Homófovox

Correos cubre unos pocos buzones y furgonetas con la bandera arcoiris y los cayetanos montan una cacerolada de indignación en redes contra “la ideología gay”, porque para la ultraderecha el colectivo LGTBI+ es otro chiringuito ideológico como el feminismo. Gracias a su monumental enfado, los 12.000 euros invertidos por Correos tienen el mismo impacto que una campaña publicitaria de medio millón. Efecto Streisand. Nada más bonito que ver al cacerolismo golpearse en su propio rostro.

El fin de semana, la cuenta de Twitter de la Guardia Civil cuelga la bandera gay en su perfil y la avalancha de comentarios homófobos nos recuerda lo lejos que estamos de la igualdad y la necesidad de que las instituciones la defiendan. Vox y la organización ultracatólica Abogados Cristianos llevan toda la semana denunciando las banderas del Orgullo colocadas en edificios públicos porque una sentencia del Supremo impide poner banderas distintas de las oficiales. El símbolo gay debería ser aceptado como insignia oficial porque recoge valores fundamentales que nos representan a todos como democracia, excepto a los fascistas que la quieren romper.

Lo mejor han sido las respuesta para sortear a los homófobos. En Cádiz, les han retirado la bandera del ayuntamiento pero Delegación del Gobierno ha iluminado todo el puente de la Constitución, que se ve mucho más. Una jueza en Alcalá ha dicho que la ley no prohíbe las pancartas y que no son banderas, son pancartas. Mire, mi señor, que no son gigantes sino molinos. Del facherío me río. Bravo por ella. Pero no deja de ser muy preocupante que de nuevo la ultraderecha ha conseguido que se cuestionen derechos que tienen el consenso de la mayoría y han costado mucho tiempo y sufrimiento conseguir.

Ocurrió con el derecho al aborto y con la violencia de género, ahora con la comunidad LGTBI+, la extrema derecha vuelve a reabrir un debate superado y pone en peligro no sólo los derechos conquistados, también la integridad de las personas contra las que apunta. Abascal ha llamado al colectivo “lobby gay de extrema izquierda”. Está poniendo cruces en las puertas, marcando a quién perseguir. Sus palabras tienen consecuencias. Generan odio que genera violencia. Vox es parte responsable de la homofobia en las calles.

No hay día que no encuentres una agresión homófoba en el periódico. Sólo esta semana, ha habido denuncias en Málaga, Barcelona, Zamora o Castellón. Los homófobos han salido de sus cavernas para intentar cerrar los armarios. Se sienten legitimados por Vox. Hay una fuerza en el Congreso que no esconde su desprecio a la diversidad sexual, por qué van a esconderla ellos. Ya se puede volver a decir “cerda bollera” y “puto maricón”. La directora del Instituto de la Mujer y activista lesbiana, Beatriz Gimeno, ha denunciado insultos y daños en su coche por feminista y por su activismo. Vox es tan cómplice de la violencia machista cuando la niega como de la violencia homofóbica cuando señala a los homosexuales.

No hay que entrar a sus debates sino denunciar su responsabilidad. Hay miles de personas sufriendo violencia física y psicológica por su condición sexual, algunas de las cuales se quitan o pierden la vida, mientras la ultraderecha alienta el discurso del odio contra ellas y las deja desprotegidas. Vox quiere que se retiren las leyes específicas del colectivo. Ellos preferirían que volviera la ley de putas y maleantes del franquismo.

A LAS 10H: SALIR DEL ARMARIO, CON BEATRIZ GIMENO, ALANA PORTERO Y ORIO PÀMIES...

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