La Universidad Sertoriana de Huesca, una de las primeras del país, lucha contra el olvido
Hubo un tiempo en que Huesca contaba con una de las mejores universidades del país. Una de las más antiguas. La Universidad Sertoriana se fundó en 1354 y, aunque ya extinta, sigue muy presente en la ciudad. Con el comienzo del curso, la asociación Studiosi pro Universitate, en colaboración con el ayuntamiento oscense, recuerda algunos de los aspectos que marcaron durante siglos a la capital y mantiene viva la memoria de aquella institución académica. Una manera de reivindicar y difundir una de las instituciones fundamentales de Huesca durante 500 años.
Así, se han recuperado las inauguraciones que se llevaron a cabo desde 1345 hasta 1844. El miércoles 18 de octubre, la entidad quiso recordar y homenajear los 500 años de historia de la Sertoriana, retomando el comienzo de curso que ya no se celebró en octubre de 1845 por haber sido suprimida entonces la academia oscense.
Pablo Cuevas, presidente de esta entidad, subraya que Studiosi busca “recuperar espacios que pertenecieron a la universidad de Huesca y construir su memoria”. En esta línea, la edición de libros sobre la Sertoriana, congresos o una acción –en colaboración con la empresa Eboca– con reparto de 15.000 vasos alusivos a la Universidad en sus máquinas de vending son algunos de los actos y actividades del curso. Todo ello, junto a la celebración el 7 de diciembre del Tota Pulchra, acto religioso en el que se unieron históricamente los tres cabildos de la ciudad: Municipal, Catedral y Universidad.
La historia de la Universidad Sertoriana aparece íntimamente vinculada a Alcañiz (Teruel). La ciudad de la Concordia fue muy importante para la Universidad de Huesca: en esa localidad decretó el rey Pedro IV el 12 de marzo de 1354 la fundación de la Universidad de Huesca. Y el consistorio alcañizano se ha distinguido por el apoyo a la recuperación de la memoria de la Sertoriana.
Se denominaba Sertoriana en memoria de la escuela que estableció Quinto Sertorio, político y militar, en la Osca romana en el año 77 antes de Cristo que sobrevivió a la muerte de su fundador y alcanzó su máximo apogeo bajo los mandatos de Julio César y del emperador Augusto, para languidecer después de forma progresiva.
La sede actual del Museo de Huesca fue el edificio que acogió a la institución universitaria. El edificio fue obra del arquitecto oscense Francisco José de Artiga en el año 1690 y se ubicó adherido al Palacio de los Reyes de Aragón. En 1845, el Instituto Provincial heredó todos los bienes de la Sertoriana con edificios, tierras, bienes artísticos, una biblioteca con casi 30.000 ejemplares, uno de los archivos universitarios más completos de España con material de los siglos comprendidos entre el XV y el XIX, objetos académicos y ceremoniales.
Durante la Guerra Civil, el edificio fue requisado para ser utilizado como presidio militar, lo que terminó con su configuración original ya que cuando el Ministerio de la Guerra devolvió el edificio al Instituto Ramón y Cajal, se hallaba en muy malas condiciones y no se rehabilitó. Este centro educativo ha asumido la ‘herencia’ de la Sertoriana y presenta entre sus Muros el denominado Museo Sertoriano.
Para salvaguardar los valiosos archivos, se traspasaron en calidad de depósito al Archivo Histórico Provincial, mientras que los fondos bibliográficos llegaron al Colegio Mayor de Santiago primero y luego a la actual Biblioteca Pública de Huesca. El objetivo es salvar todo lo que aún se conserva de ese pasado, muy mermado por destrucción o por desmantelamiento de inmuebles y espacios como el antiguo Paraninfo, desmontado en 1968 por el Museo Provincial para convertir el espacio en sala de exposiciones.
Ese Museo Sertoriano recrea la Sala del Consejo de Doctores donde catedráticos, alumnos y autoridades académicas dirimían los destinos de la institución. También hay un recuerdo al programa educativo, cinco óvalos del siglo XVIII con iconografía de las cinco facultades que había: Filosofía o Artes, Medicina, Derecho Civil, Derecho Canónico y Teología. Además, hay objetos pedagógicos del siglo XIX como un sextante, un plano de Roma y Grecia de 1837 o un gran libro de historia natural de 1840. Y se ha reproducido a gran escala un plano de la Huesca antigua.
La sala también hace un homenaje a la generación de estudiantes regeneracionistas que pasaron por sus aulas, como Joaquín Costa, Santiago Ramón y Cajal, Rafael Salillas y Basilio Paraíso. Otra vitrina recuerda la ceremonia del Tota Pulchra, de 400 años de antigüedad y Bien de Interés Cultural, con indumentaria académica, medallas y objetos cedidos para la ocasión. Las fichas de trabajo del etnólogo Rafael Andolz también han enriquecido el archivo del centro.
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