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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal
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Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.

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Los indultos son mejor que morirse

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Todas las oposiciones del PP son iguales desde Aznar. Muerte y destrucción. Su misión no es corregir sino destruir al Gobierno. Calientan la calle, revientan el Congreso, judicializan la política y politizan la Justicia. Se oponen a todo avance y lo persiguen en manifestaciones y tribunales, aunque luego se benefician de los derechos que conquistan otros. Se opusieron incluso a la Constitución de la que ahora se apropian. Se han opuesto al aborto y al divorcio pero abortan y se divorcian. Se opusieron al matrimonio homosexual y acabaron celebrando la boda gay de Maroto. Se han opuesto a la ley de eutanasia de la que acabarán haciendo uso. Se opusieron al Estatut catalán hasta tumbarlo y luego reconocieron en privado que fue una de las causas del proceso indepe. 

Y ahora, por supuesto, se oponen a los indultos a los presos catalanes que quiere otorgar el gobierno de coalición. Dicen que los indultos rompen España. Pero nada rompe más este país que no hacer nada para evitar que se rompa mientras haces todo lo posible por descoserlo. La derecha no hace otra cosa que romper España en nombre de España. Es un hecho que cuando gobiernan, se tensan las relaciones con otros nacionalismos. Primero fue el vasco, ahora el catalán. Quieren imponer su idea monolítica de nación sobre el resto de nacionalidades y acaban provocando el efecto rebote que andan buscando porque les da votos. 

Los nacionalismos se alimentan de la rivalidad. Son un Madrid-Barça. Cuando las oligarquías madrileña y catalana se ven señaladas, sacan la bandera para lanzar a un pueblo contra otro, lo escribió Chávez Nogales en 1934 y sigue siendo tristemente cierto en 2021. Contra ETA vivían mejor, escribió Luis Aizpeolea, sobre el PP en Euskadi y también es cierto en Cataluña: contra Puigdemont el PP vive mejor. Por eso no les convienen los indultos, por la misma razón que no le convienen al independentismo más frentista. Porque desactivan la bomba. Ya lo ha dicho la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana: “los indultos son una medida inteligente del Gobierno contra el independentismo porque nos desarman”. 

Para evitar que les desarmen esta guerra, la derecha ha empezado otra judicial en el Supremo. Una lawfare que usa a los jueces de brazo legal contra el Gobierno. Por eso bloquea la renovación del Poder Judicial que podría anular los indultos y provocar otro incendio como la anulación del Estatut. La mayoría conservadora del máximo tribunal ha emitido un informe contra los indultos que parece un argumentario de Génova. Dice que el Gobierno se estaría autoindultando al conceder el perdón a un partido del que depende. Pero: a) ERC no es el Gobierno, b) la legislatura no depende de ERC, c) ERC vota a veces contra el Gobierno, d) ésa no es una interpretación jurídica, es la frase de un tertuliano. 

Dice también que los encarcelados no se han arrepentido aunque el arrepentimiento no es condición jurídica para esta medida. Tejero no se arrepintió y el Supremo se mostró favorable a indultarlo por “utilidad pública”. No veo la utilidad de aquello, pero veo la de esto: iniciar el proceso de solución del problema con Cataluña. Un problema que el PP dejó crecer porque le hacía recuperar votos perdidos. Ni Abascal ni Casado piensan en España, piensan en cómo aprovecharse de ella. Volverán a coincidir en Colón que es donde quedan los que rompen España en nombre de España, los que rompen el país imponiendo al resto su idea de país, los de la unidad que nos separa. De aquella foto, ha caído el más moderado, Casado puede ser el siguiente. 

Que Sánchez tiene acuerdos con Esquerra no es noticioso ni es escandaloso. Eso es la política, pactar. No hay otra forma de acabar con este conflicto que se acentuó porque nadie quiso sentarse a hablar. Cataluña necesita pasos que acerquen posiciones y alejen tensiones. Los indultos pueden ayudar a quienes proponen diálogo y desarticular a quienes quieren bronca. Para el Gobierno es una medida tan impopular que hay que pensar que lo hace por sentido de Estado, no sólo por conveniencia. Zapatero lo demostró cuando se sentó con ETA. La derecha se le echó encima, pero al final fue el que consiguió el fin de la violencia. La derecha extrema y extremada no quiere indultar a España, quiere condenarla a estar siempre enfrentada. 

Los indultos no son el fin del problema, pero son el principio de una solución. Los presos quieren la amnistía, lo cual es incoherente con la desobediencia civil: si te enfrentas al Estado para cambiar sus leyes, tienes que estar dispuesto a asumir que caigan sobre ti, decía Thoureau. Pero las penas fueron excesivas para una sentencia que reconocía que no hubo intento de secesión sino de presión. Los indultos acabarían con esa situación que nunca debió judicializarse y esa condena que nunca debió politizarse. Son incómodos pero necesarios, como las mascarillas. De ellas dijo aquella niña que son mejor que morirse. Los indultos también. Son mejor que no hacer nada.

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