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Entrevista
Raúl Gutiérrez, líder de Rulo y La Contrabanda

Rulo: “Mi objetivo es ser un autor en vigor y que nadie venga a un concierto solo por una canción de hace 20 años”

Raúl Gutiérrez, líder de Rulo y La Contrabanda.

Blanca Sáinz

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Raúl Gutiérrez (Reinosa, 1979), líder de Rulo y La Contrabanda, atiende a elDiario.es en la Campa de La Magdalena de Santander en un día lluvioso. “Muy cántabro”, reconoce entre risas. Así, con un gesto amable se sienta en el lugar donde sabe que durante la próxima hora será objeto de preguntas y cuestionamientos, pero su pose relajada deja entrever que las entrevistas ya se han convertido en parte de su día a día, y que las maneja sin problema. No obstante, lejos de parecer frío por ese conocimiento del mundo de la música y de lo perjudicial que puede ser para su carrera una mala respuesta, sorprende lo poco que le cuesta abrirse y mostrar un 'yo' más que verdadero.

Su rostro tranquilo tampoco se tensa al hablar de La Fuga, el grupo con el que saltó a la fama en los 90 y del que posteriormente se separó, y aunque reconoce que no le gustan las redes sociales ni la política, asume su existencia y admite su utilidad. Así, con cierta irreverencia y emocionalidad en todas las respuestas, el cantante y compositor campurriano se va abriendo en cada respuesta para reflexionar sobre esos 25 años en la música que le han vuelto a traer a Cantabria y, más concretamente, a su lugar preferido para dar conciertos. Un lugar donde, por cierto, se celebrará “una noche mágica y llena de sorpresas” este sábado 30 de julio, dentro del festival Magdalena en Vivo de Santander, en una jornada en la que se recaudarán fondos para diferentes causas sociales, algo que le hace sentir especialmente orgulloso: “Los artistas somos conscientes de la cantidad de problemas que hay. También sufrimos nuestras cosas aunque la gente piense que vivimos al margen”.

Cumple 25 años en la música y supongo que cuando se celebra una cifra tan redonda, uno no puede evitar hacer un balance sobre este tiempo... Me gustaría que me hablase de lo mejor de estos 25 años de carrera, pero también de lo peor.

¡Guau! Lo mejor es haber mantenido una trayectoria tan larga. Creo que es más difícil tener una trayectoria de 25 años que tener un éxito puntual. Lo mejor de toda esa trayectoria son los países y los amigos que he conocido. Hace nada estaba tocando en Ourense con uno de mis ídolos, con Yosi, de Los Suaves, por ponerte un ejemplo de la última gran cosa que me ha pasado. Terminas siendo amigo de muchos de tus ídolos. El compartir escenario, compartir grabaciones con gente que cuando yo tenía 15 años me hacía 300 kilómetros y dormía en una estación de tren solo por ir a verles… El conocer tantos países y tener amigos allí. Saber que saco un disco y tengo que ir a seis países y lejos de darme pereza, lo que me da es alegría. Es que le debo todo a la música. Yo no llegué muy lejos en mis estudios. Lo que me ha formado a mí como persona ha sido la música. La música y viajar.

Y lo peor… Las heridas del rock and roll, como dice la canción. No todo son luces. Como explico en un tema nuevo: detrás de cada foco hay una sombra. Pero es que queremos que la vida sea lineal y no lo es. La vida es una sucesión de caídas y después hay que levantarse. Lo peor fue cuando me pasó lo de La Fuga, ese fue el peor año de los 25 con creces. Es como cuando alguien habla de las bodas de plata o las de oro… Si llegas a estar con alguien 25 años es que has pasado más de un bache, y esos baches los ha habido, pero ese fue el más grande. Pero el balance es de dar gracias a la vida y a la música… Nunca lo hubiera soñado y mira que he soñado alto, que es lo que tiene la juventud, que sueña alto porque es gratis y mola. Pero ahora me he dado cuenta al hacer ese balance de todo lo que he hecho. Son 14 discos y 3 hijos. He tenido una vida intensa y en cuanto a emociones me podría morir mañana. Mi primo siempre me dice que un año mío son tres o cuatro de él. [Ríe]

