se cerrará la fundación”, afirma tajante Labordeta. 

La escritora también habla de Aragón en el libro, en su obra, forma parte de su memoria sentimental y es la entidad política por la que ha trabajado también en diversos desempeños profesionales, hoy aparcados. Y habla del que considera su país, su tierra, de la que le preocupa su futuro, aunque en este caso, desprende un atisbo de optimismo. “El futuro de Aragón debería ser el futuro de un país que avance conjuntamente, sin recelos de los del sur con los del norte, de los de Zaragoza con los del resto y viceversa… Cuando mi padre o Eloy reinventan el Aragón de entonces, que nos sirve como seña de identidad, toman como elemento algunas luchas sociales en las que estaban acertados en algunas y en otras menos. Muchas siguen vigentes, como la autonomía, la política hidráulica, una justa financiación… pero tienen que surgir de la modernidad y la vanguardia otras banderas. Tenemos que abandonar el discurso de que somos los pobrecicos que no nos quiere nadie y presumir de que somos los afortunados de estar en un lugar estratégico y que tenemos capacidad de influir. Tenemos que dejar de llorar y caer en victimismos. No hay que dejar de exigir y reivindicar, y motivos tenemos, pero este país tiene mucho futuro y nos lo tenemos que creer. Lo que me preocupa es que los poderes políticos estén en sus guerras partidistas y pensando en ganar elecciones en lugar de pensar en ese futuro. Los partidos políticos se pegan la mayor parte del tiempo mirándose hacia ellos mismos, y deberían hacérselo mirar”. A pesar de ese reproche, Ángela Labordeta considera que “Aragón tiene mucho potencial, una realidad histórica y un conjunto de cosas que le pueden hacer convertirse en un territorio muy vanguardista, industrialmente muy competitivo y que debe seguir trabajando para corregir sus problemas de desigualdad territorial”.

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