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La contaminación cae menos que el tráfico en Zaragoza con la pandemia

El tráfico rodado se ha reducido entre un 64% y un 74% con el confinamiento en Zaragoza.

Eduardo Bayona

Zaragoza —

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¿Por qué la contaminación atmosférica está reduciéndose en menor medida de lo que lo ha hecho el tráfico en Zaragoza durante el confinamiento por la pandemia? Es pronto para tener una respuesta, aunque algunas pistas apuntan al poco desdeñable peso que en materia de contaminación presentan otras fuentes como la industria y las calefacciones domésticas, que han estado funcionando durante buena parte del primer mes y medio del ‘gran encierro’.

El estudio 'Efectos de la crisis de la COVID-19 en la calidad del aire urbano en España', elaborado por Ecologistas en Acción a partir de datos oficiales de las 26 principales ciudades del país entre el 14 de marzo y el 30 de abril, cifra en un 45% la reducción de las emisiones de NO2 (dióxido de nitrógeno) en el conjunto de la red de estaciones de control de Zaragoza y en un 47% el de las estaciones orientadas a medir la contaminación generada por los automóviles.

El segundo registro empata con el de Vigo y solo lo empeoran Burgos y Vitoria-Gasteiz (-45%), Murcia (-37%) y Donostia (-31%), aunque con el matiz de que todas ellas, salvo la capital murciana, se encuentran entre las ciudades españolas con un aire menos contaminado. El primero únicamente es inferior al de Murcia.

Eso, en cuanto a porcentajes. En términos absolutos, solo Barcelona, Murcia y Bilbao presentan niveles de contaminación inferiores a los de la capital aragonesa en el conjunto de su red de control, mientras que únicamente esas tres y Donosti lo empeoran en el segmento de estaciones centradas en el tráfico rodado. Empata con Oviedo y Madrid en ambas, con Granada en la general y con Oviedo en la de origen automovilístico.

El parón sitúa a Zaragoza entre las más contaminadas

Los datos sitúan a Zaragoza, una ciudad que tradicionalmente ‘exporta’ contaminación al resto del valle del Ebro, como ocurre con el ozono troposférico, entre las que sufren un aire de peor calidad a pesar del parón de la economía por la pandemia. Otra cosa es que el efecto de esos vientos haga que sus consecuencias las sufran más los habitantes de las poblaciones de su área de influencia que sus propios residentes.

“Territorialmente, se aprecia una menor reducción de la contaminación en las ciudades de la cornisa cantábrica y el norte peninsular, debida quizás a factores meteorológicos no bien precisados”, señala el estudio, que anota cómo “Bilbao, Burgos, Donostia, Oviedo o Zaragoza registran rebajas de los niveles de NO2 inferiores al 50%, observándose durante el estado de alarma días concretos en los que dichos niveles alcanzan o superan los promediados en la década anterior”.

Eso ocurrió en Zaragoza por última vez el miércoles 11 de marzo y estuvo cerca de repetirse al día siguiente, en vísperas de la declaración del estado de alarma. No obstante, esta no fue necesaria para que se redujera la actividad contaminante, que se desplomó a partir del viernes 13, la antevíspera del inicio de la reclusión, en lo que parece ser un indicio de que una buena parte de los ciudadanos anticiparon su respuesta al crecimiento exponencial de los contagios.

Las emisiones volvieron a caer entre el 29 de marzo y el 12 de abril, con el cese de las actividades denominadas no esenciales, aunque con repuntes en el cambio de mes y en los días previos al puente de semana santa, entre el lunes 6 y el miércoles 8, en lo que parece apuntar un aumento de la circulación posiblemente vinculada con los desplazamientos clandestinos a segundas residencias y otros lugares.

El tráfico cayó antes del confinamiento

El tráfico comenzó a caer en Zaragoza antes ya del confinamiento y el parón de la economía. Lo hizo antes incluso de que se anunciara la suspensión de las clases en los colegios y escuelas.

Según los datos facilitados por el Ayuntamiento de Zaragoza, la intensidad de la circulación se había reducido en un 6,6% ya en la semana del 9 al 15 de marzo con respecto a la anterior. A la siguiente, el desplome ya era del 64,3%, seis puntos menos de los que se registrarían en la siguiente.

Desde entonces, el descenso de la circulación se movió en una horquilla del 65,1% de los últimos días de abril, los previos al desconfinamiento, y el 74,4% de la Semana Santa. Salvo este último dato, que indica que mientras descendía el tráfico aumentaban las emisiones, la evolución entre ambos registros corre de manera paralela.

Más aves y más insectos en la ciudad

Esa mejora de la calidad del aire coincide en Zaragoza con una notable proliferación de la presencia de insectos y también de aves en zonas de la ciudad en la que su presencia no era habitual o, cuando menos, no con la intensidad que ahora se ve.

Se trata de dos fenómenos relacionados aunque no de una manera causal, explica el parasitólogo de la Facultad de Veterinaria de Zaragoza Javier Lucientes. La mayor presencia de aves tiene que ver por un lado con la menor circulación de personas y vehículos por el confinamiento y, por otra, con la mayor disponibilidad de alimento por la eclosión de insectos.

Esta última, sin embargo, tiene más que ver, más que con la disminución de los niveles de contaminación, con las condiciones de humedad y de calor que se han dado en las últimas semanas, que hacen prever una mayor presencia de especies como la mosca negra y algunos tipos de mosquitos en los próximos meses en la ribera del Ebro.

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