No se genera rutina…

Bueno, no tener rutina se acaba convirtiendo en nuestra rutina. Por eso el año que viene no voy a tocar y voy a parar, voy a hacer solo conciertos en América y presentar una novela que estoy terminando ahora. Para no quemarme marco mucho los tiempos y a mi oficina le dije que no iba a hacer más de 25 conciertos. Mi gran objetivo de este año era celebrar estos 25 años y componer un disco nuevo. Ya he grabado la mitad del disco, y eso que sale en octubre del año que viene, que nunca he grabado con tanta antelación. Me falta componer la otra mitad y grabarla, que lo voy a hacer en febrero, fuera de España, y podría sacar en abril el disco nuevo, pero prefiero parar para no quemarme. Tengo amigos artistas a los que les veo la cara y les noto que necesitan parar un poco... Yo no quiero que me pase eso. Hay que tener un equilibrio entre celebrar y pasármelo muy bien cada noche que suba al escenario y decir “qué guay”, y sin llegar a cansarme, y a al vez componer. Componer estando en movimiento no me gusta, yo necesito un grado de concentración, pararme y ordenar todo eso que me está pasando. Durmiendo cinco horas al día y viajando todos los días no puedo componer.

He tenido una vida intensa y en cuanto a emociones me podría morir mañana

¿Hoy en día, la música y los artistas caducan antes que cuando empezó?

Cuando hablo de música hablo de vida, y todo ha cambiado mucho. Yo sigo creando canciones como concepto de disco porque sigo creyendo en eso, aunque ahora casualmente hemos sacado una canción sola. Eso, por ejemplo, me gusta mucho de la actualidad: si quiero publico una canción. Pero por otro lado, no me veo sacando una canción cada tres meses porque tengo un concepto global en mi cabeza de disco. La suerte es que tengo un público que le da una oportunidad a la canción uno y a la diez. Mi objetivo es ser un autor en vigor, que nadie venga a un concierto solo por una canción que compuse hace 20 años… Para eso curro muchísimo. Cuando ya has compuesto muchos discos y has dicho tantas veces la misma cosa, decirla de una manera diferente es complicado. Cuando tienes 22 años es todo nuevo. Ahora hacer un disco que no suene a algo que ya he hecho o he dicho cuesta mogollón de curro.

Igual que se genere esa fidelidad depende también del estilo musical, o del autor…

El reguetón y la palabra fidelidad no sabemos todavía cómo se llevan porque ha irrumpido hace poco. Pero también vivimos un poco en esa velocidad todo el mundo. Parece que las redes también nos han llevado a esa movida de la inmediatez, de quererlo todo para ya, ¡y es que lo conseguimos! El reto es no llevar todo a eso porque recibir un paquete a las cuatro horas de haberlo comprado sí que puede ser, pero en los afectos, por ejemplo, no es así. No todo es fast food, hay que seguir elaborando. Mi abuela decía que todo lo rico se cocina lento, pero tampoco soy de que todo lo que molaba era lo de antes. No soy un abuelo cebolleta colgado en lo anterior. Me parece una maravilla que también puedas grabar una canción hoy y publicarla mañana. La inmediatez también me gusta. Pero es un reto psicológico no acabar todos locos. Muchos de los problemas mentales que nos están sucediendo ahora un poco a todos es por la inmediatez y las redes sociales. Esto último nos ha llevado a algo muy peligroso, y es que hay una superficialidad total, y hay que hablar de ella. Hay que decirlo y hay que denunciarlo o, más bien, poner el foco en ello. Nosotros sí que sabemos que esa superficialidad es una parte de la vida de la gente, pero los jóvenes se creen que la vida es eso. Aun así, a nosotros también nos influye en cierta manera, pero hay que poner más el foco en la gente joven porque a ellos les va a generar una insatisfacción permanente total. Ese exaltamiento de la belleza, priorizar solo estética… El otro día leía a un filósofo que decía que vivimos en una época en la que se da más importancia a la ceremonia del funeral que a enterrar al muerto. Ahora todo es fugaz, pero afortunadamente en mi carrera no lo veo así. La gente se sabe mis canciones de hace 20 años y las de ahora, y eso es la hostia como autor.

Y desde que comenzó la pandemia parece que estamos un poco obsesionados con el pasado... ¿Por qué esa obsesión humana de volver, aunque sea con cosas que nos hacen sufrir?

Nos revelamos contra lo nuevo pero nos gusta volver donde hemos sido felices, y donde hemos estado tristes también. Nos gusta volver, ya lo dijo Gardel y es que siempre vuelves.

En su caso, imagino que cantar temas que compuso hace 20 años tiene su parte nostálgica. ¿O no lo plantea así?

