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El Gobierno cántabro advirtió hace 22 años al Ayuntamiento de Santander del peligro que corría la biblioteca de Menéndez Pelayo

Rastros de insectos xilófagos en un libro de la Biblioteca de Menéndez Pelayo.

Javier Fernández Rubio

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El Ayuntamiento de Santander fue advertido en el año 2000 del mal estado de conservación del fondo bibliográfico de la Biblioteca Menéndez Pelayo, según ha informado la Consejería de Cultura. En concreto, hace 22 años, el jefe del Servicio de Bibliotecas avisó a los responsables de la Corporación, que es la depositaria del legado del polígrafo, del mal estado en que se encontraban libros y documentos.

Desde 2019, el contenido de la Biblioteca Menéndez Pelayo se encuentra depositado en las salas del Archivo Histórico Provincial, ubicado en la Biblioteca Central de Cantabria. Dicho depósito, que requirió un tratamiento previo de desinsectación mediante anoxia [privación de oxígeno], se realizó para que el inmueble de la calle del Rubio pudiera ser reformado, pero las obras llevan tres meses paradas porque el proyecto no responde a las necesidades de conservación de los libros.

La Concejalía de Cultura (Cs) ya ha comunicado públicamente que no es partidaria de que retorne la biblioteca a su emplazamiento original mientras el Ayuntamiento, y en concreto la Concejalía de Fomento (PP), no modifique el proyecto en profundidad.

El Gobierno de Cantabria lleva destinados, también desde 2019, 160.000 euros en conservación de los fondos, según ha informado, con una aportación anual de 40.000 euros, lo que considera que es revelador de un “esfuerzo importante en preservacion por la corresponsabilidad compartida, aunque el deber de conservación sea de la Menéndez Pelayo”. Los 40.000 euros anuales se reparten entre catalogación, restauración y digitalización, siendo la partida de restauración la más importante, se ha informado.

Santander recibió la colección por voluntad testamentaria del polígrafo en 1912. En 1982, tanto esta como el edificio que la alberga, al igual que la casa-museo de las inmediaciones, fueron declarados Monumento Histórico por el Estado, lo que le obligaba a velar por el correcto mantenimiento, tutela que fue transferida al Gobierno de Cantabria dentro de la cesión de competencias.

En 2019, y a raíz del inicio de las obras de acondicionamiento de la sede de la biblioteca, la Consejería de Cultura acordó con el Ayuntamiento custodiar todos los fondos en el Archivo Histórico Provincial, lugar en el que todavía se encuentran. Libros y documentos sigue custodiados “en condiciones de control de temperatura y humedad y seguridad 24x7”, es decir, de forma continua.

“Desde el primer momento, se puso a disposición del Ayuntamiento el personal especializado para coordinar dichas tareas y ofrecer un depósito del Archivo Histórico Provincial de Cantabria para el tratamiento de anoxia de dichos fondos, así como un depósito especial para el almacenamiento de los mismos en tanto duren las obras de acondicionamiento del edificio de la Biblioteca de Menéndez Pelayo”, se asegura desde la Consejería de Cultura a elDiario.es.

Este departamento que dirige el vicepresidente, Pablo Zuloaga (PSOE) ha informado que hasta el momento ha procedido a preservar 40 volúmenes, los más dañados, una labor que continúa en 2022. Alguno de los ejemplares más delicados se encuentran depositados en el Instituto de Patrimonio Cultural.

Disposición testamentaria

Marcelino Menéndez Pelayo legó al Ayuntamiento de su ciudad casa, biblioteca, finca y libros, una colección bibliográfica valorada en 77 millones de euros.

Santander fue depositaria como muestra de “gratitud a la Ciudad, mi patria, de la que he recibido durante toda mi vida tantas muestras de estimación y cariño”, pero establece una serie de depositarios subsidiarios si se daba el caso de que la ciudad no aceptara la herencia o no la cuidara como es debido.

En primer lugar, se encomendaría el cuidado al Gobierno de Cantabria y después al Estado.

“Si el Ayuntamiento por cualquier razón no pudiera aceptar el legado de mi biblioteca, o, después de aceptarlo, dejara de cumplir las condiciones impuestas, dese que sustituya a la Corporación municipal como legataria con las mismas obligaciones y derechos la Diputación Provincial de Santander para impedir que la biblioteca salga de esta provincia”, asegura una disposición testamentaria. Y añade:

“Pero en el caso de que ni una ni a otra de dichas Corporaciones le conviniese aceptar el legado, o de que a ninguna de las dos les fuere posible, después de aceptado, cumplir las antedichas condiciones, es mi voluntad que esta biblioteca pase a poder del Estado [...], debiendo incautarse entonces de ella el Ministerio de Instrucción Pública, mediante inventario hecho en forma legal, y destinar los libros y manuscritos de que se compone a alguno de los Establecimientos siguientes:

A la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, de la que fui por espacio de veinte años catedrático, a la Biblioteca Nacional, de la que después he sido y actualmente soy Director, o a la Facultad de Filosofía y Letras de Barcelona, de que fui discípulo“.

Si se diera el caso, el receptor de los fondos sería aquel que “mayores garantías [ofrezca] para la conservación decorosa e independiente de esta colección bibliográfica y para su mejor aprovechamiento y más fácil manejo”.

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