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Jan Hojer y Fanny Gibert dominan el Festival The Climb

Festival The Climb.

Este fin de semana se ha celebrado el sexto festival de escalada The Climb. La fase Open empezó muy pronto por la mañana. Cafés para templar el frío, charla técnica y a la hora exacta los participantes pudieron ver los 30 bloque que los dos route setters británicos, Andy y Percy, habían preparado. La sala The Climb cuenta con muros que se prestan al equipamiento de bloques técnicos y con soluciones poco evidentes, y eso lo habían aprovechado muy bien los route setters: caras de curiosidad y asombro entre los escaladores mientras estudiaban los problemas propuestos.

En los dos turnos de esta fase Open, que se prolongó hasta mediodía, participaron escaladores como Antía Freitas, Sergio Pastor, Mikel Linacisoro,o Jorge Díaz-Rullo, que no llegaron a la final. Para imaginar el nivel, no menos de una decena de novenogradistas, campeones de pasadas ediciones y de competiciones nacionales, se quedaron en puertas de la misma. Las diferencias eran de pocos pegues -los escaladores contaban con tres por bloque-, pero sobre todo la marcaban pocos bloques: sobre todo una fisura-techo con lanzamiento, que Jan Hojer fue el primero en encadenar, y que dejó a más de uno sin poder puntuar.

Gran nivel en la final

Por supuesto lo más impresionante estaba por llegar: mientras los participantes, invitados y público disfrutaban de la barbacoa en el exterior de la sala, la transformación se estaba produciendo en el interior. Desaparecían suelo acolchado y estructuras enteras del área de entrenamiento, y detrás de una lona los route setters montaban los bloques de la final sobre el muro de competición. Los nombres de los finalistas se daban a conocer con alguna sorpresa relativa como la presencia de Alejandro Crespo, pupilo de los hermanos Cano. Una vez cambiada totalmente la fisonomía de la sala se retiraba la lona y se descubría el muro de la final. Los equipadores ya habían dicho que su objetivo era crear bloques de dificultad pero sobre todo técnicos, con ausencia de agarres netos y presas poco convencionales, que obligaran a usar la imaginación, el equilibrio y la sutileza, y eso era lo que todo el público y los finalistas cuando accedieron pudieron ver; como plus, las formas y colores elegidos para volúmenes crearon un marco para la final capaz por sí mismo de generar la atención del publico.

Seis finalistas para categoría femenina y masculina, que tenían dos minutos para visualizar las propuestas, y después cuatro minutos para probar cada uno de los bloques cada competidor, que saldrían a la arena de dos en dos: una competidora y un competidor cada uno probando el bloque que les tocase en ese momento. O lo que es lo mismo, una final en la que se aplicaban las reglas de la IFSC para Copa del Mundo.

Según se iba desarrollando la competición, se hacía claro quienes eran los dos grandes dominadores: la francesa Fanny Gibert y el campeón de Copa del Mundo 2014, Jan Hojer. Mientras que el segundo hacía una demostración de fuerza que dejaba al público en silencio, las soluciones de la escaladora francesa tendían a ser elegantes y dar impresión de facilidad. Fanny, quien fue la única escaladora que completó los cuatro bloques, diría después que la dificultad que había encontrado era sólo algo inferior a la que se encontraba en Copa del Mundo. Facilidad engañosa, entonces, aunque la diferencia de nivel con el resto de competidoras era notable.

Pero, en categoría femenina, el nombre que más ánimos encontró y que más espectáculo dio fue el de la escaladora catalana de 15 años Rut Casas. Rut, quien al final ocuparía la segunda plaza, luchó y probó soluciones improbables a cada uno de los problemas, exhibiendo tanta fuerza como técnica, algo poco habitual en escaladoras tan jóvenes. Empatada a dos top, pero con un bonus menos, la tercera plaza la ocupó la venezolana Francis Guillén. De la dificultad de la final masculina deja constancia que de los seis finalistas, dos no consiguieron ningún top y tres más tan solo uno. Un desplome diedro y un bloque extremo sobre planos marcaron la diferencia; el paso más difícil, aguantar un lanzamiento sobre un pulido y romo canto en un desplome de 45º, no marcó diferencias en cambio: nadie fue capaz de terminarlo. El técnico bloque sobre volúmenes de color rosa dio idea de quien terminaría por ganar. Pero sólo cuando Hojer probó el último bloque todos pudimos ver lo que diferencia a un campeón del mundo del resto de los escaladores: a punto de resbalarse sobre dos cantos planos y apenas existentes, sacó la fuerza para hacer un bloqueo imposible, colocar el pie derecho y coger el top, y después ya llegaron los aplausos y no hubo más dudas sobre quién merecía ganar esta edición del Festival The Climb.

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