Me siento muy Serrat cuando decía que le encantaba tocar 'Mediterráneo'. A mí me gusta tocar 'Pa´quí, pa´llá', y me pasa con otras canciones... Es que las siento mías, las compuse yo, y eso que habitualmente no canto más de dos en los conciertos. Lo que sí sé es que si me molestase tocar esas canciones no las tocaría porque soy muy burro. Yo dirijo el 100% de mi carrera, hasta mi mánager me dice a veces que el mánager parezco yo. Y Warner no escucha ni mis canciones, confían en mí, lo que choca un poco con ese mito de que las multinacionales presionan. La verdad es que no conozco a nadie al que le haya pasado, pero claro, sí que puedo entender que con 18 años te pilla alguien así y ya no es que te dirija, es que tú mismo no tienes ni idea y te dejas hacer. Jamás nadie en mi vida nadie me ha presionado para hacer algo.

Ha dicho que La Magdalena es su lugar favorito para tocar. ¿Por qué?

Es fetiche. Cuando vino Alejandro Sanz, que ha tocado en sitios increíbles, dijo que era de los mejores sitios de su vida. No lo digo yo desde un nacionalismo cántabro desaforado... [Ríe]. Es un privilegio tocar aquí, y Maluma, que no habrá estado aquí nunca, también lo pensará. Pero también te digo que yo me pongo mucho más nervioso aquí que en el Wizink Center de Madrid. Aquí viene mi abuelo, mis padres, y la semana antes el teléfono está ardiendo de colegas llamando y diciéndome que van a venir. Me pone más nervioso eso que tocar para un periodista musical. Se ve que soy más visceral que cerebral.

¿Qué espera del concierto de este sábado en su vuelta a casa?

Va a haber sorpresas, algún invitado y alguna cosa bonita. Estoy haciendo un viaje emocional por mi vida, estoy revisitando canciones que hace mucho que no toco y que no voy a volver a tocar en mucho tiempo… De los 25 conciertos, Wizink Center y este son en los que más sorpresas he preparado.

Además, se trata de un concierto solidario. ¿Considera que los artistas tienen cierta obligación moral de colaborar con causas benéficas?

La verdad es que sí. Mi sueño era vivir de la música, tener la colección de guitarras que tengo, poder independizarme con 21… Soy un privilegiado, y como me siento así, siento que tengo que devolverlo. Pero también es cierto que siento que no llego a devolver todo lo que me da a mí la gente. Sientes que tienes que hacer, pero lo que no tienes es tiempo para hacer más. A veces llegan propuestas a la oficina para ir a sitios y no puedo ir, pero siempre mando una guitarra firmada, merchandising, o intento colaborar de alguna manera. Es que aparte de la música tengo una familia a la que descuido mucho, y eso que viajan muchísimo conmigo. Pero volviendo al tema, intento hacer todo lo que puedo pero sí que marco la línea. Igual que no hago 50 conciertos y hago 25 para no quemarme, también sé qué actos solidarios hago hasta donde puedo. Es que tenemos una visibilidad que hay que utilizar. Y si alguna vez no llegamos a todo es por imposibilidad física. Pero somos conscientes de la cantidad de problemas que hay, nosotros también sufrimos nuestros problemas aunque la gente piense que vivimos al margen. Mi madre tuvo cáncer también, vivimos pegados al suelo.

Tengo amigos artistas a los que les veo la cara y les noto que necesitan parar un poco... Yo no quiero que me pase eso

Precisamente, una de las asociaciones a las que se dirigirá el dinero recaudado es Ascasam, que se dedica a promover y colaborar en la mejora de la calidad de vida y los derechos de las personas con problemas de salud mental y sus familias. ¿Qué opina de que últimamente la salud mental esté en todas partes? ¿Será una moda pasajera o esta vez la concienciación va en serio?

No va a ser una moda pasajera. Se han roto muchos tabúes y parece que estamos evolucionando muchísimo como sociedad. No me da miedo que vaya tan deprisa todo porque veo a la gente joven y tiene una sensibilidad especial en muchos temas, y a mí eso me encanta. Se está avanzando muy deprisa en poco tiempo para lo que es la historia de la humanidad, aunque también queda mucho que hacer. Antes parecía que solo valía la salud física, y realmente es la mental la que lo mueve todo. Por no hablar de esto se han perdido muchas vidas. No es una moda. Es verdad que luego ya no estará en boca de todos porque se habrá normalizado, que es lo que hay que hacer. Ahora parece una moda porque se está hablando mucho de ello, pero apuesto a que dentro de un tiempo no se va a hablar tanto porque va a ser una cosa que se hable como de que te duele el tobillo.

