La Diputación de Huesca repartirá 250.000 euros en ayudas para el cultivo de la trufa
La Diputación Provincial de Huesca (DPH) ha convocado un nuevo paquete de ayudas al sector de la trufa. La cuantía de las subvenciones asciende a 250.000 euros y el plazo de solicitud finaliza el próximo 5 de abril.
La responsable de Iniciativas de la DPH, María Rodrigo, apunta que la convocatoria está “pensada para ampliar la actividad trufera y hacer más productivas las plantaciones existentes, que en este momento superan las 1.500 hectáreas”. De esta forma, explica, “servirán de soporte a los truficultores y facilitará las cosas a aquellos que estén pensando en dar el paso”.
La convocatoria contempla dos modalidades de ayuda: la primera para el establecimiento de nuevas plantaciones donde las especies a utilizar serán encina o roble inoculadas con trufa negra a razón de 200-250 plantas por hectárea. La segunda se dirige a la mejora de plantaciones existentes mediante la instalación de un sistema de riego en las parcelas.
Para la petición de estas ayudas es importante conocer qué gastos pueden ser subvencionables, entre los que se encuentran las inversiones en la instalación de cercados, sistemas de riego, así como los trabajos, maquinarias y herramientas aportadas. En las bases se contempla como cuantía máxima 20.000 euros por solicitante, que serán fundamentalmente personas físicas o jurídicas, aunque también pueden pedirlas los ayuntamientos de la provincia que sean titulares de derechos de propiedad o usufructo sobre tierras.
Según las investigaciones realizadas en este ámbito por el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA), junto con la Universidad de Zaragoza, y en colaboración con el Centro de Experimentación e Investigación en Truficultura de la DPH y los truficultores altoaragoneses, en la provincia de Huesca hay más de 340.000 hectáreas de zonas óptimas o buenas para el cultivo de la trufa.
Los resultados al detalle de toda la provincia son: zonas óptimas, 151.300 hectáreas (10 %); zonas buenas, 195.800 ha (12 %), y zonas de aptitud baja, 60.300 (4 %). Los criterios que se tienen en cuenta son la altitud, pendiente, orientación; las temperaturas y precipitaciones medías, máximas y mínimas según los meses del año, y los parámetros edáficos de pH, caliza, textura y materia orgánica. Además de la vegetación, litología y cultivos y usos del suelo, entre otros.