Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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El lío para formar gobierno empieza a recordar al título de aquella novela de Antonio Tabucchi, Se está haciendo cada vez más tarde. El reloj corre en contra de los que necesitan una solución urgente y de nuestro aguante. Se ha hecho tarde para los cruces de acusaciones, las estrategias de cara a la galería y los vetos cruzados. Es hora de que se dejen de postureos y acerquen posturas, pero ellos siguen a lo suyo que cada vez parece menos lo nuestro.
Pasado el subidón del intento de investidura, la cal viva, el beso de Pablo Iglesias, el careto de Luis de Guindos y el lapsus de Rajoy reconociendo que nos han engañado, ha llegado la resaca pero los cuatro grandes siguen lanzándose improperios desde el fondo de la barra. Alguien tiene que decirles que la juerga terminó y ya no hace gracia ninguno. El barman ha encendido las luces y a plena luz vemos que todos tienen alguna responsabilidad en que la fiesta se haya ido de las manos.
El PP no ha movido un dedo más que para poner palos en las ruedas a la gobernabilidad que ellos ni intentan y Rajoy se aferra a la poltrona porque en ella flota sobre la corrupción sin mancharse, todavía. Pablo Iglesias le ha impuesto tantas condiciones a Sánchez y vetos a Rivera que los socialistas ya tienen la excusa perfecta para hacerse los ofendidos pero Podemos también para no tener que hacer concesiones que luego tenga que explicar a su exigente electorado.
Y Sánchez y Rivera se han encadenado a su acuerdo porque les vacuna contra la izquierda y los nacionalistas de PNV o Esquerra. Tiene demasiados guiños al programa económico y españolista de Ciudadanos, a la reforma laboral del PP que Rivera apoyó y a la ley mordaza como para que ni los nacionalismos ni la izquierda puedan aceptarlo. Ferraz tiene todo el derecho de huir de Podemos y querer el cambio sensato de Rivera y puede presumir de haber intentado la investidura, pero por más que digan lo contrario, no ha sido la izquierda sino el PSOE el que ha pactado con la derecha.
Todos tienen sus razones que pueden ser respetables, la cuestión es que ninguno tiene los votos suficientes, así que unos y otros tienen que asumir que tendrán que ceder o buscar la solución en unas nuevas elecciones que parece que no solucionarían nada. Nuestra tragedia es que esta comedia seguirá estos dos meses porque hasta que el reloj marque la hora, pueden seguir jugando a la campaña electoral.
PSOE y Ciudadanos ya han invitado al PP a las negociaciones. De ahí puede salir una abstención de Rajoy que interesa a Sánchez o una gran coalición sin Rajoy que es el escollo que está intentando pulverizar Rivera al que le interesa sumar a la derecha para no espantar a sus votantes. Pero es difícil que Mariano doble la rodilla porque tiene siete millones que no castigan su corrupción y en unas nuevas elecciones puede recuperar electores de Ciudadanos descontentos con Rivera por vetar al PP y no al PSOE de los EREs.
La otra carta es la amenaza de que vuelva Rajoy que puede forzar a Podemos a sumarse al pacto de Sánchez y Rivera o a dar su apoyo a la investidura desde fuera. A Iglesias le conviene más volverlo a intentar en unas nuevas elecciones o fortalecerse en la oposición en una legislatura corta, antes que desgastarse en un acuerdo que no es el suyo. Lo que parece descartardo es el pacto de izquierdas porque así lo han querido los que deciden la mayoría de las cosas.
A última hora es probable que les entre la prisa a todos y el miedo a las encuestas y es posible que veamos cualquier cosa sobre la campana, como en Cataluña. Todos tienen, tenemos, que asumir lo que decían en The Wire: “Nadie gana. Unos pierden más despacio que otros”. Mientras ellos pierden el tiempo y nuestra paciencia, los que perdemos más deprisa somos los ciudadanos.
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