El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
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Hoy es domingo para mí. Y no un domingo cualquiera, es “el domingo”.
Cuando escribo estas líneas, cortas esta vez, ya sabremos cómo han quedado las votaciones a las Cortes Generales. Quién ha sacado más votos, quién menos. Qué partidos sonríen afilando dientes ante la posibilidad de consolidar sus privilegios, cuáles abren los ojos por ser novatos privilegiados y, por último, quiénes no lo hacen por ser conscientes de la agonía y opresión que nos espera durante cuatro largos años más. Yo ando angustiada porque seguro seré de las que pertenecen a la tercera opción. Sea cuál sea que saque más votos.
Pero aunque es lunes para quiénes leéis este artículo, yo lo escribo en domingo. Un día festivo laboralmente hablando. Tan festivo como el que tienen las personas con las que me cruzo en los trayectos de ida y vuelta a mi colegio electoral.
Y me escucho a quién anda por la misma acera que yo que, fíjate tú la fila que había para entrar al centro comercial de turno o a la super mega tienda de muebles y decoración sueca. Y que menuda pérdida de tiempo, con la cosas que tengo por hacer hoy. Y las filas para pagar ¿qué?, qué lentitud a la hora de cobrar oye.
Y yo me pregunto si son conscientes de lo que hay detrás de todo eso. De mujeres y hombres que tienen que ir a trabajar los domingos y festivos por el mismo sueldo que en día laboral. Me pregunto si son conscientes que también tienen vida familiar y personal y muchas cosas por hacer hoy que no podrán hacer porque a ti te ha apetecido ir a comprar una lámpara de mesilla, precisamente en domingo. Que todo el mundo sabe que es de vital urgencia para tu vida una lámpara nueva.
Vivimos en una sociedad consumista, hasta más no poder, en el que los horarios comerciales de las grandes superficies son cada vez más amplios. Son tan amplios que tan apenas da tiempo a cerrar.
Cuando yo era pequeña todas las tiendas estaban cerradas a mediodía. Los horarios eran de la extensión de una jornada laboral. El sábado se trabajaba a cambio de un festivo entre semana y se acabó lo que se daba. Y, os parecerá raro, pero a mí nunca me falto de nada para vivir. Mis padres se organizaban y jamás faltó nada de lo necesario en casa. Incluso teníamos lámparas en las mesitas de noche.
Pero el capitalismo es avaricioso y nos venden la moto (a eso se dedican, a vender, a ver si nos enteramos) que es para facilitar la vida al consumidor/a. Y es por eso, para hacernos la vida más fácil, por lo que las grandes superficies abren prácticamente a todas horas y todos los días de la semana. Y vamos, ¡y les compramos la moto!
Leo que las grandes cadenas de distribución ubicadas en la Comunidad han recortado desde el año 2008 en torno a mil empleos y que el incremento de la precariedad laboral es de escándalo, ya que es un sector cargado de contratos temporales y jornadas a tiempo parcial.
Además, cómo tenemos unas leyes chachis que permiten tener esclavizada a la plantilla, no se contrata a más personal para cubrir los turnos extenuantes de la plantilla, ni ofrecen compensación laboral a cambio.
Y entonces, ¿a quién le hacen la vida más fácil? Porque me gustaría que escucháramos a esas trabajadoras y trabajadores lo que piensan de que tú no encuentres otro momento mejor que un domingo para comprarte la hortera lámpara de la mesita de noche.
Así que no es cierto que abrir todos los santos días contribuya a dar más empleo, como tampoco lo es a que sea de calidad. Y mucho menos te hace la vida más fácil, se la hace a quienes dirigen y tienen en propiedad estas grandes superficies y cadenas de distribución que, gracias a tu lámpara, en enero tendrá más ceros en su cuenta corriente.
En cambio sí es cierto que el pequeño comercio genera un 55,3% de los empleos de este sector. También es cierto que en las empresas de la economía social y las cooperativas ha aumentado el número de puestos de trabajo en un 2% el año pasado, en un país donde la tasa de paro supera el 20%. De esos puestos de trabajo que generan, un 80% son permanentes, el 49% están ocupados por mujeres y el 45% son menores de cuarenta años. ¡Toma castaña motor de empleo!
Pero claro, resulta que quiénes sí lo generan abogan por respetar las condiciones laborales, pagar un salario decente, guardar los días de descanso y poder irse a mirar lámparas en un horario decente. Y no abren los domingos ni festivos, y las pasan canutas para poder mantener el negocio y, además, no joder a la plantilla de currelas.
Para quiénes, cada vez menos, se lo pueden permitir, se acercan fechas de elevar el consumo al infinito, de devorar papel de regalo y comprar comida como si no hubiera un mañana.
Queremos tener de todo y lo queremos tener ya. Hasta la moto que te venden en festivo.
En domingo se sale a pasear, a tomar un chocolate, a leer para conocer quién genera empleo y quién no, se va a votar, se juega con quién quieras, se escucha música sin descanso. Para que también lo puedan hacer el resto.
Pero si para ti hacerte la vida más fácil es poder comprarte la dichosa lámpara de noche un domingo o un festivo, hazme un favor, que sea de las potentes, de las que iluminan mucho, que te va a hacer falta. Que, como decía mi abuela, eres tú quién “tiene menos luces que un candil apagao”.
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