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Manuel de Cos, el fotógrafo intruso que retrató la dictadura

Manolo de Cos falleció el pasado mes de septiembre. |

Ana García Valdivia

La historia de Manuel de Cos y su familia es el reflejo del alto coste que tienen los ideales cuando hay una guerra. Como tantas otras familias, fueron desposeídos de todos sus bienes tras la ocupación militar de Cantabria en 1937. Su padre, exalcalde del Frente Popular en Rionansa, fue capturado en Francia y trasladado al campo de concentración de Mauthausen (Austria), donde murió en 1941.

Durante la guerra, al cumplir 18 años, Manuel fue acusado de haber destruido imágenes de la capilla de su pueblo y trasladado a la prisión de Bilbao, condenado a muerte. Gracias al mensaje de un enlace, la madre de Manuel fue alertada y, tras ponerse en contacto con el cura de la iglesia, este testificó que las imágenes se hallaban a salvo en un pajar.

En 1939 fue puesto en libertad, sin embargo, ese mismo año fue nuevamente detenido. Estuvo preso en el 91 batallón disciplinario de soldados trabajadores, pasando por distintas prisiones y campos de trabajo en España. Fue entonces cuando la fotografía llamó a su puerta. Un vecino del pueblo de Vilaflor (Tenerife) le regaló su primera cámara: “Era muy simple, solo tenía sol y sombra”, recordaba en 'Conversaciones con la Historia: Manuel De Cos'.

En este documental de Tmex (una televisión de denuncia social), explicó que sus primeras fotos retrataron a los grupos de trabajadores, con la intención de poder enviarlas después a sus familias. Esto fue posible gracias a la colaboración de un sargento, que le permitía tomarlas cuando se ausentaban los superiores.

Desde entonces, Manuel y su cámara fueroninseparables: “La cámara siempre va conmigo, yo tan solo hago fotos, pero no soy fotógrafo”. Él mismo se autodenominó “intruso de la fotografía” y consagró su vida a esta actividad, aunque nunca de manera profesional. “Comprendí que era necesario testimoniar lo que yo veía a mi alrededor. Y creo que no me equivoqué”.

Tras su puesta definitiva en libertad en 1943, Manuel se trasladó al norte de España y comenzó a trabajar como representante de comercio. Entre 1946 y 1947 operó como enlace de la Brigada Machado durante la guerrilla. Haciendo uso de sus salvoconductos de comercial, pasó a Francia a unos 30 maquis, incluido su hermano Jesús, conocido como comandante Pablo. En 1948 saltaron las sospechas y Manuel fe arrestado: “Después de aquello tuve que fichar en la comisaría de cada pueblo que pisaba”, contó en una entrevista a Público.

Este control rudimentario no fue un obstáculo para que Manuel comenzara a desarrollar su segundo oficio. A partir de ese momento, la vida rural y la política se convirtieron en las dos temáticas que van a predominar en su fotografía.

Primero tuvo lugar la fotografía rural. Las ferias de ganado, la música de las fiestas o las mujeres en el lavadero son momentos insignificantes de la historia, pero para Manuel encerraban la esencia de su pueblo. Gracias a esta insistencia en lo sencillo existe ahora un patrimonio de valor incalculable sobre la vida en Cantabria.

La mayoría de sus fotos iban dirigidas a plasmar el folklore de su tierra y los valores etnográficos y antropológicos de esta a través de lo cotidiano. Asimismo, es imprescindible señalar el papel que tuvo su fotografía en los años 70 para denunciar la tala indiscriminada de árboles en los montes de Cantabria, así como la consecuente pérdida de especies autóctonas en la comunidad. Ecologistas en Acción le rindió por ello homenaje en 2012.

Manuel profesó especial admiración por las mujeres, a las que alababa por su valentía ante el sufrimiento que supuso para muchas la pobreza y represión de la posguerra. En sus fotos las mostró trabajando o haciendo sus tareas diarias en la montaña. Con el mismo afecto fotografió y grabó a los mineros en distintas ocasiones. Gracias a uno de ellos aprendió de chico el significado de las siglas UHP, 'Uníos Hermanos Proletarios', un lema que le marcó toda la vida y que revindicó en cada manifestación a la que asistía.

En Cantabria también se reconoce a Manuel como el descubridor de las cuevas del Chufín, -declaradas Patrimonio de la Humanidad de la Unesco por sus pinturas prehistóricas de 16.000 a. c.-. Fue él quien informó de su existencia al director del Museo Arqueológico Nacional en 1972, después de entrar y apreciar la presencia de arte parietal en sus paredes.

Además de las costumbres, la política fue la otra gran temática que obsesionó a Manuel. A esta se dedicó especialmente al acabar la dictadura y comenzar la Transición. Sus fotografías recogen el proceso de legalización de los partidos políticos y sindicatos, así como los mítines de las grandes figuras del momento (la Pasionaria, Julio Anguita y distintas personalidades del Partido Comunista). Aquellos años estuvo presente en las manifestaciones que sacaron a la calle a miles de jóvenes, fotografiando movilizaciones y cargas.

