Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Cada loco con su tema, que cantaba Serrat. El día después, lo más preocupante de las elecciones catalanas es que cada cual sigue a lo suyo aunque los votos les han dicho que se preocupen por lo de los demás. Ninguna de las dos opciones, separatismo y unionismo, tiene una victoria inapelable pero ambos se dan por ganadores. Los que ganaron en escaños no tienen suficientes votos pero siguen adelante con su idea de declararse independientes. Los que perdieron tienen bastantes votos para convencerse de que el separatismo está derrotado. El problema catalán más que el independentismo frente al unionismo, es el negacionismo de unos hacia los otros.
Así que todos siguen su hoja de ruta agarrándose al clavo ardiendo que más les conviene. Los independentistas que querían que fuera un plebiscito, ahora quieren que sean unas elecciones para seguir en sus trece. Los unionistas que querían que fueran unas elecciones, ahora dicen que son un plebiscito para no bajarse de su burra. Antes eran dos trenes que corrían uno hacia el otro, el maquinista de la independencia pisando el acelerador, el otro cerrando los ojos como si al hacerlo fuera a desaparecer el accidente. Ahora los trenes van en paralelo, obviando que muy pronto llegarán a un cruce de vías en el que ambos descarrilarán si antes no echan el freno.
Precisamente, lo que han pedido las urnas es que ambos frenen, se bajen del tren y escuchen a la otra parte. Por más que retuerzan los números, los indepes no tienen ni el 50% de los votos que es lo mínimo para lanzarse a una declaración unilateral. Pero los constitucionalistas no pueden negar que casi un 48% está con un pie fuera de España, que hace cuatro años era solo un 30% y que si siguen negando esa realidad, los 150.000 votos que ahora le faltan al separatismo, pueden caer al otro lado de la balanza. Cataluña no ha dicho ruptura, ha dicho diálogo, pero si el españolismo sigue monologando, puede acabar hablando solo.
Me temo que tendremos que esperar a las generales para llegar al siguiente cruce de trenes. Junts pel sí formará gobierno no para gobernar, porque no tiene programa ni coherencia ideológica que lo permita, sino para seguir tensando la cuerda. Artur Mas debería irse porque depende del apoyo de las CUP que no le quieren. Rajoy también porque ha roto todos los platos y los vasos de la vajilla catalana. Pero se quedará para intentar pegar los pedazos peleando por la unidad de España con los crecidos Ciudadanos. Más peleas entre nacionalismos por ver quién cuelga la bandera del balcón.
Las únicas soluciones constructivas para evitar la ruptura son la reforma constitucional federalista de un PSOE que siempre cae pero nunca se hunde y el referéndum que propone la izquierda española encabezada por Podemos en horas bajas. Aunque han tenido un mal resultado, representan la única opción que ha ganado las catalanas: la única mayoría absoluta en votos y escaños de estas elecciones la ha obtenido el derecho a decidir.
Eso es lo que ha ganado realmente. Hay una mayoría de catalanes que piden un plebiscito. Un referéndum que deshaga el empate técnico que hay entre las dos opciones en disputa. No sólo los catalanes, también los españoles, tenemos derecho a saber de una vez por todas qué quieren los ciudadanos de Cataluña en una consulta sin rodeos. Negarlo sólo hará que siga creciendo la brecha y el independentismo.
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