También es que últimamente muchos artistas están revelando que sufren ansiedad, depresión…

La ansiedad va mucho con el artista en general. Yo soy muy tranquilo, soy bastante poco atormentado. Pero compañeros de profesión tienen la ansiedad por las nubes. Para eso yo tengo un carácter norteño con mucha tranquilidad y más hacia dentro. La gente joven es la que lo tiene más difícil y es por las redes sociales. Hay una cantidad tremenda de gente pasándolo mal y con complejos. Gente bonita, por dentro y por fuera, que está viéndose fea. Su salud mental peligra por las redes sociales y, como padre que soy, en eso estoy trabajando porque las redes les está metiendo en una utopía que les va a llevar a una infelicidad crónica. La gente joven se ve fea, muchos no se quieren quitar la mascarilla: y eso se llama redes sociales. Que yo las tengo y las utilizo, pero tengo las armas para saber de qué manera usarlas, pero la gente joven no. Ahora hay muchos reflejos en los que mirarse, pero son estéticos, no artísticos… El negocio de los influencers está ahí, ¿pero es artístico o solo es negocio?

Hace algo más de un año le entrevisté y me comentó que veía que el panorama político estaba muy polarizado. Desde entonces ha comenzado una guerra en Europa y la extrema derecha está cada vez más asentada en España. ¿Vamos a peor? ¿Qué espera del futuro?

Como sociedad parece que siempre hemos ido a mejor, pero ahora, echando la vista atrás, creo que ahora estamos peor que hace diez años. Está todo muy crispado, se está hablando de ciertas cosas de las que no se hablaba desde hacía mucho. Lo de las dos 'españas', por ejemplo, cosas que la gente de mi edad no hemos vivido. Hay peligro en la convivencia. A veces se nos olvida de dónde venimos, y antes de ayer nos estábamos matando entre nosotros. Yo que soy un moderado por definición porque odio el conflicto, no tengo nada que hacer en esta época. Y no es que no esté posicionado porque sea artista y no me quiera posicionar, si fuese de algún lugar lo diría, pero es que no soy militante de nada, y creo que eso me hace más objetivo. La política no me gusta nada y dejé de ver el Telediario, porque era un adicto a estar informado. Hace tiempo decidí que no lo iba a ver, que solo iba a leer digitales, es que no puedo verlo ya. No me aíslo de lo que pasa en el mundo, pero tampoco puedo intentar entenderlo todo y mejorarlo porque me siento una mierda. ¿Para qué quiero pasarme el día viendo imágenes de Ucrania que me hacen muchísimo daño? Pues para nada. Así que en vez de ver ese dolor y ponerme triste, preferí moverme y traer a una chica ucraniana a casa.

Siempre se hace la pregunta a las mujeres sobre cómo concilian su vida profesional y familiar, pero me interesa preguntártelo a usted, que es un artista especialmente activo y que acaba de tener su tercer hijo...

La conciliación es una utopía para hombres y mujeres. Yo soy un padre activo, no soy un padre que solo hizo a sus hijos, sino que formo parte de su educación, y cuando traes un niño al mundo es un arma de destrucción masiva. Siento el compromiso de que si traigo a alguien a este planeta, que al menos sea una buena persona. Pero no me quejaré porque tenemos un entorno que nos ayuda… Hace poco lo hablaba con Conchita, y me decía que estaba harta de que le preguntasen por cómo conciliaba, cuando a su marido no se lo pregunta nadie. Yo me he llevado a mis hijos de gira. De hecho, el de cinco años es carne de camerino. La clave es esa, llevártelos, viajar con la familia, que es una intendencia de la hostia, pero es maravilloso. Creo que aprenden mucho viajando por ahí.

Va a publicar una novela… ¿Hay algún campo que Rulo no quiera explorar?

A veces parece que no te puedes dedicar a hacer varias cosas, que tienes que hacer solo una. Me gusta tirarme a piscinas y luego ya miro si hay agua o no. Pero lo que no hago tampoco son inconsciencias... Llevo un tiempo escribiendo la novela, que es mi gran sueño, pero sabía que no quería hacer algo que me pudiese ruborizar dentro de unos años y con este libro estoy tranquilo en ese sentido. Así que me rodeo de un equipo que, lejos de adularme, es muy crítico. Pero no me atrevo a dibujar, por ejemplo, porque lo hago muy mal. Hay que saber muy bien lo que no se te da bien para no hacer el ridículo. He empezado a creerme la novela a raíz de amigos y de mi editor, sobre todo, que publica cinco libros a la semana, y si él dice que mi libro le ha gustado mucho es porque, al menos, tiene una dignidad. Y quiero publicar cosas con dignidad y un mínimo de calidad. Que luego emocione o no es otra cosa, pero tengo que vigilar que mi marca no haga el ridículo. No quiero dentro de unos años mirar atrás y pensar que no tenía que haberlo hecho, porque me sentiría muy infeliz.

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