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“La falta de red de apoyo social es un factor tan importante en la salud como el consumo de tabaco o alcohol”

Isabel Iguacel, investigadora en Ciencias de la Salud de la Universidad de Zaragoza.

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

La investigadora en el ámbito de las Ciencias de la Salud de la Universidad de Zaragoza Isabel Iguacel (Zaragoza, 1985) es una de los ocho monologuistas científicos que competirán el próximo jueves en la final de FameLab España. Se trata de un certamen que se celebra en más de 30 países, con el objetivo de fomentar la divulgación a través del monólogo científico. Iguacel se ha clasificado para la final con un monólogo titulado “Redes de salud”.

Hoy en día, cuando hablamos de “redes sociales” solemos referirnos justo a lo contrario de lo que usted reivindica en su monólogo como “redes de apoyo social”…

Sí, efectivamente. En mi grupo de investigación de la Universidad de Zaragoza, el Growth, Excercise, Nutrition and Development (GENUD), llevamos ya tres años trabajando en cómo las diferencias socioeconómicas pueden afectar a hábitos de salud como la dieta, la actividad física, a la obesidad, problemas psicológicos y psicosociales, síndrome metabólico... Pues bien, dentro de los indicadores que reflejan ventajas socioeconómicas que hemos evaluado, hemos comprobado que la falta de red social de apoyo es el factor más determinante de la salud de los niños. Entonces, nos dimos cuenta de que, respondiendo a una única pregunta, a cómo era la red de apoyo social, podíamos detectar el factor de riesgo más importantes para el niño en su desarrollo cardiovascular, por ejemplo. Creemos que esto puede tener importancia a la hora de planificar la prevención, cuando muchas veces nos centramos sólo en otros factores como el alcoholismo o el tabaquismo. La falta de red de apoyo social es un factor tan importante como que una persona fume 15 cigarros al día.

¿Las redes de apoyo social son, entonces, especialmente importantes en la infancia?

Nuestro grupo de investigación está enfocado en los niños, en el tramo de edad escolar, hasta los adolescentes. Y los estudios en los que yo me he basado para mi monólogo son de niños hasta los 12 años. Pero otros análisis e investigaciones sí han concluido la relación de la red apoyos no sólo con la salud de los hijos, sino también con la de los propios adultos, y que ese factor puede tener tanta importancia como el consumo de tabaco o de alcohol.

¿A qué se refiere exactamente cuando habla de redes de apoyo social?

Hay muchas preguntas que se pueden plantear para definirlas, pero nosotros tenemos que intentar captar el máximo número de aspectos con el mínimo número de preguntas posibles, así que lo planteábamos con esta: “en caso de necesidad real, ¿con cuántas personas puede contar usted?”. Por eso, en el monólogo hago la diferenciación entre esa red social que nosotros interpretamos como tener 'followers' o amigos en Facebook, Twitter o Instagram y la red con la que contamos si tenemos algún problema.

¿Qué número de personas se consideraría saludable?

Obviamente, no sólo influye el número de personas sino también otro tipo de aspectos relacionados con la calidad de esa red social. Además, hay que tener en cuenta en qué tipo de necesidad estamos pensando cada uno cuando hablamos de “necesidad real”. Para algunas personas, una necesidad real sería contar con alguien ante una enfermedad muy grave o que nos presten dinero en un bache económico; para otras, sería, simplemente, que recojan a los niños a la salida del colegio. En todo caso, en nuestro estudio, para considerar saludable esa red de apoyo tendríamos que contar con tres o más personas en caso de una necesidad importante y fuera de lo habitual.

Ya ha comentado que las redes de apoyo social son más importantes de lo que intuimos para nuestra salud, ¿cómo influyen exactamente?

Sobre todo, en el estrés, que es una de las enfermedades más silenciosas; poco a poco va matando y no nos enteramos. En las personas con desventajas socioeconómicas -no sólo con falta de red social de apoyo sino también, por ejemplo, con desempleo, personas inmigrantes, que han pasado un proceso de divorcio, familias monoparentales...-, el estrés les afecta directamente, obviamente, y también, indirectamente, a sus hijos. Ese estrés en los niños se debe al efecto contagio y también porque, por la falta de tiempo, sufren las consecuencias de una peor atención y, sobre todo, de unos peores estilos de vida. En esos estilos de vida, incluiríamos la dieta, la actividad física, las actividades organizadas por el colegio, que tenga o no ayuda en el colegio... cualquier cosa que afecte al estilo de vida propio de la salud o incluso del día a día del niño. Por ejemplo, una persona sin red social de apoyo puede tener difícil dedicar a la compra tanto tiempo como le gustaría o puede carecer de recursos económicos para que esa compra sea saludable.

¿Las nuevas tecnologías están haciendo que perdamos estas redes sociales de apoyo a las que se refiere?

En cierta forma, sí. Obviamente, hemos cambiado nuestro concepto de “red social” y parece que hoy en día tenemos más en cuenta más el número de seguidores y menos qué personas del día a día están ahí siempre. Parece que lo que intentamos reflejar es lo bonito, lo más 'cool'... y no tanto esos aspectos más tradicionales del día a día, como disfrutar de la familia, del tiempo con nuestros hijos, con nuestros mayores o con los amigos más cercanos. Que todo lo cuantifiquemos a través del dinero también está influyendo.

Hablando de dinero, ¿unas buenas redes de apoyo social podrían suponer ahorros para el sistema sanitario?

Sí, desde luego que sí. Estamos hablando de niños, pero si trasladamos esto a los ancianos, ¿cuántas personas hemos visto en los últimos años que han muerto sin que nadie se dé cuenta hasta que los vecinos notan el olor del cadáver después? Por supuesto, el tratamiento cuando una persona mayor vive sola, se cae y se rompe la cadera es mucho más costoso que si tuviera un sistema de apoyo social. Influye a toda la sociedad.

¿Cómo surge la idea de pasar este trabajo del grupo de investigación a un monólogo?

Quería hablar de un tema que creo que puede aportar y que puede llegar a la gente. Aunque los monólogos se suelen asociar más a la risa, no quería tanto que la gente se desternillara, sino despertar el interés sobre cómo esto nos afecta. Por eso, no recurrí tanto al humor, sino al mensaje, para que la gente se quede pensando si a lo mejor no le está dando a esto la importancia que tiene. Lo del FameLab España se me ocurrió tras mi participación en el concurso 'Tesis en tres minutos', en el que hay que exponer la investigación de la tesis doctoral en sólo ese tiempo.

¿Crees que los monólogos son un buen instrumento para la divulgación científica?

Sí, obviamente, pienso que es un formato que llama la atención, que la gente se queda con la idea y que sí tendríamos que ser más creativos; más que nada, porque ayuda a sintetizar la información y a llegar a más gente. Si hablamos sólo con tecnicismos, en un idioma al que la gente de la calle no está acostumbrada, pierdes a mucha gente.

Este año, se ha hablado mucho de la escasa presencia pública de las mujeres científicas. También las mujeres monologuistas sois minoría. ¿Cómo se siente en la doble vertiente de mujer científica y monologuista?

Muy bien, me siento muy orgullosa de ser científica y, sobre todo, de ser mujer científica. Dentro de este sistema con más presencia de la que me gustaría de hombres que de mujeres, esta faceta supone representar que las mujeres hacemos ciencia y que también la podemos hacer divertida y entretenida, porque también parece que siempre se asocia el humor al hombre.

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