Blog dedicado a la crítica cinematográfica de películas de hoy y de siempre, de circuitos independientes o comerciales. También elaboramos críticas contrapuestas, homenajes y disecciones de obras emblemáticas del séptimo arte. Bienvenidos al planeta Cinetario.
‘El caso Sloane’, de John Madden: lobista de cinismo frágil
“Somos más de cinco millones y estamos armados”… ¡Bang! La bala imaginaria sale despedida del dedo de Bob Sanford (Chuck Shamata). El magnate de la industria armamentística que busca el apoyo de la lobista Elizabeth Sloane (Jessica Chastain) para detener la aprobación de una nueva ley que quiere poner coto a la segunda enmienda a la Constitución de los Estados Unidos. Aquella que protege el derecho del pueblo estadounidense a tener y portar armas. La frase fanfarrona y el gesto del viejo Sanford producen un rotundo escalofrío en el espectador. No solo por la amenaza violenta que encierra. Sino porque a esas alturas de la película ('El Caso Sloane') y más allá de la pistola ‘hipotética’, le sitúa frente a una verdad que le gustaría seguir manteniendo como mera sospecha: ¿en qué momento, como diría Vito Corleone, comenzamos a ser “marionetas movidas por los hilos de los poderosos”? ¿Hasta qué punto la opinión del ciudadano de a pie es enteramente libre?
Porque son los poderosos los que echan mano de grupos de presión y profesionales como Sloane para salirse con la suya. Y estos grandes estrategas y comunicadores, dispuestos a lograr sus propósitos como sea, funcionan con una eficacia abrumadora. Al menos, en la película.
La lobista de 'El caso Sloane', de John Madden ('Su majestad, Mrs. Brown' / 'Shakespeare in love' / 'La deuda'), de alguna manera, acaba saliendo rana. Aunque siempre se ha vendido al mejor postor, terminará abrazando la causa contraria trabajando, desde otro grupo de presión, para que se legisle a favor del control de armas. Sloane es una mujer sin complejos éticos, que tiene la virtud de saber predecir el futuro, o lo que es lo mismo, de conocer la manera de anticiparse a los movimientos de su oponente para sorprenderle, desarmarle y alcanzar sus objetivos. Sloane vive en el filo del insomnio crónico, permanentemente dopada para entretener el cansancio, despejar la mente y trabajar sin descanso. Es de lengua y pensamiento rápido y una mujer hermética: solamente permite que se asomen a su ‘burbuja personal’ entregados chicos de compañía.
Y es la Elizabeth Sloane fuerte, dura, de moral frágil, la que ejerce cierto poder de fascinación en el espectador cuando, contra todo pronóstico, abraza una causa idealista, casi ingenua dentro del mundo en el que se mueve. Es entonces cuando deja de gozar de los favores de la fortuna(o del sistema) propiciándose su desgracia: destapando sus debilidades y dejando a la vista el recuerdo de humanidad que todavía permanece en su carácter. Las luces y las sombras de Sloane y el viaje de sensaciones paradójicas en el que nos embarca la película, gracias a un retrato astuto del personaje y a una actriz con un talento formidable, son los puntos fuertes de la producción (el trabajo de Chastain le supuso una nominación a los Globos de Oro 2016).
'El caso Sloane' es una película incómoda, pero también interesante, por aquello de que rasca la superficie políticamente correcta de Washington para descubrirnos las entrañas del poder. El film de Madden muestra el sórdido mecanismo de funcionamiento de los grupos de presión, la corrupción que pueden engendrar en políticos y jueces, y su efecto en la vida cotidiana de los ciudadanos. Con su pinta de thriller político, de diálogos trepidantes, esta película nos ofrecería un apasionante retrato del Maquiavelo moderno, si su metraje no acabara enfangado en una serie de giros y artificios narrativos, ‘made in Hollywood’.
Para muestra, el clímax con el que se resuelve la película. El momento en el que, definitivamente, nos damos cuenta de lo que imaginábamos: se nos ha estado preparando, a lo largo del metraje y con poco disimulo, “para dejarnos con la boca abierta”. Desafina dentro de una película donde los buenos lobistas jamás dejan entrever su siguiente movimiento.