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Productos ‘made in Aragón’ desarrollados a base de insectos

Cría y engorde de la larva del Tenebrio molitor

Isabel Traver

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Desde fertilizante ecológico hasta harinas proteicas para consumo animal o humano. Son algunas de las aplicaciones que tiene la cría y transformación de insectos, una práctica que espera poner en marcha antes de que acabe el año el turolense Héctor Rueda en Villel, su pueblo. 

Este joven emprendedor comenzó hace un año y medio a desarrollar la idea de su futuro negocio. Por casualidad dio con la industria de cría y transformación de insectos e investigando llegó hasta el Tenebrio molitor (gusano de la harina), una de las especies más empleadas en explotaciones de este tipo y cuyas larvas fueron las primeras en obtener luz verde por parte de la Unión Europea para alimentación en animales y humanos. 

Aunque se conoce popularmente como gusano de la harina por su fase larvaria, este insecto pertenece en realidad a la orden de los coleópteros y se caracteriza por sufrir varias metamorfosis desde su fase inicial hasta convertirse en escarabajo. Es en su etapa larvaria donde se centra el interés productivo y de consumo. “A nivel proteínico es muy rico, tiene un contenido del 52%, además de un 30% de ácidos grasos omega-3 del tipo EPA y fibra. Pero también contiene vitamina B-12, calcio y fósforo”, explica Rueda. 

Para consumo humano, la larva puede puede comercializarse tanto entera y deshidratada como para aperitivo o molida, y transformada en harina para utilizarse como ingrediente alimentario en una serie de productos (barritas energéticas, galletas, etc). 

Actualmente son cuatro los insectos que ya cuentan con una evaluación positiva por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para el consumo en humanos. Se tratan de el Tenebrio molitor, la langosta migratoria, el grillo doméstico y las larvas de escarabajo. Para los tres primeros la Comisión Europea ha dado ya luz verde a su comercialización.

Otras aplicaciones

La larva del Tenebrio molitor sirve, además, como alimento para la comida de mascotas (reptiles, roedores, aves), alimentación para ganado, centros avícolas o piscifactorías cuando todavía está vivo, pero también para piensos de consumo animal una vez transformado en harina.

“Es verdad que existen otros insectos que también tienen muchas posibilidades en el mercado, como la mosca soldado que es otro coleóptero, pero no están aceptados para el consumo humano, por eso me decanté por el Tenebrio”, apunta.

En su fase de escarabajo, el Tenebrio ya no es apto para el consumo humano ni animal “por tener un bajo grado de digestibilidad debido a su exoesqueleto, formado principalmente de quitina”. Entonces es aprovechado por las industrias farmacéuticas, ya que de él se extrae el quitosano, un material con el que se generan productos cosméticos y bioplásticos.

Además, con este insecto se obtiene fertilizante cien por cien orgánico, apto para la agricultura ecológica. “En agricultura se usa como bioestimulante, es decir, nutre las defensas de las plantas para fortalecer su estructura y acelerar su desarrollo. Además, la quitina de su exoesqueleto favorece la absorción de nutrientes, estimula la producción de raíces y el crecimiento de las plantas e incluso reduce los ataques de insectos y de bacterias”, señala el empresario.

Primera producción a finales de año

Rueda instalará su granja en una nave municipal que arrendará al ayuntamiento de la localidad. En un primer momento, la idea de este empresario era construir su propia nave en Villel, pero el incremento de los precios en el sector de la construcción multiplicó por tres los costes de la instalación y se vio obligado a pausar el negocio. Fue entonces cuando el consistorio le ofertó una de sus naves. “He tenido que volver a pedir todos los permisos y la licencia de actividad que ya me habían concedido, pero espero que todo vaya bien y poder tener una primera producción a finales de este año”, apunta.

El ciclo de la larva del Tenebrio molitor es de unos 70 días. Es entonces cuando se encuentra en condiciones óptimas para su comercialización. La intención de Rueda es obtener una producción de alrededor de cinco o seis toneladas en este periodo, de las cuales un 20% se reservará para que el insecto continúe su metamorfosis hasta convertirse en escarabajo y así pueda criar y producir una nueva colonia. Su idea no solo es criar los insectos, sino transformarlos para comercializar el producto final.

Para ello contará con la ayuda de un empleado desde el momento en el que arranque con la actividad, aunque su intención a medio y largo plazo es poder ampliar el negocio. “Lo que es la nave ya está contemplada para hacer futuras ampliaciones, además, por cada cámara de cría necesito a una persona y quiero tener al menos tres en un futuro, con lo cual estaríamos hablando de tres o cuatro trabajadores”, apunta.

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