Manuel siempre fue crítico con ese momento de nuestra historia: “Terrible. Dicen que la Transición fue modélica, todo lo contrario. Hubo 200 muertos. Yo conocí a Yolanda González (líder estudiantil comunista secuestrada y asesinada durante la transición por falangistas). Fue un impulso más para grabar todo lo que había”, dijo en el documental de Tmex. 

Otra de sus luchas fue recuperar la memoria histórica. A través de entrevistas con los exiliados del franquismo y los guerrilleros que lucharon en las montañas, Manuel buscó el reconocimiento a las víctimas. Grabó distintas conmemoraciones y eventos para el Club de Amigos de la Unesco de Madrid (CAUM), una organización muy activa con la memoria histórica de la que fue miembro y fundador.

En 1980 llegó a la sede del CAUM, situada en la plaza Tirso de Molina (Madrid), un paquete-bomba con 100 gramos de explosivos. Manuel resultó ileso, pero sus compañeros Luis Enrique Esteban y María Dolores Martínez fueron heridos. Nunca se encontró al culpable, aunque se sospechó de una organización fascista que ya había amenazado a sus miembros.

Así, pasaron los años y la cámara de Manuel fue presenciando centenares de manifestaciones y movimientos sociales, hasta llegar al 15M. Caminó con las marchas en defensa de la sanidad y la educación, participó en las acampadas de Sol y, también quiso ser testigo del proceso de creación de Podemos: “Tengo la esperanza en que el cambio venga por ahí, por la gente joven y las manifestaciones. Yo lo veo con optimismo, los veo muy preparados”, subrayó entonces.

Manuel solía decir que quien calla otorga y que él no iba a callar. Su manera de hablar la encontró en la fotografía. Sin embargo, las más de 60.000 fotografías y 600 horas de video han estado almacenados por mucho tiempo en malas condiciones entre su casa de Las Matas (Madrid) y de Rábago (Cantabria), en riesgo de caer en el olvido. Manuel intentó que instituciones públicas y privadas se hicieran cargo de sus colecciones para que estas pudieran conservarse y ser expuestas al público. Hoy, la mayor parte siguen en estas dos comunidades autónomas, pero en manos de organizaciones muy diversas.

Las fotografías rurales están en Cantabria. La Fundación Botín compró en 2010 9.296 negativos del Valle Nansa, una zona muy bien conservada que ahora empieza a mostrar interés para el “turismo de naturaleza”. La Consejería de Educación, Cultura y Deporte hizo dos grandes compras, la última por 1.300 diapositivas y en torno a 1.000 cintas de video.

Según la directora del Museo Etnográfico de Cantabria, Amparo López, este es el lugar más adecuado para almacenar el material por la temática que aborda, del cual subraya su valor testimonial de formas de vida, cultura y oficios: “Probablemente sea el archivo fotográfico de Cantabria más abundante de los últimos años. Ahora es importante, pero con el tiempo lo será más”. El resto de material que quedaba en Rábago ha sido recientemente donado al Ayuntamiento de Herrerías por los familiares.

Las fotografías políticas también están dispersas. Comisiones Obreras adquirió videos y fotos, pero es en la Biblioteca Nacional donde se conserva gran parte del archivo. Alicia García, jefa del Servicio de Audiovisual, explica que hubo dos donaciones en 2007 y 2017 por un total de 100 cintas de video, muchas de manifestaciones de los años 80 y 90. Las cintas son de baja calidad y por ello, indica, deberán ser digitalizadas y tratadas para garantizar su conservación.

Isabel Ortega, jefa del Servicio de Dibujos y Grabados de este organismo cuenta que además de las anteriores hubo dos compras desde 2007 y una donación de 20.000 fotos, en su mayoría de la Transición. “Manuel no tenía una gran técnica fotográfica, pero nadie le puede toser por eso”, dice, al tiempo que recuerda que “era un hombre muy apreciado en la Biblioteca Nacional”.

Su nieto y también fotógrafo, Daniel de Cos, habla de la técnica de Manuel: “Le gustaba que el momento de hacer la foto, el proceso de revelado y el marcado final, fueran lo más artesanal posible. No aceptaba que lo digital y la maquinaria sustituyera la labor de las manos del hombre. Lo hacia todo él”. Sin embargo, esto no evitó que Manuel se adaptara a los tiempos, y en sus últimos años usó una Fujifilm 3D, una de las primeras cámaras 3D en el mundo. “El avance científico y tecnológico yo lo apruebo, pero si no está al servicio del ser humano, lo rechazo”, opinión en una entrevista en el IES Miguel Herrero de Torrelavega.

A través de su trabajo se puede entender el papel que desempeña la fotografía para denunciar la realidad sociopolítica que nos rodea, poniendo de manifiesto que “la fotografía es el fiel testigo de la verdad”. Manuel murió el pasado 26 de septiembre, y su obra constituye uno de los documentos más descriptivos de las secuelas del franquismo, la Transición y la vida rural cántabra. Sus fotografías son uno de los tantos relatos de nuestra historia y necesita exponerse al gran público el legado que dejó.

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